La pena de muerte es una violación del derecho más fundamental de cualquier ser humano: el derecho a la vida. Se trata de una ejecución premeditada dictada por un tribunal y respaldada por las máximas instancias judiciales. Este castigo irreversible, según los defensores de los derechos humanos, debería ser sustituido por otras sanciones menos radicales y más justas.
En Irán, la lista de mujeres ejecutadas durante los últimos 46 años es extensa y abarca desde los primeros días de la Revolución Islámica de 1979 hasta la actualidad. Desde las primeras ejecuciones de trabajadoras sexuales en el invierno de ese mismo año, condenadas por el juez religioso Sadeq Khalkhali hasta la de figuras prominentes como Farrokhroo Parsa, la ministra de Educación del gobierno del Sha, condenada por el mismo juez ahorcada en mayo de 1981. También destaca el caso de Mona Mahmudnizhad, una joven de 17 años que, junto a otras nueve mujeres creyentes en la religión bahá’í, fue ejecutada.
Durante la década de los ochenta, un número incalculable de prisioneros fueron eliminados por su afiliación a grupos políticos y su oposición al régimen. Entre las víctimas se encuentran mujeres como Shirin Alamhouli, condenada por supuestos vínculos con grupos kurdos, y Zahra Bahrami, una ciudadana iraní-holandesa arrestada durante las protestas del Movimiento Verde y acusada de "enemistad contra Dios". Reyhaneh Jabbari también fue ejecutada tras ser acusada de asesinar a un exagente del Ministerio de Inteligencia que intentó violarla. Aunque su caso fue tratado como un delito penal, las organizaciones de derechos humanos argumentaron que tuvo dimensiones políticas y que no recibió un juicio justo.
Récord de mujeres ejecutadas
La pena de muerte en Irán no solo cobra vidas, sino que también evidencia una profunda discriminación estructural. Irán es el país con mayor número de ejecuciones de mujeres en el mundo. Según datos de la Organización de Derechos Humanos de Irán, entre 2010 y 2023 al menos 210 mujeres fueron ajusticiadas, y solo en 2024, 31 mujeres más sufrieron esta pena.
El régimen islámico utiliza la ejecución como herramienta de control social, especialmente contra las mujeres. La legislación y el sistema judicial iraní están profundamente arraigados en una estructura patriarcal que perpetúa la violencia doméstica y social. Muchas mujeres que terminan siendo ejecutadas lo son en el contexto de relaciones abusivas en el hogar, donde la falta de acceso a un sistema judicial justo las empuja a situaciones extremas. La discriminación en la legislación, los tribunales y las tradiciones coloca a las mujeres en una situación de vulnerabilidad extrema, dejándolas sin opciones para defenderse y convirtiéndolas en víctimas del sistema.
Desde el inicio del movimiento Mujer, Vida, Libertad y las protestas nacionales en 2022, se han emitido sentencias de muerte contra tres mujeres activistas. Antes de las condenas a muerte de Pakhsan Azizi (activista por los derechos de las mujeres y trabajadora social) y Verishe Moradi (activista por los derechos de las mujeres y medioambientalista), Sharifeh Mohammadi (activista por los derechos de las mujeres y trabajadora sindical) fue sentenciada en julio de este año a la pena de muerte bajo la acusación de "rebeldía contra Dios".
¿Por qué estas sentencias se emitieron contra mujeres después del inicio de este movimiento? Las mujeres han sido la fuerza motriz detrás de las protestas. La ejecución de mujeres en Irán tiene una dimensión general y otra específica. Por un lado, la ejecución se utiliza para generar terror y silenciar a la sociedad en su conjunto. En Irán, cada vez que surge un movimiento de protesta o aumenta la insatisfacción del pueblo por la incompetencia del régimen, se recurre a este mecanismo de represión.
A su vez, las mujeres son condenadas a muerte por el simple hecho de ser mujeres. Desde la perspectiva ideológica del régimen, las mujeres no tienen derecho a protestar ni a ocupar un lugar visible en la sociedad. Se les asigna un rol exclusivo de madres y esposas, y cualquier desvío de este modelo es castigado con severidad. (Según los preceptos religiosos, su papel debe limitarse exclusivamente al de madres y esposas. Someter a las mujeres ha sido y sigue siendo un objetivo esencial y constante del régimen a lo largo de estos años).
La resistencia femenina: un desafío constante
El enfrentamiento entre las mujeres y el régimen comenzó desde los primeros días de la República Islámica, una lucha que ha sido a veces silenciosa, otras veces abierta, con altibajos, pero que nunca se ha detenido En el movimiento, las mujeres mostraron un poder tan sorprendente que sacudieron los cimientos políticos, culturales e ideológicos del régimen.
Para contrarrestar esta fuerza y someter nuevamente a las mujeres, incluso más que antes, se implementó el Plan Nur, junto con un aumento de la represión: más arrestos, sentencias más severas y ejecuciones. La dominación sobre las mujeres es, en esencia, la dominación sobre la sociedad, del mismo modo que la libertad de las mujeres representa la libertad de la sociedad.
El gobierno de la República Islámica de Irán intenta enviar un mensaje claro a las mujeres disidentes, desde aquellas que rechazan el velo obligatorio hasta activistas que están involucradas en los servicios altruistas de ayuda social y artistas, con cada condena de pena de muerte: aunque se hayan relajado temporalmente las medidas del Plan de Castidad y Velo, esto no implica que las mujeres tengan permitido ocupar el espacio público.
La dominación sobre las mujeres es la dominación sobre la sociedad, del mismo modo que la libertad de las mujeres representa la libertad de la sociedad"
Si protestan, o se oponen, se enfrentan a la amenaza de ser arrestadas como es el caso de las ocho mujeres bahais de Isfahan con sentencias hasta cinco años de cárcel por dar clase a los niños de la calle y las condenadas a muerte como Pakhshan Azizi, Varieshe Moradi y Sharife Mohammadi. La emisión de sentencias de muerte contra las mujeres no es más que una forma de venganza contra ellas.
A pesar de décadas de represión, las autoridades iraníes no han logrado someter completamente a las mujeres. Las condiciones económicas actuales —marcadas por una inflación descontrolada, cortes diarios de electricidad y gas, y una creciente insatisfacción social— podrían desencadenar nuevas protestas en los próximos meses, con las mujeres nuevamente al frente.
Es probable que la lista de mujeres condenadas a muerte siga creciendo, pero la capacidad del régimen iraní para reprimir su resistencia es limitada. Durante los últimos 46 años, ni siquiera la violencia diaria, tanto en la esfera pública como en la privada, ha logrado doblegar la voluntad de las mujeres iraníes. Su lucha continúa siendo un símbolo de esperanza y resistencia.
Ryma Sheermohammadi es activista e intérprete iraní. Aquí puedes leer los artículos que ha publicado en El Independiente.
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