Hoy se cumplen dos años desde que Sudán se sumió en una guerra devastadora entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido, que ha dejado a más de 30 millones de personas en necesidad urgente de ayuda humanitaria. Dos años en los que ciudades enteras se han convertido en campos de batalla y que ha dejado al pueblo sudanés pagando el precio más alto. En este día, quiero reflexionar sobre cinco factores que definen la realidad de millones de personas atrapadas en la guerra en Sudán. Una guerra que, a pesar de ser una de las peores crisis humanitarias de nuestro tiempo, continúa siendo invisible para muchos.
Una crisis alimentaria sin precedentes
El hambre no es una consecuencia colateral de la guerra en Sudán: es su rostro más cruel. Casi 26 millones de personas (alrededor de la mitad de la población total del país) viven niveles agudos de hambre cada día. Regiones como Darfur, Kordofán del Sur y Nilo Azul, no solo sufren por los enfrentamientos, sino también por la destrucción masiva de cultivos y la imposibilidad de acceder a alimentos básicos. La desnutrición infantil ha alcanzado niveles alarmantes: 3,2 millones de niños y niñas menores de cinco años se enfrentan a desnutrición aguda, con 770.000 en riesgo de desnutrición severa.
En agosto de 2024, se declararon, por primera vez en siete años, condiciones de hambruna en el campamento de Zamzam, en Darfur del Norte. Esta proclamación, respaldada por Naciones Unidas, fue un recordatorio brutal de cómo la guerra está utilizando el hambre como arma contra los más vulnerables. A día de hoy, la hambruna ha sido oficialmente declarada en cinco áreas del país. Otras cinco están al borde de sufrir el mismo destino, y 17 más podrían caer en esa situación para mayo de este año.
El colapso de los servicios de salud
En centros urbanos como Jartum, el colapso de los servicios públicos ha dejado a la población civil expuesta a enfermedades y violencia. Muchas de las zonas más afectadas son hoy prácticamente inaccesibles, bloqueadas por enfrentamientos, carreteras intransitables o restricciones impuestas por grupos armados. A esto se suman los ataques deliberados contra infraestructuras esenciales, como hospitales, con consecuencias devastadoras: menos del 25% de los centros de salud siguen operando en las regiones más golpeadas, y los pocos que resisten están desbordados.
Menos del 25% de los centros de salud siguen operando en las regiones más golpeadas, y los pocos que resisten están desbordados
La falta de acceso a servicios de salud y medicamentos básicos ha acelerado la propagación de enfermedades como el cólera, mientras que el 65% de la población permanece sin acceso adecuado a servicios de salud. Esta realidad, brutal pero evitable, está costando miles de vidas. Está obligando a padres a presenciar impotentes cómo sus hijos sucumben sin remedio a enfermedades tratables.
Desplazamientos masivos de la población
Mohammed es un agricultor de 44 años que llevaba una vida tranquila en la localidad de Alrahad, en Kordofán del Norte, Sudán. Junto a sus dos esposas, cuatro hijas y doce hijos, convivía en armonía con su comunidad, en una existencia sencilla pero feliz. Sin embargo, aquella paz no tardaría en desvanecerse. La guerra alcanzó su aldea, obligando a Mohammed y su familia a desplazarse y abandonar Kordofán del Norte en busca de refugio y seguridad. Tal y como él mismo explica, lo perdieron todo, sus pertenencias y su dignidad, sin poder llegar a imaginar nunca que llegarían a un punto tan crítico.
La crisis de desplazamiento en Sudán ya se considera la más rápida y de mayor escala a nivel mundial
Su historia no es la única. Sudán, que alguna vez fue un refugio seguro para personas desplazadas, se ha convertido en un campo de batalla que ha obligado a casi 13 millones de personas a abandonar sus hogares. De estas, 9 millones se han desplazado internamente, mientras que 4 millones han cruzado fronteras hacia países vecinos como Chad y Sudán del Sur. Aún más desgarrador es el hecho de que muchas de estas personas desplazadas, que habían buscado protección en Sudán inicialmente, se han convertido ahora en "dobles refugiados" al verse obligados a huir del país que una vez les dio cobijo. En sus nuevos países de acogida, donde llegan anhelando una paz que se les ha arrebatado por segunda vez, los desplazados repatriados se enfrentan nuevamente a la inseguridad alimentaria, brotes de enfermedades y condiciones de vida inhumanas en un ciclo que parece tornarse interminable.
