El 23 de julio de 1999 Mohamed VI accede al trono del Reino de Marruecos, sucediendo a su padre (Hasán II) que, a su vez, había sucedido al suyo (Mohamed V) en 1961. El reinado de Hasán II, desde su mismo inicio, se vio marcado por sucesivas y severas crisis sociales y políticas (conocidas como los años de plomo) que lo acompañarían hasta su muerte; llevándolo a gobernar el país con una brutalidad y represión solo vistas en la Alemania nazi. La represión, sin igual, vivida por los marroquíes aquellos años, es tan lacerante y espantosa que (en forma de temor cerval) quedó grabada en el ADN de todos ellos.

El pavor –ya congénito– moldearía para siempre la psique y la personalidad de los súbditos de Hasan II, dando lugar a una especie de paranoia colectiva y mente social permanentemente alerta (similar a la que refleja George Orwell en la novela 1984) proclive a la idolatría y adoración desmedidas a la persona del Monarca, que perduraría hasta hoy. A pesar de ello –y, en parte, debido a ello– en este contexto de terror policial, Hasan II sufre (en 1971 y 1972) dos sangrientos golpes de Estado consecutivos. No confiaba en el pueblo y ahora tampoco podía confiar en el ejército.

Es imperativo entretener a la plebe y a los militares involucrándolos en un conflicto allende las fronteras del reino. Así fue como Hasan II, arrastrando con él a Mauritania (que lo secundaba más por coacción que por convicción), y aprovechando la muerte de Franco y la debilidad de Juan Carlos I; invade (en el otoño de 1975) el Sáhara Español y le arrebata a España su provincia 53. Dominar el Sáhara se convierte en su máxima prioridad. Este trozo de desierto, habitado por “un puñado de nómadas”, cuyo suelo –y subsuelo– atesora inmensos recursos naturales, y su litoral –de 1.110 Km– además de contener los mejores caladeros del mundo (ricos en las especies marinas más preciadas) se caracteriza por la singularidad de poseer una de las áreas de mayor concentración de cardúmenes de cefalópodos (pulpo, choco, calamar) a nivel mundial; es “El Dorado” que resolverá decisivamente todos los problemas políticos, sociales y económicos que están desgarrando la nación.
Efectivamente, Hasan II consigue desviar drásticamente la atención del pueblo y del ejército, pero –para su pesar–solo para focalizarla en una cruenta guerra en la que, los que él consideraba “un puñado de nómadas”, convertirán en una pesadilla terrible “El Dorado” con el que soñaba.
A finales de los años ochenta, Hasan II, a pesar del apoyo explícito y generoso de Estados Unidos, Francia, España, las tiranías árabes del Golfo y la Entidad Sionista; llega a la conclusión de que es imposible someter el Sahara por la fuerza de las armas. Cambia de estrategia y se decanta por la maniobra política de lo que se ha dado en llamar el “Plan de Arreglo”, usando como pantalla a las Naciones Unidas y la Organización de la Unidad Africana (Unión Africana actualmente) a las que invoca para lograr un alto el fuego interminable que –de eso Hasan II está completamente seguro– acabaría por desgastar a los irreductibles beduinos del Sahara. La Historia se encargaría de desmentirlo categóricamente: Ocho años después de decretarse el alto el fuego (que duraría 29 años) Hasan II se lleva con él a la tumba su sueño de ver subyugado el Sahara Occidental.
“A rey muerto, rey puesto”, de esto no cabe ninguna duda, pero hay un problema: Mohamed VI –viva antítesis de su padre– no quiere ser rey; y la Corona que ha heredado le pesa como una losa que le obligará a renunciar a su estilo de vida (una fiesta eterna en la que las noches parisinas y bruselenses se alternan con días ociosos en parajes paradisíacos, yates y coches de lujo). Además, junto con el trono, su padre le ha legado el “nudo gordiano” del Sáhara que (después de 24 años) ni siquiera él, con su carisma, ingenio maquiavélico y sagacidad reconocida, consiguió solventar.


