Indra vivió este lunes su peor sesión en el parqué en siete meses. Las acciones del grupo tecnológico español se dejaron algo más de un 7% de su valor, agrandando el castigo que ya había experimentado el pasado viernes, cuando restó un 3,75% de su valor.
Si mala fue la reacción entonces a las noticias que apuntaban al interés de la compañía en adquirir el negocio de ITP, mucho más contundente ha sido el veredicto del mercado ante la confirmación por parte de la compañía que dirige Fernando Abril-Martorell de que, efectivamente, estudia la operación.
Estas caídas han empañado el buen inicio del grupo, que ha visto reducirse sus ganancias en el ejercicio al 8,75% y su capitalización por debajo de los 1.600 millones de euros.
Nada se conoce aún sobre las posibles valoraciones o qué cuota del capital del grupo fabricante de motores y componentes aeronáuticos podría llegar a adquirir Indra, pero la huida de los inversores podría hacer parecer que al mercado no le convence nada la operación.
Indra ha restado más de un 10% de su valor desde que se conoció su interés por ITP
Lo cierto es que la compra de la compañía controlada por Rolls Royce ofrece lecturas sin duda positivas para Indra. Sin ir más lejos, los analistas de Bankinter resaltan que "podría suponer un importante espaldarazo a la división de Transporte y Defensa de Indra".
Incluso, aunque los productos de ITP no encajan del todo en la oferta de Indra (supondría más un añadido que un refuerzo de las áreas en las que ya opera) "este acuerdo aumentaría significativamente el tamaño y las capacidades tecnológicas de Indra para poder competir con mayores capacidades de cara a los programas de Defensa relevantes que se ejecutarán en Europa (incluido un nuevo avión de combate), y también en España, en los próximos años, lo que podría ser muy importante para Indra", sostienen en Banco Santander, donde, además, recalcan que la operación sería positiva para los márgenes de Indra y elevaría su exposición a un segmento de negocio con mejores perspectivas que el de las tecnologías de la información.
Sin embargo, entre los inversores estos argumentos parecen no ser suficientes para acoger la operación con entusiasmo. Razones no faltan para dudar. Los analistas de Alantra, por ejemplo, observan que la adquisición de ITP ofrecería unas sinergias potenciales bastante limitadas y, añaden, sumaría complejidad a una empresa "que ya está presente en demasiados negocios en demasiados lugares".
Pero por encima de todo eso, lo que sin duda inquieta al mercado es que la compra de ITP, aunque sólo fuera parcial, requeriría de Indra un importante esfuerzo financiero que, casi de forma indudable, le obligaría a una ampliación de capital considerable.
Basándose en los precios abonados por Rolls Royce en diciembre de 2017, en Santander estiman que la adquisición de una participación de control en la compañía podría elevar el precio a unos 592 millones de euros. "Esto aumentaría su deuda neta/Ebitda a 3,35 veces, por lo que suponemos que una parte de ella debe financiarse mediante un aumento de capital", indican.
El mercado teme que la compañía tenga que realizar una ampliación de capital de hasta un tercio de su valor
En Alantra asumen, incluso, precios superiores, basándose en las valoraciones de la competencia y asumiendo una prima de control de entre el 15 y el 20%, "ITP valdría 1.450-1.700 millones de euros de Valor de Empresa (EV). Sin embargo, creemos 1.000-1.200 millones es la inversión máxima razonable que puede asumir Indra (para una participación del 65-75%), suponiendo una financiación entre deuda y capital del 50-50. Esto implicaría una ampliación de capital de 500-600 millones de euros (casi un tercio de su capitalización de mercado) y una pesada deuda/ebitda de casi 2,5 veces en 2020".
Todas estas cuestiones son las que ponen en duda a ojos del mercado la conveniencia de una operación como la de ITP, que, sin embargo, sí parece tenerla, según observan en Santander, desde un punto de vista de estrategia de país, dado que la compañía de tecnología aérea representa un activo estratégico importante en el área de Defensa. Teniendo en cuenta que el Estado mantiene una posición del 18,75% en el capital de Indra, a través de la Sepi, la compra podría correr el riesgo de ser vista como un movimiento impulsado por intereses más allá de los puros del negocio, una intromisión que no suele gustar a los mercados (Red Eléctrica puede dar buena cuenta de ello).
En cualquier caso, como insisten los expertos, la clave estará en ver si el movimiento llega a formalizarse y, si ocurre, en qué condiciones, unos elementos que "serían clave para entender el acuerdo y si este fuerte esfuerzo financiero podría generar valor para los accionistas de Indra", sentencian en Santander.
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