Según el calendario chino, 2025 será el año de la serpiente de madera. Aunque realmente podemos afirmar que 2025 será el año de Turquía y del presidente Recep Tayyip Erdoğan. La caída de Damasco a manos de la oposición siria ha tenido como consecuencia que el peso regional de Turquía haya crecido a nivel regional, pero no solamente eso, sino que hay diferentes situaciones que permiten afirmar que 2025 será un año en el que habrá que mirar a Turquía por diferentes motivos. Desde su peso en los Balcanes, sus acuerdos con las monarquías del Golfo, hasta su papel en el norte de África. Incluso con España será clave la cooperación con Turquía, y en el desarrollo de la invasión rusa en Ucrania su intrínseco apoyo al presidente Volodimir Zelenski.
En primer lugar, será necesario poner la lupa en aquello que más nos afecta como europeos, y por eso debemos centrarnos en los Balcanes. A través de diferentes acuerdos de cooperación económica, cultural y militar, la república turca es uno de los principales actores en los Balcanes. Todos los países situados por debajo del Danubio, antigua frontera del Imperio Otomano durante siglos, tienen fuertes vínculos con Turquía, sobre todo la tríada musulmana, formada por Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Albania. Después vendría su influencia clave en Montenegro, Bulgaria, Macedonia del Norte, Rumanía, y aunque parezca que no, también es fundamental para Hungría. Recordemos que Hungría forma parte de la Organización de los Estados Túrquicos.
La influencia turca en todos estos Estados tiene un efecto directo en la política exterior comunitaria. La UE es un actor preferente en las relaciones exteriores de todos estos países. Hay una normalización y buena vecindad desde hará un par de años con Grecia, y más después de la invasión rusa de Ucrania.
Este es otro aspecto importante, el papel de Turquía en apoyar a Ucrania ha sido fundamental para establecer su papel de mediador imparcial. Por un lado, siempre se ha mostrado crítico con las sanciones contra Rusia, pues hay importantes intercambios económicos entre Rusia y Turquía, aunque ahora veremos que sucede después del derribo del vuelo de AZAL, compañía nacional de Azerbaiyán, por parte de Rusia. Por otro lado, siempre Turquía se ha mostrado crítica y ha condenado la anexión rusa de Crimea y la vulneración de derechos de los tártaros, pueblo túrquico.
Turquía, junto con China, se está expandiendo económico por toda el área económica rusa, que debido a las sanciones se quedó vacía. Turkmenistán, Uzbekistán, Tadjikistán, Kirguizistán y Kazajstán se han alejado de Rusia y se han acercado a Turquía, más aún. Este hecho ha facilitado en gran medida que poco a poco la Unión Europea haya cerrado acuerdos energéticos y comerciales con todos ellos. Las sanciones a Rusia por parte de la Unión Europea han situado en todas estas repúblicas como socios económicos por su producción energética. En algunos casos han estado ayudando a Rusia a esquivar sanciones, y se han cobrado el favor haciendo negocio.
Después de los Balcanes y Europa, la caída de Damasco marca un punto de inflexión. No es casual que la primera misión en abrirse después de la entrada de las milicias islamistas haya sido la de Turquía. Desde el principio de las primaveras árabes, Qatar y Turquía iban con la oposición en Siria, y después de catorce años su apuesta se ha visto compensada. De Turkish Airlines, compañía estatal turca, serán los primeros vuelos internacionales que aterrizarán en Damasco y Alepo. Y serán ingenieros ferroviarios turcos los que reconstruirán la red ferroviaria siria.
Tal como se ha anunciado, hay interés y voluntad de querer reconstruir la historia línea otomana que comunicaba Estambul con Hejaz (Arabia Saudí), pero esta vez llegará hasta Damasco. Un apunte para los cinéfilos: esta línea es la que los árabes vuelan por los aires en Lawrence de Arabia.
La caída de Damasco, y el establecimiento de un gobierno interino sirio cuyos principales aliados son turcos y qataríes, también dibuja un escenario energético nuevo. Está sobre la mesa, tal como informó el ministro turco de Energía y Recursos Naturales, Alparslan Bayraktar, establecer la nueva conexión energética entre Turquía y Qatar, a través de Arabia Saudí y Siria. Esta nueva conexión quedó suspendida por las primaveras árabes. Así la UE reduciría la dependencia energética de Rusia y Estados Unidos.
Polonia fue uno de los países que primero potenció los vínculos entre Qatar y la Unión Europea. Para no depender de la energía rusa, desde la anexión de Crimea la compañía polaca Orlen trabaja con saudíes y qataríes. Esto sitúa de nuevo a Turquía en un papel central al hacer de puente entre el Golfo y la UE. Recordemos que también está sobre la mesa la conexión de mercancías India-UE, a través de Irak y Turquía, establecida como proyecto viable en la cumbre de Delhi del G20 en 2023.
La Turquía de Erdogan en 2025 ganará peso en los Balcanes, dentro de la UE y la OTAN. También será mayor su relevancia en el Levante"
Y, por último, el rol de Turquía en el Mediterráneo y África. Destaca su papel diplomático en Etiopía, Somalia y Eritrea, como también en Sudán. De esta manera aparece también Turquía allí, como contrapeso del creciente papel chino. Las empresas turcas exportan cada vez más a África, y cada vez hay más infraestructura renovada para dar cabida a estos nuevos productos.
Los líderes africanos no quieren fotos con Putin, ni quieren tener a Wagner en sus fronteras. Generan problemas, mala imagen exterior y son un foco problemático ahora que la popularidad está bajo mínimos. Frente a ello, aparece Turquía y Sadat (empresa militar privada turca), que presta su apoyo y formación para los gobiernos africanos. La neutralidad turca, y su nula intromisión en asuntos nacionales también es un punto a favor, incluso para ganar espacios en Marruecos y Argelia a la vez, o en apoyar a Trípoli mientras cierra acuerdos con Egipto, país que apoya a la facción contraria libia.
De este modo, la Turquía de Erdogan en 2025 ganará peso en los Balcanes, y por tanto dentro de la Unión Europea y la OTAN. También será mayor su relevancia en el Levante, alcanzando uno de los hitos de la política neootomana, de extender su influencia desde Damasco al Cáucaso Sur, y de Irak a Hungría. Y por medio la cuestión africana y mediterránea, donde es el único estado que puede tener una política marítima sin rival en el Mediterráneo oriental. Veremos qué sucede con la cuestión chipriota, ya que se espera que reconozcan Chipre del Norte.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Aquí puede leer todas sus columnas en El Independiente.
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