República Dominicana está sacudida por el dolor. La tragedia del derrumbe del techo de la discoteca Jet Set, en la que ya han muerto 124 personas y se buscan a otras que aún se podrían encontrar entre los escombros, ha generado un sufrimiento ciudadano, algo que, según los psicólogos, se observa en un luto colectivo, en la memoria social, en el sentimiento de identidad y orgullo. Las consecuencias del dolor colectivo en la salud mental de la ciudadanía son profundas.

En momentos de adversidad extrema, como es el caso de lo sucedido en la discoteca Jet Set, la figura de un líder sólido y humano se vuelve esencial para guiar a la sociedad, mitigar el dolor colectivo y establecer las bases para la recuperación. Un liderazgo fuerte y humanista no solo comunica la seguridad en situaciones de caos, sino que también consolida la cohesión social, fomenta la resiliencia y proporciona una dirección clara para la reconstrucción de la normalidad. Eso es lo que está haciendo el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader Corona.

En una tragedia como la que está viviendo el país caribeño, con una sociedad marcada por el luto y el desconcierto combinados, el liderazgo humano es fundamental para reconstruir la confianza y fomentar el apoyo mutuo. Ante la adversidad, el líder que se conecta con las emociones y necesidades de la ciudadanía actúa no solo como gestor de recursos, sino como un faro que ilumina el camino hacia la esperanza y la reconstrucción. La importancia de este tipo de liderazgo radica en su capacidad para transformar el sufrimiento en resiliencia, fomentar la unidad y sentar las bases para un futuro en el que la justicia social y el bienestar colectivo sean prioridades inquebrantables.

En medio de la tragedia, Luis Abinader, en vez de focalizarse en lo meramente institucional, con la emisión de comunicados o notas de prensa de luto, se presentó personalmente en el lugar del siniestro para ofrecer su apoyo y condolencias a las víctimas y sus familias. Su presencia en el sitio de la tragedia no solo mostró su empatía y solidaridad en un momento de extremo dolor y confusión, sino que también sirvió para coordinar de manera efectiva la respuesta del gobierno y de toda la ciudadanía ante una crisis de gran magnitud humana.

Eso es el liderazgo que se espera de un jefe de Estado o de un primer ministro, una actitud proactiva y humanista que subraye el compromiso con la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos. En el dolor, ahí está el líder. En la celebración es muy fácil abrazarse a la gente.  

En los últimos cinco años, República Dominicana ha sido azotada con crudeza por catástrofes naturales como huracanes, inundaciones o incendios

La empatía de Abinader, como se viene demostrando desde que asumió la Presidencia en 2020, va más allá de las palabras y se refleja en acciones concretas. En un momento en que la nación estaba conmocionada por el dolor y la pérdida, su presencia no solo proporcionó consuelo a las familias afectadas, sino que también infundió un sentido de esperanza y confianza.

Abinader fue contundente y dejó claro que no se iban a escatimar esfuerzos para asegurar que los recursos necesarios estuvieran disponibles de inmediato para atender a los heridos y apoyar a las familias en el duelo. Además, organizó reuniones con los equipos de emergencia, personal médico y fuerzas del orden, destacando la importancia de una respuesta coordinada, efectiva y humana.

Su disposición para estar presente en los momentos más difíciles y su capacidad para conectar emocionalmente con aquellos que sufren son rasgos que han definido su administración. La tragedia de la discoteca Jet Set sirve como un recordatorio poderoso de que el verdadero liderazgo se mide no solo por la eficacia de las políticas implementadas, sino también por la capacidad de un líder para estar al lado de su pueblo en tiempos de dolor, mostrando una humanidad inquebrantable.

Pero no es la primera vez que sucede. En los últimos cinco años, República Dominicana ha sido azotada con crudeza por catástrofes naturales como huracanes, inundaciones o incendios. Abinader siempre ha acudido. Se ha ensuciado las manos, se ha llenado las botas de barro, se ha empapado los pantalones para estar al lado del pueblo porque el corazón de República Dominicana no es un documento o un sistema político, es el pueblo, que sabe que cuando sufre allí tendrá a su presidente.

En momentos de dolor, de tragedia, de sufrimiento, las agendas políticas pasan a un segundo o un tercer lugar. Abinader no ha dudado en ningún momento en suspenderlas, incluso cuando tenían un importante calado internacional, para acudir al lugar donde el pueblo sufre. No hay más que recordar lo que sucedió cuando impactó el huracán Fiona en República Dominicana. En esas fechas coincidía la Asamblea General de Naciones Unidas y Abinader decidió acudir a las zonas afectadas en vez de a Nueva York. Otros se quedaron en Estados Unidos para hacer política o las cosas que quisieron hacer.

La prioridad es el luto, acudir donde se está sufriendo. Eso es poner la conciencia al servicio de todos y cada uno porque cuando un dominicano sufre lo hacen todos y su presidente estará con todos ellos.


Manuel Domínguez. Asesor del presidente de República Dominicana