Después de dos años sin jefe de Estado, el Parlamento del Líbano ha elegido a Joseph Aoun como presidente. Desde que Michel Aoun terminara su mandato presidencial en octubre de 2022 el puesto estaba vacante pues no había manera de sumar los votos necesarios para elegir a su sucesor. Tal y como se estableció en los acuerdos políticos que pusieron fin a la larga guerra civil libanesa, los cristianos maronitas tienen reservado el cargo de presidente de la República. El comandante del Ejército Libanés consiguió los votos necesarios en la segunda vuelta, después de que Hizbulá y Amal le brindaran su apoyo. Suleimán Frangieh, candidato de Marada, se retiró de la carrera presidencial y expresó su apoyo a Aoun.

Hay ilusión en que la situación en el Líbano mejore. Dos factores fundamentales refuerzan esta idea que tienen millones de libaneses. El primero es que Bashar Asad ya no gobierna en Siria, y las relaciones sectarias entre Damasco y algunas facciones políticas libanesas han terminado después de décadas de sembrar discordia entre libaneses.

El papel de Hizbulá en la política libanesa ha quedado mermado, no solo porque su estructura armada ha sido destruida, sino porque ha perdido a sus aliados regionales"

Y la segunda es que el papel de Hizbulá en la política libanesa ha quedado absolutamente mermado, no solamente porque gran parte de su estructura armada ha sido destruida, sino porque sin un gobierno en Siria afín a su causa, han perdido a sus aliados regionales. Irán se ha desentendido de participar en nada, sobre todo después la caída de Damasco. Así pues, sin la influencia iraní ni siria en el Líbano, se espera que se abra una nueva etapa política.

Joseph Aoun es realmente un punto y aparte en la política libanesa. Formó parte en las negociaciones sobre el despliegue del ejército libanés en el sur del país para que Israel y Hizbulá retiraran sus efectivos. A pesar de compartir apellido con el anterior presidente libanés, Michel Aoun, no son familia, y no tiene ningún antecedente vinculado a la guerra civil. Ayuda a que sea una figura de consenso el hecho de que no provenga de familias políticas implicadas en la guerra civil. Sus primeras responsabilidades militares fueron contra el Estado Islámico en la frontera de Siria y Líbano.

Una nueva generación política

Nació en 1983, de modo que representa a una nueva generación política. Hay un hecho importante también alrededor del nuevo presidente: es una figura cercana a la cooperación con las monarquías del Golfo, y también con Estados Unidos. Representa un cambio de paradigma en la política libanesa, que ya no gira alrededor de Siria e Irán, sino se acercaría a Estados Unidos y las monarquías árabes.

Nadie espera que los problemas del Líbano se solucionen con un chasquido de dedos, pero esta elección significa un importante inicio. El nuevo presidente libanés tiene especial interés, tal como dijo en el discurso de investidura, en acabar con las milicias armadas en el país. No quiere que nadie, aparte del Estado, posea armas. Esto es un importante ataque a Hizbulá, quien, a pesar de prestarle su apoyo, es el principal objetivo de esta línea política, ya que tiene un arsenal superior al de las propias Fuerzas Armadas.

Sin Irán, sin Damasco, y sin popularidad alguna más allá de sus reductos más bunkerizados, Hizbulá tendrá que dar su brazo a torcer. Y lo sabe. Por eso no aplaudieron estas líneas del discurso del ya presidente Aoun. Desde el Falangismo Libanés ovacionaron el discurso presidencial, y se muestran dispuestos a ayudar a que pueda cumplir sus propósitos.

Defensa de las Fuerzas Armadas

El respeto a la integridad territorial también fue uno de los asuntos que abordó en su discurso de investidura. Aoun se comprometió a defender el país de cualquier invasión, y para ello el Estado se va a fortalecer. Hay voluntad de invertir más en las Fuerzas Armadas libanesas, y que estas actúen en todo el territorio libanés. La consecuencia será que no habrá bases de Hizbulá en el sur del río Latani, para que no ataquen desde ahí a terceros países, ni sirvan de excusa para la presencia israelí en el Líbano.

Como comandante del Ejército Libanés fue especialmente constante en esta línea, y las pocas declaraciones políticas que hizo en su larga carrera militar, han sido de la necesidad de apoyar al Ejército Libanés con más recursos, y también de que sea quien ostente la defensa de la nación, sin depender de facciones y milicias como hasta ahora.

Así pues, el nombramiento de Joseph Aoun busca iniciar una nueva etapa regional, no solamente doméstica. La anarquía libanesa llega a su fin con un cambio de papeles, ya que el país ya no está dentro de la órbita iraní y siria, sino que ha conseguido desmarcarse. Quizás más cercano a Qatar y Arabia Saudí, como también a Francia y Estados Unidos, pero esto lo tendremos que ver más adelante.

Lo que está claro es que a pesar de que no se quiera abrir un conflicto porque el país solamente piensa en la reconstrucción nacional. Poco a poco algunos actores perderán su presencia. La Revolución de los Cedros triunfa veinte años después, y el sueño de un Líbano que mira más a Occidente que a Irán, más democrático que sectario, quizás se cumpla.


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Aquí puede leer todas sus columnas en www.elindependiente.com.