El ejercicio 2024 se ha visto marcado en la política monetaria por un cambio de tono significativo. Tras casi dos años consecutivos -2022 y 2023- de subidas de los tipos de interés, en un contexto de un nivel de inflación mucho más alto de lo que ha sido habitual desde la creación del euro, este año ha estado caracterizado por una serie de bajadas de los tipos de interés de referencia. 

Estas bajadas de los tipos de interés de referencia se han dado en un contexto de convergencia progresiva de la inflación hacia el objetivo del 2%, el que los bancos centrales de muchas economías desarrolladas, incluida la Eurozona, consideran ideal para mantener la estabilidad de precios y fomentar el crecimiento económico. La inflación, que había alcanzado su punto máximo a finales del año 2022, con una tasa anual que llegó a superar el 10%, comenzó a estabilizarse en torno al 2% a lo largo de este 2024. Este periodo de desinflación se ha producido en un contexto en el que la actividad económica ha mostrado cierta debilidad, lo que sugiere que las presiones inflacionarias vividas en años anteriores están hoy descartadas. Así lo consideran los analistas y los mercados, que prevén que esta estabilidad en la inflación se mantendrá a medio plazo, es decir, durante los años 2025 y 2026. 

A pesar de esta estabilidad, el próximo año llega en un contexto de gran incertidumbre, especialmente marcado por el entorno internacional. Factores geopolíticos, como los conflictos que acontecen en Oriente Medio y Ucrania, así como las recientes elecciones en Estados Unidos, hacen que sea muy complicado hacer predicciones precisas sobre el comportamiento de la economía mundial el próximo año. No obstante, en este contexto de estabilización de la inflación que estamos viviendo en Europa, la política monetaria debería continuar relajándose, con nuevas bajadas de tipos de interés. 

Al reducir los tipos de interés, podrían animarse el gasto y la inversión, lo que a su vez debería impulsar la demanda interna

Esta expectativa se fundamenta también en la importancia de apoyar una recuperación económica gradual, apoyada en el incremento de la demanda interna. Al reducir los tipos de interés, podrían animarse el gasto y la inversión, lo que a su vez debería impulsar la demanda interna. Este crecimiento de la demanda es crucial para una recuperación económica sostenida. 

En definitiva, 2024 ha sido un año de bajadas de tipos de interés, con el foco puesto en el proceso de reducción de la inflación que hemos vivido en la eurozona a lo largo de este ejercicio y sin perder de vista el apoyo al crecimiento económico. Aunque el panorama para el próximo año 2025 está lleno de incertidumbre, especialmente debido a factores geopolíticos, la expectativa es que continúen las bajadas de interés en 2025, cuando se espera que se consolide el objetivo de inflación del 2%. Pero, especialmente tras los preocupantes eventos vividos en los últimos años (pandemia, guerras…), los bancos centrales estamos muy atentos a todo lo que suceda para adaptar la política monetaria al cumplimiento de nuestra función de mantener la estabilidad de precios.


José Luis Escrivá Belmonte, gobernador del Banco de España.