Los presidentes brasileños reciben un diploma que certifica su derecho democrático a ejercer el poder luego de haber ganado las elecciones. La entrega de este documento fue especialmente emotiva en el año 2002 por las palabras de Lula da Silva al recibirlo, estas fueron, "Yo, que durante tantas veces fui acusado de no tener un diploma superior, gano mi primer diploma, el de presidente de la República de mi país". Antes había dicho, con voz entrecortada y lágrimas en los ojos: "Si había alguien en Brasil que dudase de que un tornero mecánico, salido de una fábrica, llegaría a la Presidencia de la República, el año de 2002 probó exactamente lo contrario".

No hay que olvidar que Lula sucedía en el poder a Fernando Henrique Cardoso quien, además de su actividad política, era un investigador y profesor universitario de reconocido prestigio internacional, autor de obras de referencia en las Ciencias Sociales latinoamericanas como Dependencia y desarrollo en América Latina, de la que Enzo Falleto es coautor.

Sin estudios superiores

Pero Lula no ha sido el único presidente latinoamericano criticado por carecer de estudios superiores, también lo fueron Evo Morales de Bolivia o el banquero Guillermo Lasso de Ecuador. Tampoco cuentan con un título universitario Gabriel Boric de Chile, ni el salvadoreño Nayib Bukele. Pero mientras el chileno suele ser criticado por este motivo, el salvadoreño ha hecho de la necesidad virtud apropiándose del argumento criptobro que desprecia la formación universitaria, considerándola inútil por contener conocimientos poco prácticos.

Al igual que los youtubers y otros milenials tech que enseñan cómo hacerse rico sin trabajar, él mismo se muestra como ejemplo de éxito en todas las actividades que ha desarrollado a pesar de no tener un diploma. De hecho, su gestión cuenta con el mayor índice de aprobación en América Latina. 

Me parece que la cuestión sobre los estudios cursados por los presidentes –y los políticos en general– responde al viejo debate sobre los rasgos de los gobernantes y su impacto en el desempeño del poder. Si bien la discusión es tan antigua que ya la abordó Aristóteles (siglo IV a. C.) en Política, es posible que, con matices, el origen de la actual deificación de los estudios universitarios tenga más que ver con el principio de autoridad escolástico y la institucionalización del saber en las Universidades. Pero la formación universitaria ha dejado de ser un factor de diferencia para convertirse en algo bastante común y generalizado, la realidad es que más del 90% de los diputados latinoamericanos posean estudios universitarios completos (datos del Proyecto Élites Parlamentarias de América Latina, Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca).

Cómo ser un buen político

No obstante, lo que planteo es que se trata de un falso debate, puesto que no está claro qué tipo de conocimiento o formación hacen de una persona un buen político o presidente. La diversidad de la formación universitaria a veces es ajena a lo que podría esperarse que necesita un gobernante.

Como muestra, el presidente brasileño Juscelino Kubitschek –el constructor de Brasilia, entre otras cosas–, dentista de profesión, o la antigua canciller alemana, Angela Merkel, profesora universitaria de Física. Pero, sobre todo, en América Latina y en el mundo entero abundan casos de magníficos y pésimos gobernantes con y sin estudios, sin que sea unívoca la correspondencia, tal y como se verá a continuación con algunos ejemplos.

PPK, retrato robot del político bien formado

Comienzo con mi favorito, un expresidente cuya trayectoria vital encaja con el retrato robot que podría hacer cualquier tertuliano si se le pidiese que describiera a un "político bien formado", el peruano Pedro Pablo Kuczynski. Hijo de un científico alemán de origen asquenazi, que en la década de 1930 se asentó en Perú para estudiar enfermedades tropicales, y de una profesora universitaria y artista franco-suiza, su formación primaria y secundaria transcurrió en un colegio internacional en Perú y en un internado inglés.

Sus estudios formales se complementaron con una exquisita educación musical en un conservatorio de Suiza y en el Royal College of Music de Londres, donde estudió composición, piano y flauta. Su formación universitaria también es de primer nivel, obtuvo el bachellor en el Exeter College de Oxford, donde se especializó en política, filosofía y economía. Además, realizó una maestría en políticas públicas en la Escuela Woodrow Wilson de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Princeton.

Antes de ser presidente de Perú en 2016, trabajó en el Banco Mundial, donde llegó a ser economista jefe para América Latina, posición de tecnócrata internacional que alternó con cargos de dirección en el Banco Central de Reserva de Perú y con varias carteras ministeriales en su país. También fue directivo de instituciones financieras privadas y empresas transnacionales mineras. A la par, desarrolló actividades académicas y tiene publicaciones editadas por las más prestigiosas university press de los Estados Unidos.

A todo ello hay que añadir un potente capital social global. Su primera mujer es hija de un congresista norteamericano por el estado de Massachusetts y, por parte de madre, es primo del cineasta Jean-Luc Godard. No obstante, a pesar de todas esas credenciales, su gobierno fue un desastre y presentó su renuncia antes de cumplir dos años en el cargo de los cuatro que le correspondían. Al igual que otros presidentes peruanos electos terminó encausado por corrupción, formando así parte de un selecto club al que también pertenece Alejandro Toledo, PhD. en Economía por la Universidad de Stanford.

Ejemplos en Ecuador

En Ecuador también hay algunos ejemplos y debe de ser el único país del mundo que ha sido gobernado por dos graduados de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. El primero no terminó su período y hubo de gestionar la crisis del sistema financiero que acabó con el país dolarizado –medida que acaba de cumplir 25 años esta semana–; el segundo es Daniel Noboa, quien ha recibido la mejor formación que el abundante dinero de su familia y su capacidad de estudio le han permitido.

Noboa se educó en el Colegio Alemán Humboldt de Guayaquil y después realizó una serie de estudios en Estados Unidos. Su pregrado en negocios es de la Universidad de Nueva York y, a la maestría en Harvard, se suma una en negocios en la Escuela Kellogg de la Universidad de Northwestern y otra en comunicación política en la Universidad George Washington.

Sin embargo, durante su corto y mejorable gobierno ha intentado condonar cerca de 100 millones de dólares que adeudan las empresas de su familia al Estado, ha nombrado vicepresidenta a una persona no electa y ha hecho gala de tendencias autoritarias y poco respeto a las instituciones y al Estado de Derecho, llegando al colmo de permitir que su ministro de Defensa amenace a los jueces y fiscales que investigan el brutal asesinato de un niño y tres adolescentes capturados en un operativo militar.

La formación universitaria puede ayudar, pero no garantiza honestidad o valores democráticos. Tampoco hace que se adquiera la 'virtù'"

Sin duda la formación universitaria puede ayudar, pero no garantiza que una persona sea honesta o que tenga valores democráticos. Tampoco hace que se adquiera la virtù de que hablaba Maquiavelo como rasgo necesario de un buen gobernante. Es decir, que tenga ese conjunto de cualidades que le permiten vencer los obstáculos presentes y prever el futuro con fuerza, liderazgo, inteligencia, voluntad y destreza.

La virtù puede ser en buena medida innata, pero también se adquiere en la práctica de la política, tal y como demuestra la historia del tornero mecánico que montó uno de los partidos políticos más grandes de América Latina y que ha sido tres veces presidente de un país del G20.


Francisco Sánchez es director de Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca. Aquí puede leer los artículos que ha publicado en El Independiente.