El acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás anunciado el 15 de enero tardó más de un año en alcanzarse y casi con toda seguridad tardará mucho más tiempo en cumplirse plenamente que los más de cuatro meses previstos en el marco. Como muchas cosas en la vida, este acuerdo fue difícil de construir y será fácil de derribar. De hecho, el acuerdo ya se ha topado con problemas incluso antes de entrar en vigor el 19 de enero, ya que una disputa en el seno del gabinete israelí retrasó su votación hasta el 17 de enero.

Un factor fundamental para que el acuerdo se aplique con éxito será marginar a los saboteadores que están dispuestos a frustrar cualquier avance, como ha ocurrido en otros acuerdos escalonados en el frente palestino-israelí.

Tres factores que han propiciado este acuerdo

¿Por qué ahora y no antes? Esta es la pregunta que muchos se hacen sobre este acuerdo.

  1. Un nuevo panorama de seguridad en Oriente Medio. Un obstáculo para lograr el acuerdo antes fue el simple hecho de que Israel, la parte más poderosa del conflicto, se enfrentó a ataques en múltiples frentes desde que Hamás inició la guerra con su asalto a Israel el 7 de octubre de 2023. Estos ataques casi diarios no sólo procedían de Hamás en Gaza, sino también de Hezbolá en Líbano, varias milicias en Siria e Irak, los hutíes en Yemen e Irán. Los movimientos de Israel para restaurar una apariencia de disuasión estratégica en sus campañas militares de múltiples frentes en Gaza, Líbano, Siria, Yemen e Irán desde el verano de 2024 hasta hoy hicieron posible este acuerdo. Algunas voces que argumentaron el año pasado que Estados Unidos y otros países debían presionar a Israel para que detuviera su campaña en Gaza a fin de evitar una guerra regional más amplia malinterpretaron la dinámica de los conflictos y tensiones en toda la región, impulsados principalmente por el «Eje de la Resistencia», respaldado por Irán. Una vez que este eje sufrió pérdidas devastadoras e Israel fue menos vulnerable, el entorno se volvió más propicio para un acuerdo.
  2. Diplomacia persistente en la que participaron socios clave de la región. Cuando el primer alto el fuego de la guerra entre Israel y Hamás terminó en diciembre de 2023, los esfuerzos diplomáticos para lograr otro acuerdo y la liberación de los rehenes nunca terminaron realmente. En algunos momentos, los intentos decayeron, pero las conversaciones continuaron, incluso mientras Hamás y sus dirigentes sufrían pérdidas devastadoras. En mayo de 2024, el presidente Joe Biden esbozó una plantilla en la que proponía tres fases para un alto el fuego y la liberación de rehenes que condujeran a esfuerzos diplomáticos más amplios, y Estados Unidos trabajó insistentemente con Egipto y Qatar durante meses para lograr este acuerdo.
  3. La improbable cooperación pragmática entre Biden y Trump. A pesar de todo el rencor, la bravuconería y la espectacularidad de la política estadounidense y sus interminables campañas, la administración saliente de Biden y la entrante de Donald Trump colaboraron estrechamente para dar forma e influir en estas conversaciones y lograr el resultado. Esta cooperación pragmática es un recordatorio de que, a pesar de las fuertes divisiones dentro de Estados Unidos, los distintos partidos pueden unirse para lograr objetivos importantes en el frente de la política exterior.

Múltiples actores palestinos e israelíes, así como otros en la región en general, seguirán oponiéndose a este alto el fuego por sus propias razones

La confluencia de acontecimientos en este momento -el cambio en el entorno de seguridad, la tenaz diplomacia durante más de un año y la transición política en Estados Unidos- ha hecho posible este acuerdo. Pero, ¿sobrevivirá mucho tiempo?

Tres pasos para facilitar la aplicación del acuerdo

Los contornos de este acuerdo son complicados e implican tres fases diferentes, por lo que su plena aplicación será muy difícil. Se necesitan tres grandes pasos para garantizar su aplicación.

  1. Proteger el acuerdo de los saboteadores. Múltiples actores palestinos e israelíes, así como otros en la región en general, seguirán oponiéndose a este alto el fuego por sus propias razones. Muchas de estas voces son extremistas que no reconocen la compleja realidad de la situación y el imperativo a largo plazo de la coexistencia. Algunos grupos extremistas entre los palestinos pueden tratar de utilizar la fuerza para socavar el acuerdo, como ocurrió en la década de 1990 con el proceso de Oslo. Es probable que los extremistas de derechas de la actual coalición de gobierno israelí se opongan a avanzar más allá de la primera fase del acuerdo, especialmente tras la liberación de los rehenes, porque se oponen a una solución de dos Estados. La mejor manera de protegerse de estos elementos es crear y reforzar una coalición regional de actores que apoyen el acuerdo y construyan un puente hacia un acuerdo más duradero.
  2. Evitar un mayor deterioro de la seguridad y de las condiciones humanitarias en Gaza. Otro reto importante en la aplicación de este acuerdo es práctico: cómo secuenciar la retirada de las fuerzas israelíes con la introducción de otras fuerzas que puedan restablecer la ley y el orden y mantener una apariencia de seguridad. Se necesitan mejores condiciones de seguridad para que surja la ayuda humanitaria adicional prevista en este acuerdo, y eso no será tarea fácil, con bandas criminales que ya operan en Gaza de manera que dañan la seguridad e impiden la entrega equitativa de la ayuda. En estas cuestiones, Estados Unidos puede desempeñar un importante papel en materia de seguridad y ayuda al desarrollo, trabajando en estrecha coordinación con Israel, Egipto y otros países clave.
  3. Asignar funciones y responsabilidades claras en el esfuerzo de equipo que supone la aplicación del acuerdo. Este acuerdo, si ha de seguir adelante, requerirá un tiempo y una atención considerables por parte de la administración entrante de Trump, que ya ha señalado una larga lista de acciones ambiciosas y, en algunos casos, intencionadamente provocadoras en otros frentes políticos de su agenda general, como la inmigración, los aranceles y cambios importantes en el funcionamiento del gobierno estadounidense. Es probable que la administración Trump espere que los socios regionales de Estados Unidos compartan gran parte de la carga, y algunos de ellos parecen dispuestos a hacerlo. Pero esto requerirá un plan de juego de gestión claro que defina las funciones y responsabilidades de todos los implicados en la implementación.

Si este acuerdo de alto el fuego sale adelante el 19 de enero como está previsto, requerirá un gran esfuerzo y un compromiso más profundo y constante por parte de Estados Unidos para alcanzar todo su potencial.


Brian Katulis es Senior Fellow de Política Exterior de EE.UU del Middle East Institute. Artículo publicado originalmente en la web del Middle East Institute.