Hoy nos cuenta Irene Dorta que la Fiscalía ha hecho caso al PSOE (tampoco es una sorpresa) y va a investigar la financiación húngara de Vox, que suena como investigar la financiación venezolana de Zapatero, la financiación marroquí de Bono o la financiación sanchista de la Jesi, o sea a poca discreción y a poco misterio. La financiación húngara de Vox será o no ilegal, que ya se verá, pero lo cierto es que Vox se ha internacionalizado en el motín, la banca, la geopolítica y la desestabilización, un poco como Junts. El Vox trumputinesco pilla créditos de Hungría y estilismo de Las Vegas, o sea que pronto serán como Puigdemont pero con sombrero vaquero y katiuskas en vez de sombrerito tirolés y zapatitos de charol.

Después de haber dejado de ser liberales y quizá hasta de ser falangistas para ser sólo trumperos del Tajo, flamenquitos de balalaika y toreritos de Cantinflas, lo mismo en Vox van a dejar de ser hasta españoles. Yo diría que la cosa está mas cerca de financiarle a Abascal un palacio de hielo en Alaska que de traernos un nuevo imperio de los Austrias o de Los Nikis.

En Vox van camino de ser tan españoles como Puigdemont y tan patriotas como exija el imperialismo de Trump y de Putin, que no admiten más patriotismo que el propio. Vox se iba vaciando de ideología y coherencia para ir rellenándose sólo de dinero y gomaespuma, pero aún presumían de ser esos españolazos que le sacan brillo a la espada crucífera, a la coquilla gloriosa, al mapa escolar de los ríos, a la bandera de mármol y al judión del cocido. No es sólo que Abascal, en Estados Unidos, allí con Trump, pareciera un mormón inverso o absurdo, como un mormón del Sacromonte, y aquí, con los patriotas de Orbán, o sea patriotas sólo de Putin, pareciera un ruso de Marbella. No, es que él y sus españolazos, que están entre Roberto Alcázar dopado, tuno repetidor y alguacilillo con demasiados encajes, de repente tienen que defender los aranceles de los vaqueros de Colt frente a nuestros vaqueros de vaca. Y tienen que defender que nuestras fronteras constitucionales o eternales, como las fronteras de cualquiera ahora, puedan ser modificadas arbitrariamente por Trump y Putin en ese reparto del mundo que están haciendo ahora los dos solos, como viejas de tetera. Sí, es algo como defender lo de Sánchez y Puigdemont, pero a escala planetaria.

A Vox hace mucho que no se le puede seguir por la ideología, por la lógica ni por el purismo. Antes no sabíamos si eran liberales, conservadores, falangistas o franquistas, o acaso lo eran todo a la vez, pero ahora no sabemos si son españolismo báltico o ultraderecha del KGB, survivalismo paleto o franquicia trumpera de gorras y pollo frito, aliados de Podemos en la “paz” o aliados de Putin en la guerra. A Vox hace mucho tiempo que ya sólo se le puede seguir por el dinero, ya lo apuntaba Macarena Olona, que se fue de allí como de una secta, corriendo todavía con las chanclas puestas y el cordoncillo al aire. Los créditos húngaros son más que un crédito, incluso más que un caso de financiación ilegal si así resultara. Los créditos húngaros, en la Hungría de Orbán / Putin, son la fuente reveladora y desveladora, el contrato mefistofélico que no tiene otra interpretación viendo al patrocinador, el mismo Mefistófeles. Ese crédito es el pacto que lo cambia todo, el que hace que Vox cambie de grupo en el Parlamento Europeo, abandonando el de Meloni; el que hace que Vox cambie de sombrero, de camisón isabelino, de calzoncillo largo, de acento y de señor; el que hace que Vox sea trumputinista y que eso suene, efectivamente, a trompetero.

Vox, o sea Abascal, lo ha apostado todo al Nuevo Orden, más una diarquía mundial o una división teodosiana del Imperio (con el permiso de China) que un nuevo equilibrio de bloques. Esto le parece mucho mejor negocio que aquel triste trifachito o que ser acomodador del PP de Feijóo. Abascal quizá espera que lo dejen de nuevo rey de los astures, o de adelantado en Alaska, o incluso de califa barbado de califa de la nueva Al-Ándalus (bastará que a Trump / Putin les convenga llevarse mejor con Irán, Arabia Saudí o incluso con Marruecos que con nosotros, que sólo tenemos arena sin petróleo, geopolítica de arena, tanques de arena y legionarios de arena). Abascal lo ha apostado todo, incluso a nosotros, y no me refiero en general a la vieja, melancólica y quizá fracasada Europa, sino a la España de sus entretelas y de su cota de malla.

Hasta ahora aún podíamos decir que a Vox les quedaba de españoles al menos eso de vestirse de gigantes y cabezudos, de ahí esa dificultad que tienen ellos, especialmente Abascal, para girar el cuello o flexionar el tronco, metidos en una estrecha españolidad de madera, como polizones en el galeón de lo español. Y les quedaba también, claro, el vivir del presupuesto, como mandan los cánones ibéricos. Ahora, ya, ni eso, que están entre chulos californianos y rusos de casino, manejando camisas hawaianas o trajecitos de Miami Vice y moneda extranjera abundante o quizá ilimitada. Salga lo que salga de esa investigación, los créditos húngaros y las servidumbres eslavas y trumpistas, matonas y meapilas, lo que parecen son un contrato de traición con sus 30 monedas de plata. O 155, como en aquel tuit de Rufián. Hasta en eso se va a parecer Abascal a Puigdemont.