La crisis de desplazamiento en Sudán ya se considera la más rápida y de mayor escala a nivel mundial. Las cifras son abrumadoras, pero no hay que olvidar que detrás de cada número hay historias humanas. Historias con rostros, voces, silencios propios. Historias reales de comunidades enteras que no saben si podrán regresar algún día a sus hogares.
La violencia de género como una plaga invisible
En medio del conflicto armado, la violencia sexual y de género se ha disparado. Las mujeres y niñas sudanesas son sometidas a diario a un abuso indescriptible. Se están reportando casos atroces de violaciones públicas continuas, y se estima que unos 12 millones de mujeres y niñas necesitan servicios para combatir la violencia de género.
Incontables mujeres han tenido que huir de Sudán con sus hijos, dejando atrás todo lo que conocen para buscar seguridad.
Incontables mujeres han tenido que huir de Sudán con sus hijos, dejando atrás todo lo que conocen para buscar seguridad
En 2024, representaron más del 50% de las personas refugiadas sudanesas. Sin embargo, a pesar de que estas mujeres se desplazan para huir de la violencia de género, se convierten en aún más vulnerables en el proceso, enfrentando riesgos adicionales de abuso y enormes desafíos para acceder a atención médica y psicosocial. Son estas mujeres las que, en el silencio del sufrimiento, se erigen como las heroínas olvidadas de esta tragedia.
Acceso humanitario insuficiente
La respuesta humanitaria en Sudán lleva tiempo siendo críticamente subfinanciada en medio de una creciente necesidad. En 2024, hicieron falta 2,7 billones de dólares en recursos, pero solo se aseguraron 1,8 billones. Ahora, la reciente suspensión de los fondos estadounidenses destinados a la ayuda humanitaria, que apoyaban al 50% de las ONG internacionales y nacionales en Sudán, han exacerbado aún más la situación de crisis.
Este contexto de ayuda humanitaria insuficiente ha dejado a millones de sudaneses en situaciones desesperadas. Ha dejado a incontables madres sin comida para sus hijos mientras ellas mismas luchan por sobrevivir. Ha dejado a bebés recién nacidos sin atención médica esencial, expuestos a infecciones graves. Ha dejado a miles de personas obligadas a beber agua contaminada, provocando brotes de diarrea y otras enfermedades mortales. Sin embargo, a pesar de la magnitud de la tragedia, de momento tan solo se ha cumplido con el 9.8% del financiamiento humanitario total solicitado para 2025.
Una petición de ayuda urgente
No podemos quedarnos indiferentes ante el sufrimiento humano masivo en Sudán. Desde Acción contra el Hambre, hacemos un llamado a la comunidad internacional para que actúe con urgencia, para que las partes en conflicto cesen los ataques, rindan cuentas por las violaciones de derechos humanos y aseguren que la ayuda humanitaria llegue a donde más se necesita. A través de nuestro trabajo, hemos apoyado a más de 816,000 personas con suministros esenciales de salud y nutrición desde el inicio de la guerra.
Pero la Acción debe continuar. Hoy, tras dos años desde el inicio del conflicto, podemos aliviar el sufrimiento de millones de sudaneses atrapados en esta guerra invisible. La historia de Mohammed y su familia no tiene por qué repetirse. Hoy, hay esperanza para Sudán.
Samy Guessabi es director de Acción contra el Hambre en Sudán
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1 Comentarios
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hace 11 horas
Una guerra casi siempre tiene una explicación.
Las Far están financiadas y sus, ahora enemigos, también.
El oro es el principal motivo de ese conflicto y a ese banquete de muerte se ha sumado Egipto y los Emiratos Árabes Unidos…. Como no podía faltar una potencia ahí está, que raro, Rusia.
Un coctel perfecto de destrucción.