El Majzen (sádico círculo oligárquico que –de facto– es el verdadero poder que dirige y mueve todos los hilos de la política marroquí) solucionó su dilema: Mohamed VI solo debe mostrarse en público como el Monarca supremo que –teóricamente– rige los designios de Marruecos (dando continuidad a la dinastía alauí) y, paralelamente, seguir viviendo en su burbuja personal de holganza y diversión, sin alterar ni un ápice, su rutina de excesos, ostentación y derroche. 
En cuanto al asunto del Sahara, Mohamed VI tampoco debe preocuparse. En su nombre, El Majzen ha diseñado un novedoso y magnífico plan que, además de autoamortizarse, empezará a generar ganancias inmediatamente después de su puesta a punto: Dado que no se ha logrado vencer a los saharauis en la guerra, y el statu quo (mantenido en el tiempo) de una tregua indefinida, tampoco ha conseguido desgastarlos; es el momento de recurrir a la Unión Europea, usándola como la “rampa perfecta” para relanzar sus tesis anexionistas y apropiarse del Sahara. La próspera Unión Europea, un bloque compacto, democrático, moderno y solvente; es la “llave maestra” que Marruecos necesita para sortear la “verja” de la legalidad internacional. Es el aval definitivo que Marruecos debe esgrimir en el nebuloso escenario político internacional, para apoderarse del Territorio No Autónomo del Sahara Occidental.

Dominar el Sáhara Occidental se convierte en su máxima prioridad


Complacido con estas dos condiciones (“telerreinar” sin renunciar a su extravagante estilo de vida, e instrumentalizar a la UE para conquistar el Sahara) Mohamed VI es coronado Rey de Marruecos y adornado con los títulos (que ostentaba su padre) de “Emir de los creyentes” –en realidad de los crédulos– y “presidente del Comité Al Quds (Jerusalen)” que, posteriormente, pondría a disposición de Netanyahu como prueba inequívoca de adhesión y reciprocidad en lo que a la ocupación se refiere; y da luz verde al Majzen para ejecutar, sin demora, el plan trazado por éste, empleando para ello “todos los medios necesarios”. El Majzen se pone manos a la obra para dar cumplimiento a su insidioso plan que, en resumen, comprende lo siguiente: 


1- Sembrar en la mente de los políticos europeos la idea de que Marruecos es el “guardián” y el escudo infalible del que Europa no puede prescindir para protegerse de la tríada temible (narcotráfico-tráfico de personas-terrorismo). 
El Majzen sabe que los dirigentes europeos no son tan ingenuos y son perfectamente conscientes (como reconoció Juan mFernando López Aguilar al aludir a la “sapofagia” de la cúpula del PSOE en su trato con Marruecos) de que lo que él pregona, es una quimera falaz, no solo porque en esencia lo es, sino porque el peligro al que se teme, proviene y se fragua, precisamente, en Marruecos; pero aquí el objetivo es que los políticos, a su vez (haciendo del fariseísmo vocación) extrapolen esa idea a la sociedad para quedar insertada subliminal y perennemente en la mente de los europeos.


2- Implantada la idea anterior en el subconsciente de la opinión pública europea, corresponde pasar a la acción. 
No es un secreto para nadie que, tanto la frontera terrestre (de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla) que España comparte con Marruecos, como el litoral español en su conjunto (peninsular, balear y canario) vive desde hace décadas bajo la amenaza constante de la tríada temible. Esto es algo que, prácticamente, está asumido; y es la consecuencia directa de tener como vecino a un narcoestado (que, en el caso concreto de España, podemos definir como la narcomonarquía alauí). El narcotráfico es la piedra angular sobre la que se cimientan los otros dos lados del triángulo maligno, es decir, la existencia de narcotráfico (y aquí estamos hablando de toda una narcomonarquía plenamente asentada) implica –intrínsecamente– en mayor o menor medida, la proliferación del tráfico de personas y el auge de actos de terrorismo. 
Ahora, este “monstruo tricéfalo” que el Majzen alimenta, cuida y mima, se va a orientar, con toda su fuerza, a Europa, usando a España (que, desde la Transición, o mejor dicho desde que renunció al Sahara, se ha convertido en el eslabón débil que Marruecos puede avasallar cada vez que le plazca) como puente para estrangular el continente con la inmigración; y para inundarlo del hachís (que se cultiva en las enormes plantaciones del norte del reino) y de la cocaína (que los buques procedentes de Colombia y otros países de Latinoamérica descargan, con total impunidad, en los puertos de Aaiún y Dajla).
En cuanto a la “tercera cabeza del monstruo” –terrorismo– solo Dios sabe hasta dónde llega su alcance; pero seguro que su nivel y el daño que puede llegar a causar, no debe ser inferior al de los sofisticados drones israelíes con los que el Majzen fulmina a los civiles saharauis, mauritanos o argelinos que están de paso por el desierto.
Esta dinámica de coerción continua, solo arreciará –relativamente– cuando la coyuntura política lo aconseje y el Majzen lo estime oportuno; y siempre que la Unión Europea (devenida en feudataria de éste) satisfaga el “tributo” millonario periódico (que, supuestamente, se entrega bajo el título de “ayuda para contener la inmigración”.


