El mambo independentista de Junts pide a Sánchez que “mueva el culo”, y no parece una invitación a bailar sino una orden de arriero, como si Sánchez fuera su burrito con orzuelo de mosca en el ojo. Míriam Nogueras, que parece la hija del arriero con botos hasta la corva y esputo de tabaco negro, creo que no tiene en cuenta que Sánchez ya mueve bastante el culo, con su colita de cisne, que no necesita ir a ningún sitio y que es Puigdemont el que no tiene adónde ir. Sánchez ha renunciado a gobernar, le basta con aparecer en las copas de Navidad presidenciales como Isabel Preysler, esa egipcia siempre de perfil. Sánchez ya no necesita al Parlamento, ni a Puigdemont, ni a nadie, sólo necesita esa propaganda suya como de circo, donde lo mismo un día es el forzudo antiguo con pijama antiguo y bultos de colchón antiguo, y al siguiente es la frágil trapecista sostenida sólo por una sombrilla y un dedo gordo, igual que un amorcillo de aparador. Por el contrario, Puigdemont no tiene otra cosa que Sánchez. Así va a ser difícil que el burro ande. Lo único que le queda al arriero contrariado o harto es abandonar al burro y volverse andando a la venta o a la jubilación.
Sánchez ya no necesita a nadie, se ha desprendido de todo salvo del propio instinto de supervivencia y ahora es como un náufrago en esmoquin, que menea el culo como una hélice o se lo calienta ante una reconfortante hoguera de periodistas. Yo no hablaría tanto de un búnker, aunque es cierto que hay un búnker en la Moncloa, con mapamundi y pista de baile para mover el culo geoestratégico. Yo diría más bien que su presidencia son harapos, que su gobierno es un chamizo y que él le grita a la fachosfera como enseñándole el culo a la tormenta. A Sánchez le basta con esa fachosfera, que como digo en realidad sólo es la naturaleza, la lógica y la física de los hechos, aunque él diga que le acosa a la familia y al partido, como esas nubes con intención de los dibujos animados, y hasta le funde la tostadora, como si fuera la Bruja Avería. En este modo de supervivencia o de teatro, entre la lanzada, el desmayo, el quejido y el aria, Sánchez puede prescindir de todo, de legislar y de tener presupuestos. Y también de Puigdemont, que le manda el recado con la hija avinagrada de tabaco sabiendo que es para nada, que ese culo del que le habla le va a terminar haciendo un gran calvo blanco y navideño como un ángel de nieve.
Sánchez ya no necesita al Parlamento, ni a Puigdemont, ni a nadie, sólo necesita esa propaganda suya como de circo
La moción de confianza que ha planteado Puigdemont a uno le parece el bobo intento de mandarle a Sánchez una pistolita nacarada por si acaso él mismo se vuela su nacarado culo con laureles de latón. No pasará ni de la Mesa del Congreso, donde están las primeras esfinges del Régimen, bien asentadas sobre burocracia y madera. Más improbable todavía es la moción de censura, un farol que no se cree nadie, más que nada porque Puigdemont parece que no tiene ni cartas, como si estuviera envidando sólo con las cejas. Si el PP no descarta esta moción de censura es porque Feijóo ni descarta ni asume nada, lo deja todo en la fresquera para que las circunstancias vayan haciéndole el duro trabajo de decidir, que para Feijóo parece más bien el trabajo del moho. La moción de censura no le serviría de nada a Puigdemont, que perdería su burro. Pero en realidad es que el burro con esmoquin o con harapos, dándole rabazos al menear el culo, tampoco le sirve de nada ahora.
Puigdemont, que cada vez parece más el fantasma de su torreón, blanco de cal y eternidad, sin nada en las manos excepto su bola transparente, no le sirve de mucho al Sánchez superviviente, más pendiente de su culo expuesto y de los autos de los jueces que de sacar leyes o cuadrar números. Pero Sánchez, que sólo mueve el culo ante las luces de las cámaras como luces navideñas, como si fuera ese Papá Noel de juguetería que mueve el culo; Sánchez, decía, tampoco le sirve ahora mismo de mucho a Puigdemont. Sánchez está a lo que está, a sobrevivir mientras la justicia trepa por las patas de león del mobiliario de la Moncloa y va a llegar ya a las cachas. Quizá para lo único que le sirve Sánchez a Puigdemont es para un gran golpe final, quizá suicida pero en todo caso espectacular, o sea para echarlo de la presidencia del gobierno y que el loco de Waterloo quede al final como más duro, vengativo, poderoso y loco que el más duro, vengativo, poderoso y loco de nuestros políticos. Además, siempre estaría la diversión de ver a los enemigos de Puigdemont teniendo que tratarlo, al final, como un héroe.
La inmolación gloriosa, quizá con esperanzas de resurrección, quedarse sin borriquito tozudo pero pasar a la historia como el que se cargó a Sánchez, a quien quizá después de muerto se le seguiría moviendo el culo bailón como un rabo de lagartija. Hacer esto y quizá presentarse ante la parroquia indepe como el más despiadado, el más frío, el más obstinado, el más purista, frente a los colaboracionistas de Esquerra, blandos de puré carcelario y amnistía con cucharita. Eso es lo que le quedaría a Puigdemont. Nada de esto ocurrirá, sin embargo, que esto no es un cuento de Navidad, aunque Sánchez aparezca ante los periodistas como el niño cojito, con el culo aterido en la calle, al otro lado del escaparate del mundo, mientras la fachosfera contubernia dentro, así como trinchando pavos. Y aunque el PP siga mirando la moción en la fresquera, como un melón pudriéndose.
No habrá moción, no habrá milagro, no habrá muerto, no habrá ni borriquito obediente (cosa por otro lado deseable) ni caballo de rey acuchillado. Sánchez concederá alguna cosa que Junts considerará suficiente y no habrá riesgo de que Puigdemont se vuelva loco o se vuelva un héroe. Sería casi tan impensable como si Sánchez se volviera un héroe. O si dejara de mover su culo espejado en su presidencia discotequera, o su culo con polisón de suspiros en sus fiestas de Ferrero Rocher.
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hace 1 mes
Sánchez no sólo mueve el culo sino que se baja los pantalones en cuento se le pone delante un independentista.