Ha sido el vivo reflejo de las causas imposibles. Una voz solitaria clamando en el desierto y convertida en incómodo azote para el poder. Nadie le podrá negar que ha sido incansable en la defensa de lo que creía, incluso contra viento y marea y con el resto de compañeros de una cámara parlamentaria en contra. Pero así ha sido la trayectoria política de Gorka Maneiro, que hoy ha anunciado su renuncia a continuar en la dirección de UPyD: dar vida a principios en los que cree, hacerlo por coherencia hasta que agonizaba su proyecto víctima de un tsunami de indiferencia externa o de fractura interna. Su último objetivo, resucitar UPyD en España cuando estaba herida de muerte, le ha sobrepasado. Por eso ha optado por dar un paso atrás. Lo ha hecho reconociendo errores y asumiendo responsabilidades. Hacía meses que Maneiro apelaba a la necesidad de repensar el proyecto para "renovarlo, fortalecerlo y rearmarlo". Ahora lo hará sólo como militante, cansado de librar batallas en el frente. Gorka Maneiro (San Sebastián, 1975) abandona la primera línea que ha ocupado desde hace casi una década, fundamentalmente en el País Vasco.
Hacerse oír con un discurso rompedor, sin pelos en la lengua, a ratos cansino, a ratos innovador, y siempre sin dejar indiferente a nadie, ha sido su mayor mérito. Crítico con el nacionalismo, incómodo para el Constitucionalismo adormecido y atractivo para sectores de la ciudadanía en busca de aires nuevos. Lector de Miguel de Unamuno y Miguel Delibes y fan de los Guns & Roses, Joaquín Sabina y Rihanna, a Maneiro le quedará ahora más tiempo para practicar baloncesto, correr, hacer senderismo y pasear por la playa. De mirada penetrante, en la distancia corta muestra una seguridad fría, contaminada por dosis de timidez algo camuflada. Padre de una hija, este político vasco se muestra meticuloso en todas las cuestiones que los suyos lleven entre manos.
El pasado de Maneiro revela muchas de sus inquietudes políticas. Desde muy joven vivió en su Guipúzcoa natal el impacto del terrorismo ante el que decidió no permanecer impasible. Lo hizo militando en movimientos civiles como 'Basta Ya!’ y denunciando lo que consideraba un apoyo cómplice de la izquierda abertzale y un silencio e indiferencia incomprensible de gran parte de la sociedad vasca. Su discurso sin tapujos le convirtió pronto en objetivo de amenaza. En 2000 sufrió un ataque contra su vivienda con un cóctel molotov, una situación que le obligó a vivir escoltado, como muchos de los políticos en Euskadi. Maneiro no se calló.
"El nacionalismo es incompatible con la igualdad"
Diplomado en Ciencias Económicas y técnico en Administración y Dirección de Empresa, asegura que su verdadera profesión es la de asesor fiscal, un ámbito, la fiscalidad, que siempre ha fijado como uno de sus focos de crítica. La singularidad vasca, plasmada en las haciendas forales, considera que no son sino un modo de privilegiar a los vascos y por ello defiende la necesidad de profundizar más en la "solidaridad" y la igualdad entre españoles y revisar aspectos como el Concierto Económico vasco. "La igualdad es incompatible con el nacionalismo", suele repetir.
Durante un tiempo, Maneiro supo atraerse simpatías de ciudadanos confiados en hacer despertar a PSE y PP en su disputa por el escenario político vasco. A los socialistas les conoce bien, no en vano es la primera formación en la que militó. Lo hizo hasta 2007, cuando consideró que sus virajes, en especial en Euskadi, no merecían su apoyo. Ese mismo año había abandonado el barco del PSE otro de sus referentes en la política, vasca como él, Rosa Díez, con la que terminaría distanciado años después. Las formas de aquel joven político, desconocido para la mayoría, pronto encandilaron a Díez y a otro de los pesos pesados de la imberbe UPyD, como el filósofo Fernando Savater. Ambos hablaban claro, no temían entrar en cuestiones espinosas y menos aún en terrenos que parecían blindados por el nacionalismo vasco gobernante durante décadas. Es lo que más le atrajo a Maneiro.
