Siempre ha sido un termómetro, un indicador del pulso de la sociedad vasca. Tradicionalmente sus campus reproducían a escala las actitudes y reacciones de los vascos ante la violencia y la ‘kale borroka’. La Universidad del País Vasco parecía haber olvidado aquellos tiempos de presión, amenazas e incidentes. Había desaparecido al calor del desmantelamiento de ETA. Frente al sentir general en Euskadi, un microcosmos social, hoy las elecciones a rector constatan que la pesadilla no se ha disuelto. La violencia ha vuelto a sus campus universitarios.
Es la última secuencia de un año en el que se han multiplicado con ataques e incidentes en el centro de Vitoria
Los más de 50.000 trabajadores y estudiantes de la Universidad pública que este jueves están llamados a votar lo harán en un clima de crispación y tensión que parecía olvidado, tras haber soportado una campaña electoral en la que los incidentes se sucedían: autobuses parados bajo amenazas de encapuchados con barras de hierro, pintadas llamando a boicotear las elecciones, encadenados que incitaban a no votar, pintadas y encarteladas masivas de estudiantes con la cara tapada; concentraciones para impedir hablar a la candidata, pintadas amenazantes, manifestaciones para coaccionar el día de la votación… Es sólo la última secuencia de un año en el que los incidentes se han multiplicado con ataques al vicerrectorado con neumáticos incendiarios o incidentes en el centro de Vitoria con graves algaradas.
La mayor preocupación de esta jornada recae sobre una manifestación convocada por los promotores de todos estos incidentes. Los impulsores de la marcha son los movimientos afines a la izquierda abertzale, como Ernai y el sindicato estudiantil, Ikasle Abertzaleak, que se han movilizado a través de las redes sociales para atraer el mayor número de estudiantes al campus de Leioa de la UPV, en Vizcaya, para secundar la protesta. Para ellos se han organizado autobuses que trasladarán desde Pamplona, además de otras localidades vascas, a cientos de estudiantes para recorrer el centro del principal campus universitario vasco. La convocatoria ha disparado la alarma ante posibles altercados y ha obligado al actual rectorado a reforzar, en coordinación con la Ertzaintza, el dispositivo de seguridad a fin de poder celebrar la jornada con normalidad y respetar el derecho al voto de la comunidad universitaria.
La única candidata ha soportado la presión de grupos violentos que han boicoteado sus actos
Los antecedentes no son tranquilizadores. La única candidata al rectorado, Nekane Balluerka, perteciente al equipo del rector saliente, Iñaki Goirizelaia, ha tenido que soportar durante toda la campaña la presión de grupos violentos que han boicoteado un buen número de sus actos. El pasado lunes un grupo de encapuchados pararon tres autobuses en pleno campus cuando iba repleto de estudiantes. Llenaron los tres vehículos de pintadas llamando a la movilización y se subieron al capó con bengalas mientras grababan su acción. Días antes, otros encapuchados armados con barras de hierro ya habían hecho lo mismo en Vitoria, al obligar a un conductor a parar el autobús cuando circulaba con pasajeros. Pero Balluerka ha visto cómo sus intentos por presentar un programa para la UPV eran boicoteados por sendos escraches en Vitoria y San Sebastián cuando se disponía a presentar su programa.
Desde Ikasle Abertzaleak, el sindicato estudiantil afín a la izquierda abertzale, justifican la campaña contra las elecciones asegurando que con ellas tan sólo se refuerza un sistema educativo propio de “las élites” y “el capital”, y que participar en ellas supondría “legitimar una falsa democracia universitaria. En sus manifiestos apelando a la abstención llama al alumnado a organizarse para avanzar en la creación de herramientas que permitan conformar un sistema universitario “nacional” vasco para "Euskal Herria". A lo largo de estos días han colocado pancartas, colgado vídeos y distribuido panfletos llamando a “la lucha” y a boicotear las elecciones. Su llamada a la abstención busca frenar incluso la única candidatura, la de Nekane Balluerka. La doctora en Psicología necesita que al menos un tercio de los votos que se emitan le sean favorables para poder ser proclamada rectora de la UPV. El nivel de movilización y respaldo que logren estos colectivos podría ser determinante ya que la baja participación de este tipo de comicios universitarios es muy habitual. En la anterior elección en la que Goirizelaia fue reelegido tan sólo votaron 4.500 personas de las algo más de 51.500 que podían hacerlo.
Actos violentos que se repiten con frecuencia
El recrudecimiento de los actos violentos en el ámbito universitario se produce al mismo tiempo que en el conjunto de la sociedad vasca comienzan a repetirse con cierta frecuencia actos de violencia identificados con lo que fue la ‘kale borroka’ en tiempos en los que ETA estaba aún activa. Se trata de grupos identificados en algunos casos con la colectivos abertzales y en otros con la izquierda radical o antisistema que por edad apenas han vivido los tiempos de violencia terrorista. En algunos casos quienes han protagonizado los incidentes más graves -como la quema de ochos autobuses hace un año en Derio (Vizcaya)- son grupos como Ibil y ATA, que no están controlados por la izquierda abertzale ni por el entorno de ETA, y que son críticos con Sortu, empeñada en desmarcarse de su pasado violento. En cambio, Ibil y ATA apuestan por no cesar en la presión violenta hasta que se produzcan algunas cesiones desde el Gobierno, entre ellas el del acercamiento de presos de presos.
El clima de violencia incluye el ataque de Alsasua o la agresión a un dirigente del PP
A la presión en el ámbito universitario le precedieron incidentes como los de Alsasua, con la agresión de dos guardias civiles y sus parejas, y por el que están procesados nueve jóvenes por un presunto delito de terrorismo. Un suceso con gran repercusión en el entorno universitario, donde la proliferación de pancartas y carteles reclamando la libertad de los encarcelados ha sido constante. El clima de violencia de los últimos días incluye la agresión a dirigente de las juventudes del PP, Nacho Toca en Bilbao o la diana aparecida en el portal de la ex concejal popular en San Sebastián, María José Usandizaga. La lista incorpora además la quema de contenedores -hasta once se calcinaron la noche del martes en Sopela (Vizcaya)-, el ataque a una sede del PNV en Mondragón, la quema de varios cajeros de Kutxabank y la agresión a un matrimonio por increpar a unos jóvenes que realizaban pintadas en el Casco Viejo de Bilbao.
El rebrote de la violencia en la Universidad Pública Vasca, que se arrastra desde hace ya varios meses, preocupa de modo especial al suponer el retorno a tiempos que parecían olvidados. En los tiempos en los que ETA estaba activa muchos profesores debían acudir escoltados a clase. Algunos de ellos incluso recibieron amenazas o paquetes bomba y en no pocos casos la presión sufrida por el colectivo violento les hizo abandonar el País Vasco. Uno de los rectores, Manuel Montero, tuvo que gobernar la UPV protegido y bajo la amenaza constante de parte de su profesorado y en un clima de crispación. El punto culminante de la amenaza se vivió en 2002, cuando un grupo de 42 profesores universitarios comparecieron, muchos de ellos encapuchados para no ser identificados, para suscribir un manifiesto de condena del ambiente de amenaza y presión que sufrían en la UPV y clamar contra la “impunidad” en la que lo llevaban a cabo.
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