La fila parece interminable. Al fondo, la Plaza de la Revolución de La Habana. El sol es abrasador. La humedad asfixiante. Nada de eso importa a los miles de cubanos dispuestos a aguantar más de cinco horas para rendir homenaje a Fidel Castro. Nadie quiere perder la oportunidad de mostrar sus respetos a quien, dice la mayoría, fue mucho más que un líder nacional.
“Fidel es el hombre más importante del Siglo XX. Luchó por la dignidad de la humanidad, por los pobres. Fue un ser solidario y todo lo que quería era que viviéramos en paz, sin pobreza y sin guerra”, comenta el albañil Gilberto Miraval. El edificio que construye no avanzará hoy. Tanto Gilberto como sus compañeros tienen el día libre para mostrar sus respetos a Fidel.
“El comandante es como un padre para mí”, admite el obrero. En la gran concentración es imposible encontrar a alguien que tenga una opinión mínimamente escéptica sobre el líder revolucionario cubano. Quienes están allí son fieles adeptos. “Nosotros a Fidel tenemos que seguir queriéndole. Él ha muerto, pero sigue vivo en el pueblo. Sigue guiándonos e inspirándonos”, reflexiona Gilberto.
Camisas de colores se mezclan con gorros, sombreros y paraguas pintorescos para refugiarse del astro rey
Comienza el mediodía. El sol arrecia. Los sanitarios atienden algún que otro desmayo. Miles de cubanos continúan con paso firme hacia la plaza de la revolución. Son días de luto, pero el espectáculo es multicolor. A los cubanos vestir de negro no les gusta mucho. La mayoría se ha presentado al "velatorio" con sus atuendos habituales. Camisas de colores se mezclan con gorros, sombreros y paraguas pintorescos para refugiarse del astro rey. Incluso hay quien se ha presentado con atuendo reguetonero. También hay turistas entre la marea de cubanos. Nadie quiere perderse un evento histórico. Los cánticos de unos se mezclan con la tristeza de otros.
“Antes de Fidel aquí había pobreza, discriminación racial e insalubridad”, apunta el jubilado Enrique Pineda. Tiene 68 años. Nació antes de la revolución. “También había desalojo. Eso lo sufrí yo. Mi padre perdió dinero y no podía pagar nuestra casa. Nos echaron a la calle. Es imposible que eso pase ahora”, asegura.
Enrique dice haber sido parte activa de la revolución. Se alistó en las brigadas alfabetizadoras con 14 años. Demasiado joven, incluso para aquellos años. Su hermana tuvo que autorizarle para ejercer como profesor. No cree que la muerte de Fidel vaya a suponer algo nuevo para la isla: “Aquí no va a cambiar nada porque Fidel es el pueblo, es una idea colectiva. Como él mismo dijo cuando asaltó el cuartel Moncada, las ideas no se matan”, asegura.
La televisión oficial cubana emitió brevemente imágenes del cuerpo de Fidel a las pocas horas de su muerte
Muchos isleños han visto las imágenes de los cubanos que viven en EEUU celebrando con champán la muerte de Fidel, a pesar de no haber sido prácticamente difundidas en los medios oficiales. La alegría ha sido máxima para los miles de exiliados, voluntarios y forzados. Para Enrique, son traidores: “Uno tiene dos madres. La progenitora y la patria. A la patria de uno nunca se le puede traicionar. Nuestro sistema no es compatible con ellos. No tienen sentimientos ni patriotismo. Lo último que puede hacer un ciudadano de un país es interceder ante una potencia extranjera para que invadan su país”, comenta con convicción. Lleva unos pocos minutos en la fila. Le quedan casi cinco horas de espera. No le importa.
A las dos horas de fila se entra ya en la Plaza de la Revolución. El Ché Guevara y el mismo Fidel Castro presiden la escena, inmortalizados en dos grandes estructuras metálicas que decoran dos grandes edificios. El fallecido ex presidente pronunció allí muchos de sus larguísimos discursos. Podía estar tres horas hablando frente a la multitud, criticando al imperialismo yankee.
El lugar está desierto, salvo por la estrecha fila, totalmente acordonada y dirigida por las autoridades, que fluye hacia el monumento al héroe nacional de la independencia, José Martí, donde se produce el homenaje.
Para sorpresa de muchos, no están allí las cenizas de Fidel, como se había anunciado previamente. No se ha anunciado dónde se encuentran. Quienes ingresan al monumento caminan de manera fugaz frente a una fotografía del comandante, tomada mientras sostenía un rifle al hombro. La imagen está custodiada por militares vestidos de gala y una corona de flores. Nadie se puede detener delante. No podrían entrar todos los que esperan fuera.
Hay quien sí se atreve a criticar el homenaje: “A mí me hubiese gustado que hubiese estado de cuerpo presente. Ya no me gustó la incineración. Aquí a la mayoría de la gente se le entierra”, señala Ramón Rodríguez, un transportista capitalino. La televisión oficial cubana emitió brevemente imágenes del cuerpo de Fidel a las pocas horas de su muerte.
¡Con lo que sea, Fidel, con lo que sea!”, repite a gritos una asociación estudiantil
De repente, un estruendo recorre la plaza: “¡Con lo que sea, Fidel, con lo que sea!”, repite a gritos una asociación estudiantil. Llevan pancartas a favor del líder revolucionario y banderas nacionales. Alguno de los jóvenes incluso se ha pintado su nombre en la cara. En la fila también hay militares y policías debidamente uniformados. También trabajadores ministeriales debidamente identificados. Los taxistas se turnan estos días para poder rendir homenaje a quien dirigió al país por casi sesenta años.
“Yo lo que le agradezco al comandante es que aquí todo el mundo tiene educación y salud gratuitos. Eso no se ve en países de nuestro entorno, en Latinoamérica. Es una cosa única de Cuba, unos valores que él nos enseñó”, explica la enfermera Ana Matos.
La misma plaza será escenario, este martes, de un acto multitudinario con la presencia de numerosos jefes de Estado internacionales. Acudirá, en representación española, el Rey Juan Carlos. Las cenizas de Fidel Castro recorrerán cuba a partir del día siguiente. Visitarán 13 de las 15 provincias cubanas hasta llegar a Santiago, el próximo sábado. Más de una semana de luto para unos cubanos que no esperan cambio político alguno en el futuro de la isla.
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