El PNV y el PSE cerraron en la noche del sábado el acuerdo de gobierno que les llevará a gobernar en coalición en Euskadi 18 años después. El documento, a la espera de que este lunes sea ratificado por la Asamblea Nacional de los nacionalistas vascos y por el Comité Nacional de los socialistas vascos, supone el final a más de un mes de negociaciones entre ambas formaciones. Permitirá al PSE regresar al Gobierno vasco de la mano del PNV. Volverá a acceder a puestos de responsabilidad casi cuatro años después de que Patxi López abandonara Ajuria Enea en diciembre de 2012.
El nuevo ejecutivo que liderará Iñigo Urkullu contará con diez carteras, dos más que en la actualidad y en él los socialistas podrían ocupar dos o incluso tres departamentos. A falta de que se oficialicen los detalles del pacto de coalición, todo apunta a que la formación que dirige Idoia Mendia asumirá una de las responsabilidades que Urkullu ha priorizado para esta legislatura que ahora se inicia en Euskadi: el empleo. El PSE también podría asumir la competencia de Transportes y la de Cultura. Se trata de áreas que en muchos casos los socialistas ya dirigen en las tres diputaciones y en los ayuntamientos de las tres capitales vascas, donde los dos partidos gobiernan en coalición.
La socialistas asumirían Empleo, una de las prioridades del Gobierno de Urkullu
El acuerdo llega apenas tres días antes de que Urkullu se someta a la sesión de investidura que se celebrará en el Parlamento vasco el próximo miércoles, en el que contará con el respaldo de sus 28 parlamentarios y los 9 del PSE, a uno de la mayoría absoluta. Su candidatura se confrontará con la que presente EH Bildu, cuya candidata, la periodista Maddalen Iriarte, se presentará a la lehendakaritza pero sin apoyos suficientes. Además de los 18 votos afirmativos de su coalición, en la últimas horas Elkarrekin Podemos ha asegurado que no descarta respaldarla para escenificar un frente de izquierdas en la Cámara vasca. La toma de posesión del cargo se oficializará el próximo sábado día 26 ante el Árbol de Gernika.
De este modo, con el acuerdo de coalición PNV-PSE se completa el ciclo de entendimiento iniciado en septiembre de 2013 por los dos partidos y que arrancó con un acuerdo de estabilidad para el gobierno en minoría que ostentó Urkullu la pasada legislatura y que gracias al respaldo del PSE le permitió gobernar sin dificultad. Posteriormente, la sintonía se reforzó tras las elecciones municipales y forales de 2015 y se plasmó en la firma de gobiernos de coalición en los ayuntamientos de Bilbao, San Sebastián y Vitoria y en las tres diputaciones forales de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava.
A la espera de conocer la letra pequeña del acuerdo, si el PSE asume el área de Empleo supondría cederle una de las prioridades marcadas por el PNV para los próximos cuatro años. Urkullu se comprometió en la campaña electoral a reducir al 10% el desempleo en Euskadi al final de la legislatura.
El retorno de los socialistas al Ejecutivo es el reencuentro con el PNV tras casi dos décadas
El retorno de los socialistas al Gobierno vasco supone volver a gobernar con el PNV después de casi dos décadas. PSE y PNV han gobernado en coalición hasta en siete ocasiones. Su entrada al Ejecutivo volvería a dar peso político a un debilitado socialismo vasco, cuyo apoyo electoral ha ido reduciéndose casi al mismo tiempo que se reforzaba su presencia institucional como bastón de apoyo y socio institucional del PNV.
Hay que remontarse a febrero de 1991 –tercera legislatura- para encontrar el primer Ejecutivo conformado entre nacionalistas y socialistas. Con José Antonio Ardanza como lehendakari las dos formaciones llegaron a gobernar coaligados ocho años, tres legislaturas, la última de ellas con un tercer socio, Eusko Alkartasuna.
En enero de 1999, con la llegada de Juan José Ibarretxe, el PSE no repitió como socio. Su última experiencia en el Ejecutivo vasco data de mayo de 2009, cuando gracias al apoyo del PP, Patxi López se convirtió en el primer lehendakari socialista.
Durante el proceso de negociación las cuestiones como el autogobierno vasco o el proceso de paz y convivencia en Euskadi complicaron el acuerdo. Finalmente, se logró dejarlas al margen de las aspiraciones precisas que dibujan los nacionalistas: la consecución de un nuevo status y una nueva relación bilateral con el Estado. Y de las de los socialistas: la apuesta por el Estado federal y el reconocimiento de la Nación vasca pero como mera realidad cultura, lingüística y social.
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