Si la resaca de la crisis ha hecho cernirse una sombra de desconfianza sobre el conjunto de la banca europea, el caso de la italiana resulta especialmente paradigmático. Las entidades trasalpinas han tenido que lidiar durante años con los recelos de unos inversores no sólo preocupados por la debilidad del crecimiento del país, sus turbulencias políticas o el escenario de bajos tipos de interés en la Eurozona sino también -y quizás en mayor medida- por el deficiente saneamiento de sus balances.
Esas tareas pendientes hicieron mella durante un largo periodo sobre las valoraciones del sector en bolsa y UniCredit no fue, ni mucho menos, una excepción. Desde el estallido de la crisis y hasta el verano de 2016, el que fuera el mayor banco italiano llegó a fulminar más del 90% de su valor, una situación que llegó a comprometer su futuro y que obligó a sus dirigentes a acometer un dramático plan de ajustes (14.000 despidos) y una millonaria ampliación de capital, culminada en marzo de 2017, por valor de 13.000 millones.
Tras la ampliación de capital de 2017, UniCredit ha llevado a cabo una intensa limpieza de su balance
El éxito de aquella operación fue sólo el inicio del proceso de saneamiento que tenía por delante UniCredit para recobrar la confianza de los inversores. Era preciso mejorar la calidad de su balance y a ello se ha dedicado de forma denodada su dirección durante los últimos años, lo que ha dado como resultado que, a cierre del tercer trimestre de 2019, su morosidad se situara ya en un cómodo 5,7%, dos puntos porcentuales menos que al cierre del año anterior.
Esta evolución ha tenido su premio sobre el parqué, en forma de una revalorización que llega a rozar el 26%, una remontada que los analistas de Santander consideran insuficiente.
Aunque algunas cuestiones ligadas con su participación en el banco turco Yapi Kredi, su interés en Commerzbank o la rebaja en el segundo trimestre de sus objetivos de beneficios han podido arrojar algo de incertidumbre temporal sobre el valor, desde el banco español defienden que "el rendimiento operativo de UniCredit no es inferior (o podría decirse que es superior) al de Intesa Sanpaolo, y tener un descuento de hasta el 80% parece sugerir que el mercado no está teniendo en cuenta las mejoras ya evidentes de su reestructuración".
Esta situación, sugieren, podría cambiar a partir de este 3 de diciembre, cuando el banco celebra su Capital Markets Day. Los analistas de Santander reconocen que es improbable que UniCredit pueda anunciar una mejora de sus perspectivas de ingresos, en un entorno tan complicado como el actual, con los tipos de interés en negativo. Y tampoco esperan cambios significativos en el lado de los costes, tras el ajuste realizado en los últimos años.
Pero sí consideran que el banco italiano tiene margen para ofrecer una hoja de ruta de remuneración al accionista que podría representar "una de las historias de retorno de capital más atractivas en Europa".
Los analistas del banco español, partiendo de unas estimaciones conservadoras para el beneficio del banco en 2020, consideran que podría seguir repartiendo entre sus accionistas en forma de dividendo un 30% de las ganancias, y generar unos considerables flujos de caja libre -de hasta 2.800 millones de euros-, con los que tendría que cubrir el repunte de sus activos ponderados por riesgo que provocará la aplicación de una regulación más estricta. Lo que sobrara, podría destinarlo a la recompra de acciones.
Los analistas de Santander ven margen para que el banco mejore su rentabilidad por dividendo a tasas del 11%
En el escenario más conservador, en Santander calculan que UniCredit tendría que destinar a la cobertura de estos activos cerca de 1.850 millones de euros, lo que aún le dejaría unos 924 millones para la recompra de acciones, lo que, unido al dividendo del 30% del beneficio situaría su rentabilidad por dividendo en el 7,6%.
Pero esto no es el escenario base del banco español, que contempla la posibilidad de que los fondos destinados a esa hipotética recompra de acciones podrían alcanzar los 1.400 en un escenario central y hasta los 1.848 millones en el mejor de los casos, lo que elevaría la rentabilidad de la remuneración del banco al 9,3 y al 10,9%, respectivamente.
Son estas cifras las que justifican en buena medida que Santander mantenga una recomendación de compra y un potencial de revalorización superior al 30% para las acciones de UniCredit.
La entidad trasalpina tendrá la ocasión este martes de convencer al resto del mercado de que ese escenario puede hacerse realidad. Y lo hará con la confianza que le permiten los deberes ya cumplimentados en los últimos años.
Si la resaca de la crisis ha hecho cernirse una sombra de desconfianza sobre el conjunto de la banca europea, el caso de la italiana resulta especialmente paradigmático. Las entidades trasalpinas han tenido que lidiar durante años con los recelos de unos inversores no sólo preocupados por la debilidad del crecimiento del país, sus turbulencias políticas o el escenario de bajos tipos de interés en la Eurozona sino también -y quizás en mayor medida- por el deficiente saneamiento de sus balances.
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