Rachida Dati se ha impuesto como una personalidad divisiva de la política francesa, tanto por sus posiciones como por su trayectoria personal. Exministra de Justicia bajo el mandato de Nicolas Sarkozy y hoy en día figura destacada de la derecha francesa, Dati está en el centro de varios asuntos judiciales, en particular de sospechas de corrupción y tráfico de influencias por contratos controvertidos con empresas privadas, entre ellas Renault-Nissan. Se dice que percibió remuneraciones sospechosas a cambio de servicios de influencia.

Desde siempre, Rachida Dati, que también tiene la nacionalidad marroquí, ha mostrado un apoyo constante a la posición de Marruecos con respecto a la antigua colonia española, un territorio ocupado ilegalmente por el reino desde 1975. Este apoyo inquebrantable refuerza su imagen de aliada estratégica de Rabat, a pesar de las condenas internacionales a la ocupación marroquí. En febrero de 2025, su visita a la Sáhara Occidental, calificada de histórica, reafirma esta ayuda y supone una nueva afrenta al derecho internacional.

La posición de Francia, encarnada por Rachida Dati y las actuales autoridades francesas, constituye una flagrante violación del derecho internacional. Varios elementos ilustran esta complicidad:

Incumplimiento del estatuto del territorio: El Sáhara Occidental está inscrito en la lista de territorios no autónomos de las Naciones Unidas desde 1963. El pueblo saharaui, apoyado por el Frente Polisario, lucha por su derecho a la autodeterminación. Sin embargo, al reconocer la «soberanía marroquí» sobre este territorio, Francia pisotea las resoluciones internacionales, incluidas las de la ONU.

Francia pisotea las resoluciones internacionales, incluidas las de la ONU

Desprecio de las decisiones jurídicas internacionales: En 1975, el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) afirmó claramente que no existía ningún vínculo de soberanía entre el Sáhara Occidental y Marruecos. Al apoyar la ocupación marroquí, Francia ignora esta decisión y los principios del derecho internacional.
Negación del derecho a la autodeterminación: El pueblo saharaui reivindica su independencia desde hace décadas. El apoyo de Francia a la ocupación marroquí constituye una traición a estas legítimas aspiraciones.

La negación de las decisiones del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE)
Además de las resoluciones de la ONU, la posición francesa también desafía las recientes decisiones del TJUE, que se ha pronunciado a favor del respeto de los derechos de los saharauis:

Sentencia de 4 de octubre de 2024: El TJUE dictaminó que los acuerdos comerciales entre la UE y Marruecos, en particular en los sectores de la pesca y la agricultura, no se aplicaban a la República Árabe Saharaui Democrática debido a la falta de consentimiento del pueblo saharaui.

Parece ser el precio a pagar para restablecer las relaciones diplomáticas con Marruecos, tras un periodo de tensiones

Aclaración de la distinción entre «población» y «pueblo saharaui»: El Tribunal reafirmó que solo el pueblo saharaui tiene derecho a la autodeterminación, y no la población actual del territorio ocupado.

Ante estas decisiones, la Comisión Europea, apoyada por Francia y España, intentó modificar el texto legislativo para excluir estos elementos. Sin embargo, el 15 de enero de 2025, el TJUE rechazó este intento de manipulación y confirmó sus sentencias.

Una diplomacia francesa debilitada

La posición de Francia con respecto a la Sáhara Occidental se ha endurecido recientemente con el reconocimiento de la «marroquidad» del territorio, un giro diplomático adoptado bajo la presidencia de Emmanuel Macron:

Cambio radical: En julio de 2024, Emmanuel Macron declaró que «el presente y el futuro del Sáhara Occidental se inscriben en el marco de la soberanía marroquí», rompiendo así con la posición tradicional de Francia, que apoyaba el proceso de descolonización bajo los auspicios de la ONU.

Alineación con los intereses marroquíes: Esta explícita muestra de apoyo parece ser el precio a pagar para restablecer las relaciones diplomáticas con Marruecos, tras un periodo de tensiones. París parece ceder a las exigencias de Rabat, que condicionaba la mejora de las relaciones al reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara Occidental.
Pérdida de credibilidad: Al ponerse del lado de Marruecos, Francia pierde su papel tradicional de mediador imparcial en el conflicto, al tiempo que se opone a Argelia, un apoyo histórico del Frente Polisario.

Contradicción con el derecho internacional: Al alinearse con la posición marroquí, Francia se sitúa en contradicción con las resoluciones de la ONU y la opinión de la CIJ, que no reconocen la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.

Doble rasero: Francia y la colonización israelí

La actitud de Francia hacia el Sáhara Occidental recuerda a la de algunos Estados que apoyan la colonización israelí en Cisjordania, con evidentes paralelismos:

Violación del derecho internacional: Al igual que algunos justifican la colonización israelí, Francia niega la existencia del estatuto de no autonomía del Sáhara Occidental, apoyando de hecho una ocupación ilegal.

Complicidad económica: Al hacer la vista gorda ante la explotación ilegal de los recursos naturales del Sáhara Occidental por parte de Marruecos, Francia participa indirectamente en la expoliación de este territorio.

Contradicción con sus propios principios: Aunque Francia se posiciona como defensora del derecho internacional, su apoyo a Marruecos constituye un doble rasero, al ignorar los principios que pretende promover en la escena mundial.

La hipocresía de la diplomacia francesa

La actual posición de Francia sobre el Sáhara Occidental es un ejemplo claro de la hipocresía de su diplomacia. Al ponerse del lado de Marruecos, París viola el derecho internacional, ignora las legítimas aspiraciones del pueblo saharaui y abandona su papel de mediador imparcial. Este apoyo se inscribe en una lógica de oportunismo diplomático, que debilita la posición de Francia en el mundo y traiciona sus principios.


Salim Djellab es miembro del Partido Socialista de Francia.