3- Otro método (carente de toda ética y moralidad como todo lo concerniente al Majzen) que contempla este siniestro plan es el espionaje digital o ciberespionaje, que se usará, entre otras cosas, para acceder mediante softwares malignos –como Pegasus– a los dispositivos (teléfonos, ordenadores…) de dirigentes (fundamentalmente europeos), políticos y personalidades destacadas (periodistas, abogados, académicos, activistas…) que, de alguna manera, tengan relación con el tema del Sahara o con algún otro asunto (político, económico…) que sea de interés del Majzen.
 La finalidad es obvia: Las personas espiadas se convierten en rehenes (de la información –personal– recopilada sobre ellos) en manos del Majzen, viéndose obligadas, sin remedio, a someterse a sus dictados. Solo tendrán dos opciones: Erguirse y denunciar (como hizo el periodista español Ignacio Cembrero); o humillarse, callar y obedecer (como hizo el presidente del Gobierno Pedro Sánchez).
Paralelamente al espionaje, el Majzen asignó un presupuesto considerable a la compra de voluntades, especialmente en el entorno de los políticos ligados al Parlamento Europeo. Los políticos que el Majzen conseguía corromper, quedaban atados a él por el hecho de aceptar el soborno, y solo les queda estar pendientes y cumplir las instrucciones que, en un momento dado, se les den, para merecer el “precio” que ellos mismos han puesto a su lealtad.
Esta es una de las razones (además del posicionamiento promarroquí de los socialistas españoles) por las que la Eurocámara (a pesar de su diversidad política) siempre se muestra reacia a abordar o favorecer cualquier mención o moción relacionada con la causa saharaui.

El Majzen abre de par en par las puertas del Sahara ocupado al expolio total y desenfrenado de los recursos naturales del territorio


4-Por último, tenemos el apartado más importante (que, irónicamente, acabaría motivando el desplome –cual castillo de naipes– de todo el plan).
 El Majzen abre de par en par las puertas del Sahara ocupado al expolio total y desenfrenado de los recursos naturales del territorio. Trabaja sin descanso, día y noche, y se afana tanto en el saqueo, haciendo acopio de todo lo que puede, como si temiera ser desalojado al día siguiente. 
La pesca industrial (en sus modalidades de arrastre, palangre y cerco) en la que se favorece a los armadores europeos, es dominante en los caladeros saharauis, llegando a representar el 96% del total de las capturas que se efectúa –de forma masiva e intensiva– en las aguas del Sahara.
La productos pesqueros saharauis (frescos y variados) muy demandados por el consumidor, después de ser etiquetados como “procedentes de Marruecos”, llegan a los supermercados de toda Europa.
En la misma línea, las hortalizas y frutas producidas en el Sahara entran a raudales a Europa. Miles de toneladas de tomates y melones llegan diariamente a los comercios del continente, bajo etiquetado marroquí. 
Para garantizar que este torrente de tomates y melones fluya sin interrupción, se levanta en Dajla (antigua Villa Cisneros) en el sur del territorio, una colosal megalópolis de 5000 hectáreas (50.000 Km²) dedicada enteramente al cultivo de tomates y melones; ocupando la variedad cherry, que da entre 80 y 120 toneladas por hectárea (y es conocida por su alta calidad y consistencia, factor determinante en el transporte de larga distancia) la mayor parte de la gigantesca ciudad-invernadero. Esta enorme explotación agrícola es cultivada por cuatro grandes empresas agroindustriales: Rosaflor, Soprofel, Azura y Les Domaines Agricoles; cuya titularidad se reparten Mohamed VI, el Majzen y grupos empresariales franceses. 
Mientras la exportación de tomates y melones (cultivados en el Sahara) crece de forma exponencial, el campo del sudeste español (y de otras partes de Europa) se deteriora y pierde rentabilidad día a día, engullido por una competencia desleal desbocada (favorecida por exoneraciones fiscales, ausencia de controles de calidad y mano de obra barata).

