El espectáculo grotesco al que asistimos en el despacho oval escenifica de la peor forma imaginable y, para los que aún se negaban aceptarlo, que EEUU ha cambiado de bando. El aliado de Europa que, nos ayudó a recobrar la libertad y la democracia después de la Segunda Guerra Mundial, se ha vuelto en nuestra contra.

A lo largo de esta semana, que podría recordarse como la de la peregrinación europea a Washington, hemos visto como el despacho oval se ha convertido en un plató televisivo por donde han desfilado Macron, el Primer Ministro británico Keir Starmer y Zelenski. También aterrizaron en Washigton Roberta Metsola, Presidenta del PE, y la Alta Representante de la UE, Kaja Kallas.

Esta peregrinación de líderes europeos a Washington tenía un claro objetivo: pedirle a Trump que cualquier acuerdo de paz incluya garantías de seguridad para Ucrania que impidan nuevas agresiones por parte de Rusia. Recordarle que cuando Ucrania renunció en 1994 a sus armas nucleares soviéticas a cambio del respeto de sus fronteras, Rusia se apoderó de Crimea en 2014. Que eso es exactamente lo que vale la palabra de un agresor y criminal de guerra como Putin y que sólo estableciendo garantías para la integridad territorial y la seguridad de Ucrania, podemos garantizar que la paz perdure y de que Putin no vuelva a por más.

En su intento, no solo Zelenski, cada uno de los líderes europeos recibió su dosis de desprecio y humillación.

Kaja Kallas viajó para mantener una reunión con el Secretario de Estado Marco Rubio que este canceló en el último momento, en un acto de desaire a la diplomacia europea.

Macron, aunque rio y tocó mucho, tuvo que escuchar como Trump mentía a su lado sobre las cuentas de la guerra y despreciaba los esfuerzos europeos en el campo de batalla, insinuando, de nuevo, que los europeos solo somos unos aprovechados, incapaces de garantizar nuestra seguridad.

Cuando Keir Starmer manifestó que el Reino Unido estaría dispuesto a desplegar tropas para apoyar un acuerdo de paz, en estrecha colaboración con nuestros aliados, un periodista preguntó directamente a Trump: ¿qué sucedería si Rusia incumpliera un acuerdo de paz? ¿asistirían los estadounidenses a las tropas británicas?

La respuesta fue demoledora. En menos de un minuto, un Trump dubitativo dijo: “No”. Inmediatamente rectificó diciendo que si necesitaran ayuda estaría al lado de los británicos, para acabar diciendo que seguro que no necesitarían su ayuda. Luego, entre risas del vicepresidente JD Vance y del Secretario de Estado Marco Rubio, Trump preguntó en tono burlón a Starmer: “¿podrían enfrentarse a Rusia ustedes solos?”.

Esta respuesta ya debería haber hecho saltar todas las alarmas. El artículo 5 de la OTAN de asistencia mutua acababa de saltar por los aires. ¿Cómo se puede confiar en estos socios? ¿Qué clase de garantías para nuestra seguridad nos puede dar esta camarilla del despacho oval que se ríe de una posible agresión a sus aliados?

Y así llegamos al bochornoso y vergonzante espectáculo que se retransmitió en directo al mundo. Trump y su adulador JD Vance, gritando e insultando al agredido a la vez que repetían como papagayos los argumentos del agresor.
Muchos en Rusia lo celebraron, quiero creer que muchos estadounidenses se avergonzaron y se sintieron humillados por su Presidente.

A JD Vance no le bastaba un Zelenski agradecido, lo quería arrodillado ante Trump. Pero el Presidente ucraniano se mantuvo firme, hizo un ejercicio de contención y mantuvo la dignidad de quién sabe que le avala la razón y la justicia. Después de esta semana aciaga, es urgente que tomemos en serio las recomendaciones de Trump: “Europa haría mejor en valerse por sí misma”. Ya no hay excusas.

Las declaraciones de Friedrich Merz, posiblemente el próximo canciller alemán, a pocas horas de que su partido ganara las elecciones el pasado domingo, adquieren hoy mayor significado: “Mi prioridad absoluta será fortalecer Europa lo más rápidamente posible para que, paso a paso, podamos realmente lograr la independencia de los EEUU”.

La UE es la mayor amenaza económica, estratégica e ideológica de esta extrema derecha populista que EEUU abandera a nivel global"

Trump nos ha dejado claro desde su llegada a la Casa Blanca que nos considera una amenaza, y tiene razón, la UE es la mayor amenaza económica, estratégica e ideológica de esta extrema derecha populista que EEUU abandera a nivel global.
Lo que nos separa es tan evidente que no sólo hemos dejado de ser aliados confiables para la administración Trump, sino que de manera vertiginosa estamos pasando de rivales a adversarios.

Parece que el 47º presidente de los EEUU quiere sustituir la Alianza Atlántica por la Alianza de la autocracia, porque mientras desprecia a Europa e intenta humillar a Ucrania, une sus votos en Naciones Unidas con sus nuevos socios: Rusia, Corea del Norte, Bielorrusia y Nicaragua, entre otras autocracias.

En este nuevo juego de alianzas, la UE tiene la obligación de construir nuevas relaciones estratégicas. Por su parte, Donald Trump debería tener en cuenta la advertencia de Metsola: “El aislamiento puede parecer seguro hasta que te deja abandonado”.