En la convulsa tarde del jueves, trascendió que la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil no había encontrado ningún mensaje en el teléfono móvil del Fiscal General del Estado, tras analizar el período comprendido entre el 8 y el 14 de marzo. Las fuentes del Ministerio Público explicaron a varios medios de comunicación que esta misteriosa ausencia de contenido se debía a “una limpieza regular por motivos de seguridad”, lo que no quiere decir que Álvaro García Ortiz no recibiera ningún WhatsApp. Parece bastante obvio. También que la excusa de la Fiscalía puede llevar a concluir que el jefe quiso deshacerse de alguna comunicación que no le convenía conservar.
Algunos medios destacaron que, durante este tiempo, el fiscal cambió su teléfono móvil, por lo que también es posible que los mensajes se perdieran porque no sincronizó bien el traslado de los datos. Puestos a sopesar opciones, incluso podría llegar a barajarse que sufrió alguna fatalidad que provocó la pérdida de esa información. Pudieron, por ejemplo, robarle la cuenta de Google el mismo día que perdió el anterior dispositivo y descargó una tormenta solar sobre su casa. La fatalidad está a veces a la vuelta de la esquina. Lo imposible no pasa... hasta que pasa y deja de serlo.
Lo que conviene tener claro es que esos mensajes existían porque así lo ha certificado la UCO a través del análisis de los teléfonos de otras personas, con las que García Ortiz se comunicó.
La tropa periodística progubernamental -los abajo-firmantes de Pedro- quiso utilizar este extravío para intentar tener razón y omitió el contexto (el borrado) para centrarse en el hecho (0 mensajes). Lo hizo con una sorprendente visión de túnel que le llevó a contar una media verdad difícil de tolerar por cualquier lector que conserve las funciones neuronales básicas. Un diario digital tituló así su información de cabecera: “La Guardia Civil no encuentra mensajes en el teléfono del fiscal general relacionados con el correo de la pareja de Ayuso”.
Más pe-rio-dis-mo
Era un clamor que los mensajes -posiblemente, incriminatorios- habían sido eliminados de ese teléfono, pero hubo algún reportero dicharachero que afirmó: “Frente a la mentira, la verdad. La UCO en ningún momento dice que el fiscal general borrara mensajes”. Un rato después, la propia Fiscalía transmitía a los medios -incluido el suyo- que existe un procedimiento para eliminarlos. Quedó como Cagancho en Almagro. Pobre hombre.
No tuvo en cuenta este 'notario de la actualidad' lo comentado anteriormente: que se sabía desde hace semanas que la fiscal provincial de Madrid, Pilar Rodríguez, había recibido durante esos días comunicaciones desde el teléfono de García Ortiz que ahora no se encuentran en el dispositivo del aludido. Pese a lo relevante de este dato, un tertuliano estrella de RTVE -que cobra más de 400 por viaje, no tanto como Jésica, pero no está mal-, señalaba en sus redes sociales el jueves: “Después de tantas portadas y horas de tertulias, la UCO halla 'cero mensajes' del fiscal general entre el 8 y el 14 de marzo”.
El presidente del Gobierno repitió el mismo argumento un rato después, cuando le preguntaron durante una comparecencia y afirmó: “¿Qué quiere que le diga? (Han corrido) ríos de tinta y se ha hablado durante horas y horas en las tertulias de los medios de comunicación conservadores, donde decían que el fiscal tenía que dimitir (…). Y resulta que hoy en el informe de la Guardia Civil se dice que no hay ningún mensaje que pruebe esa acusación tan grave”. Después, para variar, apeló a luchar contra los bulos, al fango y a la desinformación.
El bulo eres tú
Estos últimos ejercicios nunca los hacen los medios pro-sanchistas. O sea, los que recibirán una gran parte de los 124,5 millones de euros de ayudas a la prensa que recientemente ha anunciado el Gobierno; y a los que no amenazan con planes de regeneración democrática que, en realidad, son maniobras de coacción y extorsión. En Prisa, en Eldiario, en El Plural y en 'lo de Contreras' nunca se cuentan trolas ni se manipula. Incluso en tardes como la del jueves, en la que todos intentaron tomar por estúpidos a sus lectores al transmitirles la media verdad más burda de la historia: que no había, ni hubiera, ni hubiere, ni hubo, ni habrá mensajes en el teléfono de García Ortiz.
Lo más gracioso es que Pedro Sánchez -que ha enloquecido y ahora no es metafórico- apeló en su rueda de prensa a pedir perdón a quienes dudaron de la honorabilidad del fiscal general y sospecharon de su participación en la filtración de datos personales del novio de Isabel Díaz Ayuso, cosa, por cierto, que está por demostrar, pero que ahora será un poco más difícil, después de que a alguien se le ocurriera limpiar el teléfono de marras.
Pero las palabras de Sánchez permiten remitirse a un episodio que sucedió hace aproximadamente una década, cuando los investigadores comprobaron que diversos discos duros habían sido borrados y apaleados en Génova 13, en otro inmenso ejercicio de desfachatez y corrupción de los que avergonzarían a cualquier ciudadano que conserve cierta consciencia sobre el destino de sus impuestos.
Existen dos grandes diferencias entre esos dos episodios: ni Mariano Rajoy exigió disculpas a los periodistas; ni estos últimos apresuraron a defender a su presidente como su guardia de corps, como ocurre con tanto caradura, vendido e impresentable en estos tiempos.
Una prensa vergonzosa
Compran cualquier merluza maloliente que les remite el presidente porque han priorizado el engorde de su cuenta corriente frente a su decencia personal y profesional. No hace mucho, se atrevieron a difundir que la ultraderecha había reivindicado el ataque al presidente del Gobierno en Paiporta para intentar echarle un cable en un momento en el que los valencianos le acusaban de haberles dejado tirados. Era una mentira escandalosa que los neonazis fueran los responsables de aquellos hechos, pero todos -y digo todos- los palanganeros mediáticos progubernamentales la replicaron.
¿Los escuchó mucha gente? Incluso aunque fuera tan sólo una persona, siempre es más de lo que se merecen. Por fortuna, cada vez son menos. El CIS publicó estos días un barómetro en el que figuraban un par de preguntas sobre el seguimiento informativo de la DANA. El 37,6% lo hizo a través de las redes sociales. El porcentaje fue mayor que el de la radio (18,2%), la prensa digital (15,7%) y la impresa (4,1%). Entre los jóvenes, el desapego con respecto a los medios es gigantesco y prefieren que les cuenten la actualidad en internet que en las empresas periodísticas.
No hay duda de que en las redes hay mentiras, manipulaciones y bazofia a raudales. Lo que llama la atención es que alerten día a día de ese peligro los periodistas más desvergonzados que recuerda España, que son los alineados con este Gobierno y con su argumentario.
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hace 1 mes
Más razón que un santo.
Aunque bien mirado y por esa regla de tres, las»solicitudes de perdon» a este individuo serían lo más parecido a la historia interminable, aquella en la que una cosa lleva a la otra…y todas quedan pendientes de ese «perdón».
hace 1 mes
Y perdona también porque nos haya parecido infantil tu «salida de tono» con lo de Aldama, propia de un niño de infancia al que le cogen en un renuncio.
hace 1 mes
Es triste y penoso que haya empresas periodísticas que cobren subvenciones y otras no, con la acción está la explicación.
hace 1 mes
Lo que realmente ocurrió es que el Fiscal General se olvidó de no borrar los mensajes.