Resulta que Milei no era ese animal mitológico de la economía, mitad león con tirabuzones y mitad águila plateada preclara, sino que nos ha salido más un criptobró pringado, ese criptobró que se queda en calzoncillo en la ruina igual que estaba en calzoncillo en la riqueza, la verdad, que a ver para qué. El criptobró es alguien que está entre la pecera del PC y la testosterona de batido, entre el negocio con brilli-brilli y la estafa de feria, entre los burpess y la lámpara mágica, entre el imperio y el meme, entre el predicador y el chuloplaya, entre el adolescente y el avaro, entre el friki y el quinqui, entre el capitalismo y la lotería, entre el Tío Gilito y el bobo, entre la secta de triunfadores y la secta de fracasados. Y en eso parece que se quedó Milei, esperanza ultraliberal, león del libertarismo como el Tigre de Malasia (o sea Sandokán), líder y faro mundial y hasta premio Nobel de Economía in péctore, que eso auguraban. Sí, porque a Milei, con su motosierra y su carajo como pinzas de cangrejo moruno, le han colado la estafa del rug pull, que es como si le colaran frente a la Cibeles uno de nuestros timos de cateto, el tocomocho o la estampita.
Desde aquellos bulbos de tulipán del siglo XVII no hemos dejado de inventar maneras de hacernos ricos indistinguibles de maneras de arruinarnos, y todo por pereza, cree uno, que además es algo muy poco capitalista y muy poco calvinista. Se supone que el capitalismo premia el trabajo, el esfuerzo, el talento, la calidad, la competitividad, pero estos criptonegocios de ahora, con sus moneditas con caritas, dibujitos y ruiditos, parecen más que otra cosa tragaperras de barrio, algo entre el azar, el vicio, la obstinación y los cacahuetes. La fortuna que viene de la pereza sólo es suerte y siempre es volátil. Y son tan perezosos estos criptobrós que se tienen que ir al gimnasio entre sobacos olímpicos o ingles de bailarina, indistinguibles, o a levantar ruedas al garaje, para convencerse de que no están jugando a los marcianitos con acné o al parchís con millones. El criptobró inflado, paramilitar, con fe para vencer o morir como un cruzado, cree que la voluntad que lo lleva a machacarse es la voluntad que lo hará rico, pero lo que pasa es que uno no se hace rico a voluntad.
He visto por las redes a un criptobró en calzoncillo, aparentemente arruinado tras lo de Milei (o quizá no, que esto del calzoncillo universal despista mucho), y lo primero que piensa uno es qué clase de idiota con Rolex de cateto y pinta de sonado de MMA se juega los cuartos, o su reloj de mafioso, o la vida entera en calzoncillos, por un tuit de Milei o de quien sea. Bueno, la respuesta es, claro, que esa clase de idiota. Pero la pregunta interesante es qué clase de economista le da esta publicidad a una criptomoneda nueva, sabiendo sin duda lo que es una estafa de salida. Los criptobrós, que parece que se están preparando para una guerra económica de gladiadores (que también iban como en calzoncillo), yo creo que piensan que un día la economía mundial caerá y sólo sobrevivirán los que tengan Bitcoin e infernillo. Las criptomonedas son la nueva manera de tener el dinero en el colchón, con la diferencia de que el colchón puede arder o puede multiplicarse en un segundo. A mí no me parece una inversión, ni me parece economía, sólo juego o neurosis. Así que el tipo de economista que las recomienda me parece que estará también en el juego o en la neurosis.
Al final, Milei, evangelista de la libertad como estado de naturaleza, va a ser un economista de colchón, o un economista que juega a los dados, no sabemos si con los dados cargados, o un economista zumbado
Al final, Milei, evangelista de la libertad como estado de naturaleza, va a ser un economista de colchón, o un economista que juega a los dados, no sabemos si con los dados cargados, o un economista zumbado. Que el criptobró del Rolex y el calzoncillo, que era como un rapero afónico o como un novio de Taylor Swift abandonado, se crea que le va a crecer la fortuna como el paquete, que se va a volver millonario (que se tiene que volver necesariamente millonario, además) sin más que jugar al comecocos y hacer caso a gurús de webinar que dicen holdear y a gurús planetarios que dicen carajo; eso, en fin, es comprensible. Hay millones así, que hacen un buen fondo de followers impresionables, vagos y tontos, capaces de jugarse la vida por un tuit como los románticos se la jugaban por un beso en un pañuelo. Sí, se entiende que la estafa y la secta funcionen, que hay clientela de sobra y por ahí andan, tatuándose dólares en los glúteos como en ojos de dibujitos animados. Otra cosa es Milei. Que Milei avente estas criptomonedas de colchón de labriego o colchón de chaval discotequero me parece sospechoso. Que se trague la estafa más tonta del mundillo me parece increíble (creo que va a terminar investigado, con razón). Y que también Trump esté comprometido con esa secta de las tragaperras y de los niñatos hormonados con dodotis me parece ya inquietante o acojonante.
Las criptomonedas no dan para un tuit serio ni para una economía seria. Sólo pueden ser un juego o una estafa, y además peligrosos, casi más que las tragaperras de frutas y hasta que el bingo de los portales, que podía acabar en tragedia lorquiana aunque se jugara con lentejas (fue la primera moneda virtual). Como en todos los juegos y las estafas, algunos ganan y muchos pierden. A veces un tonto gana un Rolex y a veces un listo se hace de oro, o se hace incluso con el mundo, todo a base de tontos. Milei y Trump, criptobrós con outfit a juego, como unos Blues Brothers con la gorra para atrás, no creo que sean unos pringados precisamente. Diría más que van de camelo, chollo y pelotazo, que vaya nuevo orden mundial nos está quedando. Ni por allí ni por aquí dejamos de tragarnos lo de los bulbos de tulipán, lo del timo de la estampita con tonta del bote ni lo del gurú melenudo con sonrisa y mangazo.
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4 Comentarios
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hace 21 horas
Sí, se la han colado, pero él ha cobrado y ha publicitado la estafa.
Su labor la está haciendo de pena y sus ciudadanos están empeorando sin comida ni medicina… Tremendo!!
hace 1 día
Sí, se la han colado, pero no es él el que ha hecho la estafa.
Su labor la está haciendo bien y el país está mejorando
hace 1 día
Me quedo con su frase: La fortuna que viene de la pereza sólo es suerte y siempre es volátil.
La gente es idiota porque tiene nula cultura financiera y se creen a los mesías ya sean criptobros o adalides contra los malvados neoliberales
todo viene de la envidia (no confundir con Nvidia) ajajajajajaja
hace 1 día
Milei, a la mierda, carajo!