Anuncian varios medios de comunicación que el presidente de Radiotelevisión Española ha decidido contratar a Jesús Cintora para presentar un programa que estará dedicado a la lucha contra la desinformación. Mi compañero Óscar Rus -siempre con buena información televisiva- tenía esa exclusiva hace un mes. El nuevo luchador contra los bulos de RTVE la negó, en una conversación telefónica, y como un primo le concedí crédito. Todavía este lunes afirmaba que no había firmado nada. Conste en acta.
El último trabajo de Cintora para una televisión nacional fue precisamente en La 1. Salió de allí en 2021 porque el Partido Popular -entonces comandado por Pablo Casado- presionó por su cabeza. El programa lo eliminaron ese mismo verano, entre una fuerte polémica. Siempre, y digo siempre, es digno de reproche que las cuestiones políticas condicionen la toma de decisiones en las empresas públicas. Cintora se ha quejado varias veces de su despido desde entonces. Tiene toda la razón.
El productor de Las cosas claras era José Miguel Contreras. Al mando de los Servicios Informativos de la corporación estaba entonces Enric Hernàndez, quien había sustituido un tiempo atrás en Torrespaña a Begoña Alegría, en un intento de Moncloa de dar un giro a los informativos para acercarlos al PSOE. Cintora fue la 'cuota Podemos'. La operación fue menos cacareada, pero tuvo el mismo espíritu a la que emprendió Génova en 2014, cuando promovió el cese de Julio Somoano como jefe de los telediarios para situar a José Antonio Álvarez Gundín.
La vuelta de Jesús Cintora a RTVE
Cintora volverá ahora a RTVE. Lo hará tan sólo unos meses después de que el Gobierno concediera al nuevo presidente de la corporación todo el poder sobre los contratos con productoras y sobre el nombramiento de directivos. Poco después, designó para la tarea a José Pablo López. El sindicato CCOO había reclamado por activa y por pasiva la vuelta de Cintora a la corporación. Una de sus antiguas lideresas es ahora consejera. Otro, alto directivo. El último paso -dicen varios medios- será su regreso.
Su programa lo producirá Mediapro, que es una y trina; y está aquí y allá. Lo mismo realiza El Intermedio (Globomedia) que La Revuelta (El Terrat) que El 47 o que el documental sobre las cargas policiales del 1-O. Lo mismo contrata a Miguel Cardenal de directivo tras aprobar el Real Decreto que reguló la venta centralizada del fútbol español; que planta cara a Isidro Fainé en el intento de facilitar la venta de El Periódico de Catalunya a Javier Moll. Todo eso es o fue esta empresa… y no es poco, pero, como está generalmente difuso, conviene ponerlo en orden.
Su 'producido', Cintora, se pondría al frente de un programa diario, en La 2, que estaría dedicado a la lucha contra los bulos. Me pica la curiosidad en este sentido: ¿lo hará desde un enfoque correcto y quirúrgico o desde el que le interesa al Ejecutivo? Es una gran pregunta, dado que lo que ha sucedido en los últimos meses en este país, con respecto a este tema, constituye un ejercicio de irresponsabilidad inaudito.
Manipulación con la desinformación
Porque el presidente del Gobierno, en un momento de debilidad, elevó la voz para señalar como la principal difusora de bulos a la derecha, a sus medios y a sus jueces. Lanzó una campaña contra todos los contrapoderes y anunció un plan de regeneración democrática que incluía determinadas medidas, “auspiciadas por Bruselas”, para luchar contra la desinformación.
El problema es que Moncloa confundió sobre el objeto; y lo hizo a sabiendas. El Reglamento Europeo de Libertad de Medios de Comunicación no se elaboró para tumbar a la prensa de uno u otro partido, sino más bien para protegerla en un momento en el que las injerencias externas sobre las sociedades democráticas se han incrementado de forma exponencial, hasta el punto de poner en riesgo su estabilidad y sus procesos electorales. Esto último ya lo señaló el Parlamento Británico en un informe publicado el 21 de julio de 2020. Sobre las maniobras rusas de desestabilización en la Cataluña pre-revolucionaria del procés ya se pronunció de forma extensa el juez Andreu.
