Brunetto Latini, secretario municipal de Florencia, escribió en 1250 un libro para enseñar a los florentinos el arte de la palabra, absolutamente necesario para dirigir la república según el arte de la política. Qué necesaria sería su lectura hoy, especialmente a Trump y a su Gobierno, que han inaugurado este segundo mandato con comparecencias diarias en las que, haciendo gala de su ignorancia, nos amenazan con un lenguaje soez, necio, ridículo y pueril, del que se desprende un absoluto desprecio a la inteligencia. Si de palabras bellas surgen acciones bellas, como decía Brunetto a los florentinos, es evidente que de las palabras necias de Trump sólo están surgiendo políticas mezquinas.

Todas las decisiones ejecutivas ratificadas por Trump en este segundo mandato han ido dirigidas a destruir y dañar gravemente las instituciones multilaterales y la UE. En su primer mandato ya nos dejó claro que la UE no podía depender de Washington con un líder tan poco fiable como él. Nuestra respuesta fue la brújula estratégica, que dormitó con la llegada de Biden al poder, pensando que Trump fue tan solo un mal sueño y que la relación de dos socios y amigos que compartían valores comunes de la democracia liberal constituía la normalidad, y Trump tan solo fue una anomalía.

Sin embargo "el nuevo sheriff ha llegado a la ciudad", como nos anunció su vicepresidente Vance, y tal vez ha llegado el momento de que la UE utilice un lenguaje mas acorde con el del sheriff y su banda. Recuerdo que en 2022, tras la primera votación en la asamblea general de Naciones Unidas para condenar la agresión ilegal de Putin contra Ucrania, Josep Borrell, alto representante de la UE, pronunció estas palabras ante el Parlamento Europeo: "Nos acordaremos de aquellos que en este momento solemne de nuestra historia no estén a nuestro lado".

Ahora que Trump se dispone a negociar con Putin, de espaldas a la UE y sin contar con Ucrania, un supuesto acuerdo de paz, es un buen momento para recordar estas palabras, y decirle a Trump que no olvidaremos ni perdonaremos a quien traicione a Europa pactando con el agresor y dejando a nuestras puertas a un criminal de guerra empoderado, amenazando y chantajeándonos con futuras guerras.

"Se ha dejado al criminal salir impune y con ello se le hace parecer más poderoso", señalaba el escritor alemán Friedrich Reck en 1938, con relación a la invasión de Polonia. Esto parece que pretende hacer Trump ahora, olvidando que la impunidad alimenta la violencia y que Putin ya utilizó la agresión bélica en Chechenia, en Georgia y en Crimea, y en todos estos escenarios consiguió ventajas políticas, y de todos salió indemne.

Permitir ahora que Putin anexione el 15 por ciento del territorio de Ucrania es legalizar un crimen, reconociendo que la violencia y la guerra son un instrumento legítimo para fijar fronteras y anexionar territorios soberanos de otros países. No podemos permitirlo. Habrá que decir alto y claro que no vamos a aceptar ningún acuerdo de espaldas a Ucrania, de su legítimo presidente y de sus ciudadanos, que son los que han sufrido dramáticamente los bombardeos indiscriminados de la tropas rusas y las torturas y violaciones de la guerrilla privada de Putin, formada por asesinos a sueldo.

Reconocer a los agresores como negociadores de la paz negándosela a los agredidos es ruin y miserable. ¿Se imaginan al general Mijail Mizintsev, el conocido como el carnicero de Mariúpol, como negociador de una supuesta paz, mientras los ucranianos esperan en la puerta?

Habrá que decir alto y claro, para nos entiendan, que el final de esta guerra, la primera en territorio europeo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, no se hará sin contar con nosotros. La seguridad futura de nuestros ciudadanos depende de ello y la Unión Europea no va a permitir que nadie decida por nosotros.

No sé si habrá un líder europeo dispuesto a decirle que no vamos a permitir los objetivos que pretenden en suelo europeo. Que legalizar la anexión de territorios invadidos por Putin a cambio del control de recursos de materias primas estratégicas de Ucrania por EEUU no es un acuerdo de paz, es simplemente un pacto carroñero entre dos autócratas en suelo europeo. Ahora, visto con perspectiva, podemos afirmar que la invasión de febrero de 2022 y todo lo acontecido desde entonces demuestran cómo Putin infravaloró los esfuerzos de la UE y su capacidad de actuar como un ente eficaz, sólido y unido, para reaccionar en apoyo financiero y militar de Ucrania, y con un paquete de sanciones a Rusia. Creía en una guerra corta, una invasión exitosa como en Crimea, porque pensaba que la UE no seria capaz de mantener la unidad o no lo haría durante el tiempo necesario para asistir y apoyar, con todas sus consecuencias, la integridad territorial de Ucrania. Trump debería tomar nota.

Hemos luchado junto a Ucrania en esta guerra porque, como dijo Zelenski, "Europa será siempre Europa, y lo será siempre y cuando estemos juntos". Ahora es el momento de demostrar hasta qué punto la guerra criminal de Rusia ha transformado el tablero geopolítico europeo en un nuevo escenario, que requiere un impulso en la construcción europea de unidad frente a la amenaza del régimen de Putin y ahora, lamentablemente, de la Administración Trump.