Samsung está acostumbrada a lidiar con las crisis. No ha pasado tanto desde que la compañía tecnológica surcoreana se enfrentó al escándalo que se generó en torno al Galaxy 7, tras el incendio de varios de sus dispositivos. Y ahora es su innovador móvil plegable el responsable de un nuevo disgusto, que ha obligado al gigante internacional a posponer su lanzamiento.
Este golpe llega, además, en un momento delicado para Samsung, que acaba de anunciar un recorte de su beneficio operativo de hasta el 60% en el primer trimestre del año, su peor evolución desde 2015.
Resulta infructuoso, sin embargo, buscar en los mercados algún rastro de inquietud creciente. A falta de una semana para cerrar un mes cargado de noticias negativas las acciones de la tecnológica se mantienen casi imperturbables y conservan las ganancias superiores al 15% con las que iniciaron abril. Los inversores parecen mostrar así su confianza en que una vez más Samsung podrá capear las dificultades a las que se enfrenta.
El negocio de los chips de memoria se ha visto frenado en los últimos meses y los expertos prevén que se mantenga débil en los próximos trimestres
En los últimos años Samsung se ha hecho acreedora de esta confianza con su capacidad para diversificar hacia negocios en auge en los que ha sabido posicionarse como un líder mundial. Éste ha sido el caso de los denominados chips de memoria, esenciales para el almacenaje de datos para ordenadores o dispositivos móviles, y que han hecho de la compañía un proveedor esencial incluso para gigantes -y rivales en algunos segmentos de negocio- como Apple o Amazon.
Pero esta área se ha mostrado algo vulnerable en los últimos meses, con un descenso de los precios ante la desaceleración de la demanda y firmas como JPMorgan esperan que siga dando síntomas de debilidad en los próximos trimestres, lo que limita el potencial de crecimiento de Samsung.
Es en esta tesitura en la que la dirección de Samsung ha anticipado su intención de lanzar una inversión masiva en la producción de otro tipo de procesadores distintos a los de memoria. La compañía pretende invertir hasta 2030 alrededor de 133 billones de wones (algo más de 103.000 millones de euros), una cifra que prácticamente triplica sus beneficios del pasado año.
De este dinero, unos 60 billones de wones (46.500 billones de euros) irán destinados a fortalecer la infraestructura de producción, mientras que el resto se dirigirá a la investigación el desarrollo interno, para lo que se formará un equipo de hasta 15.000 personas.
Tan importante apuesta ha sido justificada por la propia dirección de Samsung señalando que "se espera que el plan de inversión ayude a la compañía a alcanzar su meta de convertirse en el líder mundial no solo en semiconductores de memoria sino también en chips lógicos para el 2030". El negocio de chips del fabricante surcoreano se ha basado hasta ahora en una reducida cartera de clientes de gran nivel, pero reforzar su posición en el área de los procesadores diferentes a los de memoria le permitiría, en opinión de los analistas, ampliar el número de clientes -aunque de menor tamaño-, dotando al negocio de mayor estabilidad.
La compañía se dispone así a poner a trabajar su enorme poder financiero para plantar batalla a grandes compañías del sector como la taiwanesa TSMC o la estadounidense Qualcomm, así como de Intel, líder absoluto de la categoría en el nicho de los ordenadores.
El mercado de los semiconductores podría experimentar un crecimiento exponencial en los próximos años, con el desarrollo de las nuevas tecnologías
Pero las intenciones de Samsung parecen ir más allá de los usos tradicionales ahora para estos chips. El mercado global de chips sin memoria alcanzó en 2017 (último dato disponible) un tamaño de 290.000 millones de dólares (casi 260.000 millones de euros), más del doble que el de chips de memoria, según datos de Gartner. Y se prevé que su alcance se multiplique exponencialmente en los próximos años, a medida que se eleva la demanda de los fabricantes de productos dotados de inteligencia, las nuevas tecnologías automotrices y el denominado Internet de las cosas, favorecidos por la irrupción de las conexiones 5G.
El pastel a repartir parece, por lo tanto, suficientemente suculento como para justificar los esfuerzos que Samsung está dispuesto a llevar a cabo. Unos esfuerzos destinados a no ser un actor más en este mercado en expansión, sino a convertirse en el auténtico líder a nivel mundial.
Parece claro que lograrlo valdría mucho la pena, aunque entre tanto será necesario que Samsung encuentre ofrezca a los inversores nuevos incentivos para seguir confiando en su capacidad de salir adelante. Quizás una pronta resolución de sus problemas con su móvil flexible, el Galaxy Fold, podría ser un paso muy importante en este sentido.
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