Sobre la desinformación se han publicado diversas instituciones: desde la CIA y el FBI; hasta el Departamento Nacional de Seguridad, que ha advertido durante los últimos años de “la intención maliciosa con fines de desprestigio” de estas acciones de ciberguerra, propiciadas por el eje Moscú-Pekín-Teherán.
Hace falta ser didáctico al respecto porque sus difusores -algunos, por cierto, con columnas en medios de comunicación, inconscientes o directamente memos; o adheridos a la corriente 'patriota' que influye estos días a Vox- exploran las debilidades de la Unión Europea para desestabilizarla a través de la crítica desmedida a sus instituciones, a los burócratas, a su política sobre inmigración o a su posición internacional. Sus portavoces -reales y bots- defienden una cosa y la contraria, según el caso; y actúan en todos los países que apuestan por la democracia liberal frente al nuevo modelo patriótico y autoritario.
Se podría disertar largo y tendido sobre este tema, sobre los tontos útiles y los individuos bien pagados con colaboraciones que defienden estos días -incluso en horario de máxima audiencia- discursos anti-OTAN, teorías conspiranoicas y derivados. La clave, en este sentido, es: a la vista de que el Gobierno conoce bien esta situación, ¿por qué fue tan pueril de cargar la responsabilidad del auge de la desinformación sobre la derecha mediática y judicial? ¿Por qué no miró, por ejemplo, a esa antigua ministra -de las suyas- que hoy preside un grupo que permite que en su horario de máxima audiencia se exprese la avanzadilla putineja político-militar-homeopática? Buena pregunta. La respuesta es evidente: porque su intención no es resolver este problema, sino hacer política. Cortar el flujo de publicidad a los medios conservadores.
Habrá que ver en qué queda este nuevo espacio de lucha contra los bulos, comandado por Jesús Cintora. A tenor de los precedentes, y de lo anteriormente expuesto, el resultado puede ser parecido al que perseguía la campaña gubernamental lanzada en 2024: desinformar sobre el origen del problema… bajo el marchamo de luchar contra la desinformación.
Esperemos que el ejercicio no quede en señalar al PP y a sus portavoces... y a los medios contra los que despotrica Óscar Puente. Aunque lo mismo es fiarlo muy largo. ¿Quién controla RTVE? Pues eso. Ojalá acertarán porque el problema de las injerencias externas es capital, quizás el mayor desafío por la estabilidad. Mucho me temo que no será así y que las manías y costumbres adquiridas todo lo empañarán.
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4 Comentarios
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hace 3 segundos
Cintora no ha engañado nunca a nadie con dos dedos de frente.
En cualquier medio que haya estado su forma peculiar de hablar y su dificultad de expresarse ya nos indicaban que el chico había recibido solo la formación precisa para ser siempre «muy de izquierdas y mucho de izquierdas»
De hecho, junto a Javier Ruiz, formaron en su momento [no los sigo] un tandem de desinformación perfecta, aunque todo hay que decirlo, Javier tiene más labia.
hace 1 hora
«El Reglamento Europeo de Libertad de Medios de Comunicación no se elaboró para tumbar a la prensa de uno u otro partido, sino más bien para protegerla en un momento en el que las injerencias externas sobre las sociedades democráticas».
Jajajajajaja Jajajajajaja Jajajajajaja
hace 2 horas
Gracias x informar, que no es poco
hace 10 horas
La libertad de prensa es bipolar. Los lectores o audiovisores también tenemos la libertad de apagar. Y somos unipersonalmente los que etiquetamos a cada profesional.
Lo que ocurre Rubén, es que en vuestra profesión, la mediocridad queda muy expuesta y a veces produce vergüenza ajena.
Veo que te preocupa. Eso te enaltece, pero imagino que pagando un alto precio profesional.