El litoral español en su conjunto (peninsular, balear y canario) vive desde hace décadas bajo la amenaza constante de la tríada temible. Esto es algo que, prácticamente, está asumido; y es la consecuencia directa de tener como vecino a un narcoestado


El robo que se evidencia en los acuerdos (pesquero y agrícola) Unión Europea-Marruecos, cuya rúbrica significa –en clave política– reconocerle a Marruecos un territorio que no le pertenece y, por consiguiente, la comisión intencionada del delito de receptación (tipificado en el código penal de todos los Estados miembros de la UE); es el más llamativo, pero no es el único. Ahí está, por ejemplo (entre otros muchos más) el trasiego imparable en el puerto del Aaiún (las 24 horas del día) de los cargueros que esperan su turno para zarpar repletos –del mineral– de fosfatos (que se extra a cielo abierto en los yacimientos de Bucraa).


En esto se basa el plan del Majzen para la Unión Europea. En aplicar algo tan simple como es la “teoría del palo y la zanahoria”, siendo los tres primeros apartados el palo, y el cuarto la zanahoria. Y, hasta cierto punto, le ha funcionado.
 Ha logrado tener en vilo –por no decir sometido– a toda la UE durante años, consiguiendo que se le considere, nada más y nada menos que “socio preferente y estratégico”, por el que vale la pena “hacer la vista gorda” dándole a entender (con la firma de los susodichos acuerdos) que el Sahara es irremediablemente suyo.
 Pero hay algo con lo que el Majzen no contaba, porque en Marruecos es impensable: La independencia judicial.
En el año 2012 el Frente POLISARIO recurre los acuerdos de pesca y de libre comercio entre Rabat y Bruselas por incluir el Sahara Occidental. Se inicia una feroz guerra judicial en la que los saharauis, representados por el brillante abogado Gilles Devers (fallecido el pasado 26 de noviembre y al que, a través de este humilde artículo, rendimos homenaje, sintiendo como nuestra la pérdida de su familia y amigos), tienen que hacer frente a toda la Unión Europea y su poderosa Comisión. Después de doce largos años, plagados de obstáculos, idas y venidas y duras batallas procesales en las se dictan sentencias y se presentan recursos (en 2016, 2019 y 2021); ¡por fin! el 4 de octubre de 2024 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea declara nulos los acuerdos comerciales en materia de pesca y productos agrícolas de la Unión Europea-Marruecos, por incluir en su ámbito de aplicación el Sahara Occidental sin contar con el consentimiento expreso de su pueblo, representado legítimamente por el Frente POLISARIO. 
Una sentencia histórica que, no solo desactiva el objetivo del pérfido plan del régimen alauí de anexionar el Sahara, sino que:


1-Ajustándose a la legalidad internacional, le recuerda al Majzen (a Sánchez y a Macrón) que la línea fronteriza meridional de Marruecos está delimitada por el paralelo 27°40´N (Sebjat Tah).


2-Sienta un precedente jurídico indiscutible, que le permite al Frente POLISARIO ejercer acciones legales contra cualquier entidad o empresa (pública o privada) europea que pretenda operar en el Sahara Occidental sin su previo consentimiento.


3-Al reconocer como interlocutor válido al Frente POLISARIO ante la Unión Europea, se está reconociendo de forma implícita la guerra justa a la que se vio abocado para defender su tierra del ocupante marroquí, con lo cual la sentencia trascendental del TJUE, más allá de su dimensión económica, también comporta derivadas políticas que auguran un horizonte negro para Marruecos, que había basado su “último cartucho” en usar a la Unión Europea para avalar la ocupación del Sáhara.


Abderrahman Buhaia es intérprete y educador saharaui.