La declaración ante el Supremo de la Fiscal Superior de Madrid, Almudena Lastra, deja a Álvaro García Ortiz al borde del banquillo, y a un paso de la condena por un delito de revelación de secretos.
Lastra ratificó todo lo dicho ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (testimonio íntegramente difundido el pasado miércoles por El Independiente) en el sentido de que su negativa a firmar una nota de prensa, como le requería el Fiscal General del Estado, para desmentir unas informaciones que se iban a publicar, se debió a que ella no estaba de acuerdo en desvelar datos que no se podían hacer públicos sobre el caso del novio de Díaz Ayuso. Es decir, que había que mantener la confidencialidad del procedimiento contra Alberto González Amador como se hace con cualquier contribuyente investigado por presuntos delitos fiscales.
La Fiscal Superior de Madrid ha mostrado ante el juez Ángel Hurtado su enfado por la insistencia de García Ortiz. Reconoció que incluso rechazó atender seis llamadas suyas el 14 de marzo de 2024, cuando ya la nota había sido publicada. El Fiscal General del Estado intentó hablar con ella por todos lo medios, incluso llamándola a través de la centralita de la Fiscalía. Al final, no tuvo más remedio que ponerse. Pero para preguntarle en todo de reproche: "¿Álvaro, has filtrado tú?". A lo que él, lacónico y elusivo contestó: "Eso ahora no importa". ¡Vaya que si importa! Como que ese detalle es el que le puede echar de la carrera.
También echó leña al fuego -tal vez sin pretenderlo- la Fiscal Jefe de Madrid, Pilar Rodríguez, igualmente imputada, al declarar al juez: "Nadie me llamó para informarme de que la nota de prensa salía de la Fiscalía Provincial". Un dato más que pone de manifiesto que García Ortiz buscó una coartada, eludiendo la realidad: que el origen de la nota era la propia Fiscalía General del Estado.
No le fue mejor a García Ortiz con el testimonio del Fiscal de Delitos Económicos -el que se encarga del caso del presunto delito fiscal del novio de Díaz Ayuso-, Julián Salto. Relató con precisión cómo el 13 de marzo acudió a Wanda Metropolitano para ver a su Atlético de Madrid, que ese día jugaba con el Inter de Milán, en partido clasificatorio de la Champions. La primera llamada que recibió ya en el estadio fue la de Almudena Lastra, que le informó de lo que acabada de publicar El Mundo, para, a renglón seguido, tranquilizarle y decirle que no había prisa. Ya hablarían al día siguiente.
El testimonio de Almudena Lastra deja al Fiscal General al borde del banquillo
Pero no. En el minuto 43 de partido, cuando el marcador reflejaba un angustioso empate a uno, Pilar Rodríguez (su jefa directa) le llamó urgiéndole a que le enviase todos los correos entre él y el abogado de Alberto González Amador. "El Fiscal General no puede esperar", le conminó. Así que tuvo que marcharse antes del descanso para enviarle a Rodríguez toda la información, que luego sería utilizada en la nota de prensa. "Los jefes nunca llaman para felicitarte", se lamentó. Por suerte para Salto el At. de Madrid se clasificó tras ganar en la tanda de penaltis 3-2. Dios aprieta, pero no ahoga.
Esa presión desde la cúpula de la Fiscalía es altamente sospechosa. Aunque sabemos que en esos momentos dramáticos de la noche del 13 de noviembre a García Ortiz lo único que le preocupaba era "ganar el relato".
Tampoco le fue favorable al Fiscal General la declaración de Salto en el sentido de que este desmintió que existiera en la Fiscalía un protocolo de borrado de mensajes, excusa que dio García Ortiz para justificar que su móvil, rastreado por la UCO, no contuviera ningún mensaje en los días en los que se produjeron los hechos ahora investigados. Salto informó al juez de que es el encargado de digitalizar la Fiscalía y que, si hubiera existido tal protocolo, él debería haberlo sabido.
Muy mal pintan las cosas para el Fiscal General, que tiene que declarar el próximo día 29 ante el Supremo. El testimonio de Lastra no sólo ha aportado indicios que le señalan como autor de la filtración, y, por tanto, del posible delito de revelación de secretos, sino que sus afirmaciones ante el juez han sido creíbles y coherentes.
El empecinamiento de García Ortiz a mantener una versión inverosímil y a continuar en el cargo, a pesar de ser consciente del riesgo que asume, sólo se explica por la defensa cerrada que está recibiendo por parte del Gobierno. Esa es la clave del caso, que la investigación debería aclarar próximamente.
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