Íñigo Errejón ha abrazado la madurez en el amanecer de este 2025 al asegurar ante el juez que Elisa Mouliaá le había denunciado por "dinero". Cosa grave, sin duda. Ella había negado previamente que con esta exposición pública buscara contratos, pero este viernes por la noche fue entrevistada en Telecinco, lo que no parece muy congruente. Se comenta estos días que la actriz también ha recibido una oferta para participar en un reality show de campanillas, lo que vendría a completar el famoso pack Mediaset, que pasa por abrirse en canal en un plató para posteriormente pasar a engrosar el imaginario de un grupo que también (sin duda) dijo la verdad cuando anunció su renuncia a la telebasura.
Que Mouliaá sea una oportunista o no resulta lo menos relevante en esta historia. Diría que ella ha sido consecuente. Sapiosexual, simpatizante e íntegra según el concepto de integridad. que maneja esta gente.
Llegó a admirar a Errejón por las ideas que defendía y su forma de proceder en este caso no ha estado al margen del catecismo ideológico de la izquierda de Sumar y de Podemos, que concede rango de ley a las redes sociales de Cristina Fallarás y promueve juicios populares sin más prueba que el de los testimonios; y, sorprendentemente, sin tener en cuenta que a lo mejor el que aviva estas hogueras con sus denuncias no es una víctima, sino alguien que persigue algún fin innoble... por aquello de que no todo el mundo es bueno.
Es muy tentador el análisis sobre la supina estupidez de quien concede a alguien la razón por el mero hecho de señalar a alguien, sin necesidad de recibir más pruebas, pero eso no es lo más relevante aquí. Lo es mucho más la transformación personal del denunciado, que ha pasado de confiado a desconfiado con la misma rapidez con la que dejó el papel de cazador para convertirse en cazado. Parece que la crisis de los 40 le ha alcanzado al fin -seguramente con este golpe- y eso ha atraído cierta claridad hacia su mente. El cambio es radical. Hace unas semanas, se hubiera condenado al infierno si se hubiera escuchado decir que una denuncia de este tipo podía llegar a realizarse por dinero, por fama o por lo que fuera.
Parece que ha llegado Errejón a una conclusión propia de la crisis de la mediana edad, que es cuando suele entenderse que las fantasías sobre la superación y la mejora del entorno son cuestiones de desubicados; y que provoca más satisfacción personal el ver crecer el limonero de la terraza que lograr la sostenibilidad del planeta y la felicidad de la Pachamama.
A lo mejor también ha entendido que no hay nada más hortera que un cuarentón revolucionario o movilizado. Él y su tropa han sido especialistas en estas artes. En asociarse, organizarse y liar al resto. No hay ningún adscrito al que le haya ido especialmente mal desde entonces -pasaron de debatir en Argumosa a hacerlo en la cafetería del Congreso- y todo ha sido gracias a que España, en lugar de ser conformista, bajar la cabeza, trabajar y esperar a que pasara el temporal de la crisis económica, quiso convertirse en otra cosa a través de esta tropa de especialistas en buscar causas para figurar y ganar dinero. Curiosamente, lo mismo de lo que acusa a Mouliaá el antiguo portavoz de Más Madrid.
Me toca
La izquierda es propietaria de una imprenta de ocurrencias que nunca descansa. Inventa, escribe, reproduce y el coste de todo eso lo paga el ciudadano. Todo eso es muy caro. Esta misma semana, Europa Press publicaba la noticia de que la aplicación 'Me toca' había sido retirada de los mercados de Android y de Apple. ¿Y qué es 'Me toca'? Una singular iniciativa del ministerio de Irene Montero y Ángela Rodríguez 'Pam' por la cual se invirtieron 211.750 euros de dinero de los contribuyentes en un programita informático que facilitaba el reparto de las tareas del hogar entre los usuarios. Su éxito fue universal, como se demuestra en que sólo la descargaran 11.000 personas.
Antes de su epifanía, Errejón habría afirmado que ese fracaso es consecuencia de que los españoles no estaban preparados para una tecnología tan avanzada. Los oportunistas nunca suelen reconocer sus errores. Su actitud se explica en su mediocridad. Hacen ruido porque lo calmado y reflexivo no les genera réditos. Berrean como maniobra de supervivencia y niegan ser parte del problema incluso cuando es muy evidente. Por eso, no tengo duda de que Errejón es incapaz de ver que la verdad que ha encontrado en Mouliaá -”lo hace por dinero”- en realidad explica también su fama. Fama que ha sido buena para él y muy cara para los españoles. Por 'Me toca' y por lo demás.
Porque son cientos de millones de euros los que España ha gastado en las ocurrencias de esta tropa durante la pasada década, llamémosla ominosa, en la que -dicen- se ha avanzado en derechos que cabe preguntarse si son mucho más que ruido y asientos a ocupar. Tampoco puede decirse que el país haya superado definitivamente a estas personas. Han parido muchos hijos y tienen muchas bocas que alimentar.
Gasto salvaje
Por poner un ejemplo similar, en 2024, el ministerio de Ana Redondo invirtió 2,9 millones de euros en una campaña de publicidad institucional que pregonó la necesidad de repartir de forma equitativa las tareas del hogar entre hombres y mujeres. Hay otros 3,2 millones que se dedicaron a sensibilizar sobre los riesgos del porno... y otros cuantos millones más -se puede ver aquí-, para engrasar las causas ideológicas que no solucionan nada, pero que encienden pasiones entre los ciudadanos que no han matado al púber o no se han recuperado de alguna pedrada.
Todo lo paga el contribuyente, como las decenas y decenas e subvenciones que se entregan a defensores de causas tan justas... como Errejón creía que era la de Mouliaá hasta hace no mucho. Con ese dinero han creado estos mesías un buen escudo defensivo. Lo que para unos es un gasto, para otros representa una inversión. De las que da votos, asientos y llena el frigorífico a final de mes.
Por eso llama la atención que Errejón acuse a otra persona -ahora que le conviene- de hacer algo “por dinero”. ¿Por qué actuaron ellos entonces? A lo mejor alguien creyó que querían cambiar el mundo. Nada de eso. Era por las teles, la fama, las plataformas, el dinerito y una vida mejor. La nueva política, a izquierda y también a derecha, era eso en realidad. Los que salían por los que entraron. Falta por saber si los españoles han aprendido la lección o si, a la hora de la verdad, volverán a creer que el Estado y los mesías están ahí para salvarlos, en lugar de para enfrentarlos y arruinarlos, como ha hecho esta izquierda. Al respecto, soy pesimista.
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