Durante más de cuatro décadas, Siria, bajo el liderazgo de la familia Asad, ha sido uno de los aliados más importantes del régimen iraní, permitiendo a Teherán expandir su influencia en Oriente Medio. Como socio clave en sus guerras por delegación, el régimen de Asad facilitó el control iraní sobre el Líbano mediante Hizbulá y proporcionó un corredor estratégico para las fuerzas iraníes hacia Irak, Siria y otros territorios, conectando Teherán con Beirut. Sin embargo, el reciente colapso de Asad tras una derrota militar rápida e inesperada en 11 días representa un golpe devastador para Irán, tanto en el ámbito estratégico como psicológico.

El impacto psicológico en el pueblo iraní

La caída del régimen de Asad ha generado un impacto profundo en el pueblo iraní, especialmente entre quienes han sufrido bajo la represiva teocracia de los mulás. Durante años, el régimen iraní ha promovido una narrativa de invulnerabilidad y hegemonía regional, construida en parte sobre su alianza con Asad. Ver el colapso de un socio tan cercano desafía directamente esta narrativa y refuerza la percepción de que incluso las dictaduras más arraigadas pueden tambalearse y caer.

La derrota de un régimen respaldado por la Guardia Revolucionaria Iraní y una vasta red de milicias muestra que incluso las estructuras autoritarias aparentemente impenetrables son vulnerables

Para los iraníes comunes, esto no solo representa la caída de un dictador extranjero, sino también una lección simbólica: el cambio es posible. La derrota de un régimen respaldado por la Guardia Revolucionaria Iraní y una vasta red de milicias muestra que incluso las estructuras autoritarias aparentemente impenetrables son vulnerables. Esto alimenta la esperanza entre un pueblo que, durante décadas, ha enfrentado represión, dificultades económicas y un entorno político hostil.

Un catalizador para la oposición iraní

El pueblo iraní y su oposición organizada se sienten envalentonados por la caída de Assad. El Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), dirigido por Maryam Rajavi, sostiene desde hace tiempo que los días del régimen iraní están contados, pese a su enorme aparato militar y de seguridad. El rápido derrumbe del régimen de Assad ofrece al pueblo iraní, especialmente a los partidarios del CNRI, una prueba tangible de que el régimen de los mulás no es tan poderoso como parece.

La visión del CNRI para Irán no es sólo un ideal teórico. Cuenta con el respaldo de un movimiento de resistencia bien organizado dentro del país, encabezado por la Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán (OMPI/MEK), que ha desempeñado un papel crucial en la exposición de la corrupción del régimen, incluidas sus ambiciones nucleares, y en la organización de protestas y levantamientos en todo Irán. Las unidades de resistencia de la OMPI que operan de forma encubierta dentro de Irán se han convertido en una fuerza cada vez más poderosa a la hora de desafiar al aparato de seguridad del régimen, en particular al CGRI.

En la oposición existe la profunda sensación de que si Asad, un líder otrora poderoso respaldado por Irán, pudo derrumbarse tan rápidamente, también podría hacerlo el régimen iraní

La caída de Assad no sólo es un golpe a las ambiciones regionales de Irán, sino también un testimonio de la fragilidad del propio régimen iraní. En la oposición existe la profunda sensación de que si Asad, un líder otrora poderoso respaldado por Irán, pudo derrumbarse tan rápidamente, también podría hacerlo el régimen iraní. Esta creencia tiene el potencial de galvanizar los esfuerzos dentro de Irán y alimentar un nuevo sentido de determinación para derrocar a los mulás.

Para el pueblo iraní, especialmente para aquellos que sufren las duras condiciones económicas impuestas tanto por la mala gestión interna como por las sanciones internacionales, la caída de Assad ofrece una poderosa victoria simbólica. Muestra que incluso los regímenes profundamente arraigados son vulnerables y que el actual régimen de Teherán -cuyas políticas han desestabilizado gran parte de Oriente Medio- puede ser derrocado. El impacto psicológico sobre los iraníes comunes es considerable, pues ven que el cambio de régimen no sólo es posible sino inminente.

El contexto global y la vulnerabilidad del régimen iraní

Durante años, Irán ha seguido una estrategia de desestabilización regional, utilizando su alianza con Asad, Hizbulá y varios aliados en Irak y Yemen para extender su influencia. La caída de Assad representa una ruptura significativa en esta estrategia, que conduce a una situación en la que la capacidad de Irán para proyectar poder en la región está ahora bajo un mayor escrutinio. Para el pueblo iraní, esta es otra señal clara de que su gobierno está perdiendo el control, no sólo en el ámbito interno sino también en el internacional.

Esta creciente vulnerabilidad ha generado una creciente oposición dentro del propio Irán. La derrota del ejército de Asad, considerado en el pasado por muchos analistas como una de las fuerzas más poderosas de la región, demuestra que incluso los ejércitos más formidables pueden derrumbarse bajo presión. Es una lección que resuena profundamente en el pueblo iraní, que está siendo testigo de una crisis económica, protestas generalizadas y un creciente malestar en su propio país. El régimen de los mulás, que en el pasado se creía inexpugnable, ahora parece más vulnerable que nunca.

Conclusión: Los vientos del cambio en Irán

Durante más de cuarenta años, Irán ha estado bajo el yugo de una dictadura religiosa que ha infligido un inmenso sufrimiento a su pueblo y ha causado estragos en todo Oriente Medio. El régimen de los mulás ha suprimido las libertades, sofocado la disidencia y mantenido un clima de miedo y represión. Pero los vientos del cambio están empezando a soplar. La caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria, un aliado clave de Irán, y la creciente fuerza de la resistencia iraní, indican que el momento del cambio se acerca rápidamente.

El régimen de los mulás, que en el pasado se creía inexpugnable, ahora parece más vulnerable que nunca

La principal oposición iraní, encabezada por el Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), está comprometida con el establecimiento de una república libre, democrática y laica. El liderazgo de Maryam Rajavi se basa en su Plan de Diez Puntos para un Irán Democrático. El plan describe los principios clave para un Irán futuro, incluida la abolición de la pena de muerte, la igualdad de derechos para las mujeres, la separación de la religión y el Estado y el establecimiento de un gobierno que respete la libertad de expresión y la tolerancia religiosa. El plan también prevé una transición pacífica a la democracia, con un gobierno provisional que organice elecciones libres dentro de los seis meses siguientes a la caída del régimen.

En una reunión reciente en el Parlamento Europeo, Rajavi reafirmó el compromiso inquebrantable de la Resistencia con la libertad, la igualdad de género y la separación de la religión y el Estado. Este compromiso se resume mejor en sus lemas, que se han convertido en un grito de guerra para la Resistencia: "No al hijab obligatorio, no a la religión obligatoria y no al gobierno obligatorio".

Es hora de que la comunidad internacional los apoye y ayude a lograr el cambio de régimen que Irán necesita tan desesperadamente.


Firouz Mahvi es dirigente del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), movimiento opositor iraní.