Es difícil adivinar todo lo que ha pasado por la mente de José María Álvarez-Pallete desde el pasado viernes, cuando Manuel de la Rocha, en compañía de Ángel Simón -consejero delegado de CriteriaCaixa- le comunicó su intención de apartarle de la presidencia de Telefónica. Quizás ha recordado el empresario madrileño los pellizcos que sufrió durante sus primeros tiempos en el cargo. No llegaron de sus competidores, sino de quienes le rodeaban. Nunca fue el gran favorito en las quinielas. La prensa situaba como favorito a Santiago Fernández Valbuena, pero César Alierta se decantó finalmente por su consejero delegado, quien, lejos de apostar por el continuismo, decidió enterrar algunos de los proyectos de su antecesor. Entre ellos, el que derivó en el despido de algunos expolíticos que habían sido colocados en la compañía, como Eduardo Zaplana.
Alierta -que en paz descanse- no se tomó aquello muy a bien y realizó una serie de maniobras hostiles desde Fundación Telefónica, que presidía, y en la que estaba rodeado por algunos de sus hombres de confianza. Aquello fue el no va más: el predecesor lanzaba piedras a su sucesor con tirachinas, pero procurando que estuvieran bien afiladas. Inaudito.
Hubo un movimiento en el verano de 2017 que generó unos cuantos comentarios maledicentes en la Villa y Corte. El zaragozano, aliado con Joseph Oughourlian en la batalla por la toma de control del Grupo Prisa, quiso presentar una oferta por la participación que todavía mantenía la operadora de telecomunicaciones allí. Llegó a tantear al Grupo Henneo para realizarla. Enterada de sus intenciones, Soraya Sáenz de Santamaría salió al auxilio de Juan Luis Cebrián y frenó aquello.
Alierta tuvo durante muchos años una atracción fatal por Prisa. Prueba de ellos es la polémica compra de 100 millones de euros de bonos de la compañía a principios de la década de 2010 por parte de Telefónica. La operación fue catastrófica para los accionistas -una catástrofe más-, pero durante un tiempo convirtió a la teleco en uno de los socios significativos de la compañía fundada por Jesús de Polanco. A Álvarez-Pallete siempre le incomodó esa posición. Se libró de ella en 2022, cuando vendió la inmensa mayoría de las acciones a un grupo de empresarios afín a Moncloa y al siempre influyente zapaterismo mediático. En este caso, capitaneado por Andrés Varela Entrecanales, el famoso productor de la patética serie sobre Pedro Sánchez.
La sombra del grupo multimedia
El sueño húmedo de quienes manejan la política mediática en Moncloa -y ahí suena alta la voz de José Luis Rodríguez Zapatero- ha sido durante los últimos años el de configurar un grupo multimedia en el que Prisa salga reforzado. Cuando, allá por 2020, Álvarez-Pallete comenzó a tantear el mercado en busca de soluciones para Movistar Plus -cara y poco o nada rentable-, esta posibilidad se llegó a poner sobre la mesa.
Ahora, que Prisa quiere un canal de TDT, tras las presiones ejercidas por José Miguel Contreras y compañía en Gran Vía 32, se había con la opción de sumar a Telefónica a este plan e incluso de realizar una operación para que esa 'colaboración' se tradujera en una vuelta de la teleco al accionariado de Prisa. En Distrito Telefónica y en el sector de la TDT son plenamente conscientes de estos planes. Un alto directivo de Telefónica advierte de que será la cuadratura del círculo.
El sueño húmedo de quienes manejan la política mediática en Moncloa -y ahí suena alta la voz de José Luis Rodríguez Zapatero- ha sido durante los últimos años el de configurar un grupo multimedia en el que Prisa salga reforzado
Son varias las operaciones mediáticas que se han dibujado sobre el papel durante la última década, de tormenta perfecta en el sector y debilitamiento financiero de las empresas informativas. Lo que sucedía es que faltaba el maná para engrasarlas: el dinero. El único movimiento relevante que cristalizó, como fue la compra del Grupo Zeta por parte de la familia Moll, requirió de una quita de deuda de 70 millones de euros que asumieron los accionistas de varios bancos y los contribuyentes catalanes, a través de su instituto público de crédito (ICF.cat).
