Estos días conmemoramos el aniversario de la crisis del coronavirus. Hace cinco años, el estado de alarma decretado en todo el territorio nacional para frenar los contagios de la COVID-19 limitó durante meses la libre circulación de millones de personas. La medida, destinada a poner coto a la pandemia en un contexto de emergencia, supuso una sacudida sin precedentes de la economía española y tuvo un fuerte impacto en la población. Toda actividad laboral presencial no esencial fue suspendida durante dos semanas y un gran número de negocios se vio obligado a cerrar sus puertas. Como consecuencia, en apenas tres meses se destruyeron alrededor de un millón de empleos y cerca de 3,38 millones de trabajadores se vieron afectados por expedientes de regulación temporal, un terremoto laboral que disparó la inseguridad alimentaria en muchos hogares.

Sin embargo, el coronavirus trajo también consigo enseñanzas valiosas. La crisis obligó al sector humanitario a idear soluciones rápidas y creativas para afrontar situaciones inéditas. Algunas medidas de emergencia que se adoptaron entonces para amortiguar los efectos de la crisis con carácter urgente demostraron ser eficaces y han acabado incorporándose al trabajo diario de organizaciones sin ánimo de lucro como Acción contra el Hambre, lo que nos ha permitido ampliar nuestro alcance y estar más preparados para retos futuros.

Durante el estado de alarma, que provocó además el cierre de los comedores escolares, diseñamos a toda velocidad un programa para apoyar a familias que estaban teniendo dificultades para acceder a alimentos a través de transferencias monetarias en tarjetas. Se trataba de una medida puntual, destinada a hacer frente a una situación excepcional. Sin embargo, el éxito que cosechó durante la pandemia hizo que el proyecto acabara consolidándose y formando parte de nuestra estrategia de Acción Social en España. Desde entonces, esta iniciativa ha servido para ayudar a más de 4.500 personas y nos ha permitido contar con las herramientas adecuadas para enfrentarnos a emergencias posteriores, como la DANA de Valencia, donde recientemente hemos brindado apoyo rápido y directo a 1.800 damnificados gracias a aquel aprendizaje.  

El programa Tarjetas de Ayuda Solidaria, que echó a andar de forma embrionaria durante el confinamiento, brinda un apoyo económico puntal de 346 euros durante dos meses a familias en situación de extrema necesidad para comprar alimentos y productos básicos de higiene. Además, se complementa con acciones de sensibilización orientadas a promover hábitos de alimentación y vida saludable que, en última instancia, tienen por objetivo mejorar la empleabilidad de las personas destinatarias y garantizar su bienestar a largo plazo.  

Tarjetas de Ayuda Solidaria

El proyecto, una alternativa al tradicional reparto de alimentos, tiene varios puntos fuertes. Por un lado, la entrega de transferencias monetarias directas a través de tarjetas concede a las personas beneficiarias autonomía a la hora de hacer la compra y evita las mal llamadas “colas del hambre”. Por otro, suprime la burocracia que suele acarrear la recepción de cualquier subvención y posibilita que la ayuda llegue rápido. En paralelo, garantiza que el apoyo económico se invierta en alimentos saludables e impulse el comercio de proximidad, ya que las tarjetas solo pueden emplearse para adquirir productos sanos en establecimientos que forman parte del acuerdo. Por último, mediante talleres de formación en nutrición que se imparten a las personas destinatarias, aumenta de forma indirecta las posibilidades de que encuentren empleo.

Diversos estudios han demostrado que cuidar la salud y la alimentación son factores decisivos a la hora de acceder al mercado laboral. Aprender a elegir alimentos saludables, hacer ejercicio o aumentar la calidad del descanso mejora el bienestar físico, mental, emocional y social de las personas que buscan trabajo, pero también su satisfacción y su autoestima, algo que revierte en su empleabilidad. Por este motivo, Acción contra el Hambre incorpora las Tarjetas de Ayuda Solidaria en sus itinerarios de inserción laboral. 

Hemos distribuido más de 696.000 euros en diez comunidades autónomas mediante la entrega de más de 1.000 tarjetas

Desde 2020, hemos distribuido más de 696.000 euros en diez comunidades autónomas mediante la entrega de más de 1.000 tarjetas, lo que ha contribuido a mejorar un 13,8% la diversidad alimentaria en los hogares atendidos y aumentar en un 90% sus conocimientos sobre alimentación saludable. 

El trabajo previo realizado durante la pandemia, la primera emergencia a la que nos enfrentamos en España como organización, nos permitió luego actuar de forma ágil y eficaz en la DANA de Valencia, la primera emergencia española donde nos desplegamos sobre el terreno. Allí, en colaboración con los servicios sociales de las siete localidades más afectadas, distribuimos 770 tarjetas de 1.000 euros. En este caso, no solo posibilitaban comprar alimentos, sino también adquirir muebles, electrodomésticos o materiales para reconstruir hogares en comercios de proximidad. 

La experiencia adquirida tras la crisis de la COVID-19 nos permitió perfeccionar nuestros sistemas locales de atención urgente para proporcionar alivio inmediato. También propició que desarrolláramos un nuevo eje de trabajo en torno a la seguridad alimentaria. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. En nuestro país hay más de 6 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria y el 7,5% de la población la padece de forma moderada o grave, una cifra superior a la media de Europa occidental, que se sitúa en el 5,5%. Además, la inflación derivada del conflicto de Ucrania, las decisiones de las cadenas distribuidoras y el encarecimiento de la producción están provocando que las familias vulnerables tengan cada vez más dificultades para acceder a una alimentación saludable y equilibrada. Es preciso seguir avanzando y explorar nuevas vías para acabar de una vez por todas con el hambre. 

Pablo Soriano es responsable de proyectos de Acción Social España en Acción contra el Hambre.