Irán no hizo nada para salvar a Bashar Asad. Ni Hizbulá movió a sus efectivos. Las milicias iraquíes financiadas por los iraníes no se movieron de Irak. Y Hamás y la Yihad Islámica celebraron por todo lo alto el establecimiento de la nueva administración interina. Incluso los hutíes felicitaron a Mohamed Al Jolani por su victoria militar. Nadie del llamado Eje de la Resistencia protegió a Asad, y no solamente eso, sino que felicitaron el triunfo opositor.
Es el fin de una era en el tablero del Levante, pues el poder de Irán acaba en las mismas fronteras del país, algo que no pasaba desde la guerra entre Irak e Irán. Tal y como han informado desde Teherán, se espera una gran colaboración entre el nuevo gobierno sirio y el iraní. En una semana nadie se acuerda ya de la familia Asad, ni hay cierto facciones que les defiendan, ni hay voluntad de fraccionar el país, ni nada.
Se podría creer que el Eje de la Resistencia seguirá porque el gobierno interino sirio ha dicho que está abierto a colaborar con todos quieran coordinarse con ellos. Pero también ha dicho que no será ya más parte de ninguna guerra, ni servirá de apoyo a nadie más allá del pueblo sirio. Es decir, se acabó la idea de que Siria sea el patio trasero de Irán o de Rusia. Incluso las bases rusas en Siria, si se mantienen, tendrán un efecto casi nulo en su influencia, pues los padrinos políticos del nuevo gobierno no son rusos e iraníes, como lo eran los de Asad, que venían de los tiempos de la Guerra Fría y el apoyo soviético, por un lado, y de la Revolución Islámica de Jomeini por otro.
En este caso son Ankara y Doha los padrinos políticos del nuevo gobierno, y sus valedores. Recordemos que en Qatar ha residido la oposición siria durante todo este tiempo, y que en Turquía viven unos tres millones de refugiados sirios que han tenido el apoyo de Erdogan incluso en la política doméstica. Uno de los enfrentamientos con los kemalistas fue que Turquía no debía implicarse en Siria, mientras que Erdogan defendía lo contrario. Y celebra esta victoria como propia por su apoyo incondicional a facciones opositores sirias. Un ejemplo de este nuevo escenario es que los primeros en anunciar que reabrían sus embajadas en Siria han sido Qatar y Turquía y lo hicieron el día siguiente de la designación del nuevo primer ministro interino, Mohamed Al Bashir.
Otra demostración de que el Eje de la Resistencia ha desaparecido es el primer contacto diplomático que se ha establecido entre la nueva administración interina y los diferentes países regionales: Egipto, Irak, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Bahréin, Omán e Italia. Aquí hay que destacar dos casos especialmente: Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, quien han sido firmes opositores de la influencia iraní en la región, como también han sido los halcones de la Liga Árabe. Y por otro lado Omán.
En el caso de Omán es importante porque muchas tensiones se han relajado con la mediación del gobierno de Muscat, debido a su peculiaridad que no son ni suníes, ni chiíes, sino la tercera rama del Islam, jariyíes ibadíes. Esto hace que el país sea un nodo diplomático para todo el mundo islámico. Además, su ubicación hace que sea importante lo que declaren sus autoridades, a pesar de su discreto perfil diplomático a nivel regional.
Todo ello no significa que no haya política de cooperación y desarrollo con Irán o el Líbano. Ahora mismo el nuevo gobierno interino ha dicho que su prioridad es la reconstrucción nacional después de trece años de guerra. Ni tampoco quiere decir que Damasco deje de apoyar a las facciones palestinas. Pero no existe ya un eje diplomático alineado de Irán y Siria. Damasco está ahora en el eje Doha-Ankara. Es el fin de décadas de influencia iraní en el país, hasta el punto de aislar a Siria de la Liga Árabe durante más de una década con el surgimiento de las Primaveras Árabes.
Tampoco hay interés de que sirva de base para la Guardia Revolucionaria, ni tampoco para albergar fuerzas para atacar a otros países de la región. En este punto Jordania será decisivo, no solamente por su vecindad, sino porque el reino hachemita es el puente entre la región y Europa, y también hacia Estados Unidos.
La caída de Damasco, y el exilio de Asad en Rusia, también es un símbolo del débil poder que ostenta Irán en la región, y también el Kremlin. Si bien en 2012, con su intervención en el país alargó 10 años más la dictadura de Asad frente a una inminente caída, ahora está gestionando una retirada escalonada a través de Latakia y Tartús.
Tampoco están muy seguros de que sea de interés quedarse, a pesar de que el gobierno interino sirio ha expresado que no hay prisa, e incluso se pueden negociar nuevas condiciones. También hay medios que afirman que Turquía estaría cooperando para facilitar a Rusia salir de Siria, y dejar las bases vacías. Es una muestra más del creciente poder blando turco en el nuevo país.
Por último, y no menos importante, dentro de diez años Arabia Saudí organizará la Copa Mundial de la FIFA. Arabia Saudí es uno de los países que apoyó a la oposición en su día, luego respaldó la normalización de Asad, y ahora ha vuelto a apoyar el nuevo gobierno interino.
Damasco ya no forma parte del Eje de la Resistencia porque realmente ya no existe tal Eje... el nuevo gobierno interino se integra en el eje Doha-Ankara"
A nadie le interesa que vaya mal la reconstrucción de Siria, y más con tal foco a nivel regional. Ni tampoco que la imagen del reino saudí quede dañada por haber apoyado a facciones radicales en plenas reformas estructurales del Estado. Recordemos que el anuncio de la organización del Mundial de Qatar en 2022 sirvió para normalizar las relaciones entre Qatar y la Liga Árabe, quienes estaban a las puertas de sanciones cruzadas y embargos comerciales, así que no sabemos que efectos puede tener el anuncio del Mundial esta semana a medio plazo a nivel regional.
En conclusión, Damasco ya no forma parte del Eje de Resistencia, porque realmente ya no existe tal Eje de Resistencia. Tendremos que ver también hasta qué punto, sin Siria, a Irán le interesa seguir vinculada a Rusia tan estrechamente. También qué pasa con las facciones vinculadas a Siria que actuaban en el Líbano desde la guerra civil libanesa, e incluso antes. A la nueva administración no le interesa mantener este sobrecoste, ni tampoco a sus normalizadores tacarrear con los fantasmas del pasado.
Nadie quiere volver a la antigua Siria, ni hay nostalgia por el Partido Baaz, que por cierto se disolvió el día 11 de diciembre después de 58 años de gobernar con mano de hierro. Hasta marzo, irónicamente quizás hasta los Idus de Marzo, tendremos al nuevo gobierno interino.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Aquí puede leer todas sus columnas en El Independiente.
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