Con Telefónica en la ecuación, y bajo el control del Gobierno desde el sábado, se ha eliminado la principal barrera que existía para crear un gran grupo multimedia pro gubernamental: la económica.
Amber Capital
Está por ver si la operación saldrá o no adelante, pero lo cierto es que supondría recompensar a Joseph Oughourlian (Amber Capital, 29,7% de Prisa) por el servicio que prestó al Gobierno cuando se prestó a hacer de ariete para tomar el Consejo de Administración de Indra. La jugada -consumada con nocturnidad, en la Junta Ordinaria de 2022- fue escandalosa e incluso el supervisor de los mercados (CNMV) observó irregularidades, que reconoció, pero sorprendentemente no sancionó.
El movimiento no reveló ningún rasgo desconocido del Gobierno de Pedro Sánchez -intervencionista, invasivo y sin complejos-, pero puso a los pies de los caballos a Oughourlian. Su inversión se ha revalorizado alrededor de un 40% desde entonces, ante la buena marcha de Indra en bolsa, espoleada por las buenas perspectivas de los inversores sobre las compañías de defensa. Pese a todo, el dueño de Amber Capital tiene un importante asunto pendiente en Prisa y el resultado de su apuesta por esta empresa -de más de 300 millones de euros- depende del Gobierno.
En otras palabras: Pedro tiene en su mano que recupere lo invertido o que venda con unas pérdidas abultadísimas, si se tiene en cuenta que su gran escalada en el capital comenzó en 2015 y que desde entonces los títulos de Prisa han caído desde el entorno de los 3 euros hasta los 33 céntimos. Entre medias, ha participado en 'colectas' propuestas a los accionistas para salvar los muebles, como las emisiones de bonos de 2023 y 2024. Era eso o diluirse en el capital.
¿Qué sucede estos días por Prisa? Lo más importante es que Oughourlian con Pimco la refinanciación de la deuda, que asciende a alrededor de 800 millones de euros. Dentro de las dependencias del grupo, se prepara en paralelo el plan estratégico que marcará el rumbo del grupo durante los próximos años, después de que la ejecución del anterior se haya visto dificultada por la inflación y por el gran mal que vive el sector: la falta de efectividad de la publicidad digital.
El ministerio de Óscar López iniciará en las próximas semanas un proceso para conceder una nueva licencia de TDT que los directivos de Prisa más cercanos a Moncloa quieren. Es curioso porque con la entrada de Marc Murtra en el despacho principal de Telefónica, y a sabiendas del plan que maneja el 'zapaterismo mediático' sobre este sector, a lo mejor esa concesión pasa de convertirse en un objetivo empresarial a una necesidad del Gobierno para justificar un matrimonio entre Telefónica y Prisa.
El resto del plan ya lo han completado, mientras la derecha, torpe, miraba la vida pasar desde los ventanales de Génova 13, donde alguna vez, tan sólo en invierno, se alcanza a ver el crepúsculo del atardecer.
Espero que sean conscientes de que, en poco más de un año, el Gobierno se ha asegurado el buen resultado de cualquier operación audiovisual y política sobre el sector de los medios de comunicación con varios movimientos importantes: el primero es la renovación de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
También ha tomado el control de Telefónica y ha ganado influencia en Criteria (Cataluña, como frente común), es decir, en dos de los grandes grupos anunciantes en medios. Por otra parte, las empresas públicas han 'secado' a la prensa crítica de publicidad en 2024, mientras Moncloa iniciaba un plan legislativo para que las comunidades autónomas no puedan destinar al mismo medio de comunicación más de un tanto por ciento -por determinar- de su inversión total en campañas institucionales. Por si esto fuera poco, en los próximos meses el Gobierno distribuirá 124,5 millones de euros en ayudas para la digitalización entre los medios que considere más oportuno. ¿Será un Plan Marshall selectivo? No me cabe duda.
Pedro ha ganado la batalla. Ha tenido que invertir cientos y cientos de millones de euros de los contribuyentes para cumplir con su objetivo, pero se ha asegurado la hegemonía mediática -sobra hablar de RTVE y de EFE- con tanta sagacidad como pocos escrúpulos.
Por cierto, debe reírse estos días a carcajadas Javier de Paz en Telefónica. Resistir es vencer. No siempre ganan los buenos y los más capaces.
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