Le encandilaron los mensajes de Díez y Savater, sin 'pelos en la lengua', que denunciaban los desmanes de la política
Desde muy pequeño la política le había atrapado en aquella Euskadi violenta en la que creció en Guipúzcoa y en la que el mensaje abertzale lo copaba todo. En plena madurez, revolviéndose ante lo que consideraba una "dictadura" del nacionalismo frente a la que el resto de formaciones políticas habían claudicado, optó por implicarse. Parecía que socialistas y populares se habían rendido para cambiar las cosas, un reproche que aún hoy vierte contra ambas formaciones en Euskadi. Por eso Maneiro decidió hacerse oír. En 2007 la fundación de UPyD fue la oportunidad perfecta. En apenas dos años contribuyó a subir a primera a aquel partido de tercera división, con Díez y Savater como rostros conocidos y el magenta como el hábil arma propagandística y de frescura. Aquel discurso que arremetía sin tapujos contra el PNV, que reclamaba el final de los "privilegios" nacionalistas y de los políticos e incluso que se atrevía a reivindicar la supresión de las diputaciones forales, -instituciones intocables para el nacionalismo-, comenzó a llamar la atención de los medios de comunicación y a proyectar sus mensajes y la imagen de sus dirigentes. Cuando Díez dio el salto a la política nacional, Maneiro se quedó como alfil esencial en Euskadi.
La batalla contra el independentismo, el nacionalismo, la defensa de las víctimas del terrorismo y la erradicación de los privilegios y los "chiriguitos" y "clientelismos" de partido en favor de la igualdad de todos los españoles, fue el mejor altavoz. En 2009 Maneiro tuvo su gran oportunidad como cabeza de lista de UPyD al Parlamento Vasco por Guipúzcoa. Contra todo pronóstico, salió elegido. El PNV no logró la mayoría suficiente y la alianza PSE y PP, con el respaldo del único voto de UPyD, de Gorka Maneiro, permitió a Patxi López convertirse en lehendakari y desplazar a la oposición al nacionalismo institucional.
Desengaño con Patxi López
Maneiro no tardó en defraudarse. Tres años bastaron para concluir que la actitud de gobernar del PSE y de su socio, el PP, no contribuirían a hacer buena la "oportunidad histórica" que creía que existía para cambiar las cosas en Euskadi. Sin apenas cambios en la política educativa, ni en el entramado institucional, ni en la política de lucha contra ETA, creyó que la defensa del Constitucionalismo en Euskadi no se había consolidado.
En los comicios de 2012 UPyD revalidó, por un estrecho margen de votos, su escaño. Ahora gobernaba de nuevo el PNV de Iñigo Urkullu, crecido tras retornar al poder después de una legislatura en la oposición. También Maneiro se creció. Su labor de oposición se libraba contra un gobierno del PNV, la formación a la que durante toda su trayectoria como parlamentario ha culpado de la debilidad del discurso constitucionalista en Euskadi, de la situación de "privilegio" en la que en su opinión viven los vascos y las "duplicidades" inasumibles que soportan sus arcas. La pasada legislatura, la última en la que UPyD ha tenido representación en la Cámara de Vitoria, ha sido aún más intensa en la labor de fiscalización política que ha hecho UPyD. Si en su primer mandato Maneiro se caracterizó por controlar al poder, durante el primer mandato de Urkullu se convirtió en una verdadera pesadilla para los servicios de asesores del PNV. El número de iniciativas legislativas, de mociones, de interpelaciones y de preguntas presentadas por el único parlamentario de UPyD le situó a la cabeza como el diputado más activo de la cámara y el más incómodo para el PNV.
Aprendió euskera de adulto, es fan de Sabina y Rihanna y lector de Unamuno y Delibes
Maneiro habla euskera perfectamente, lo aprendió ya adulto y lo defiende como una riqueza lingüística de España. Sin embargo, repite una y otra vez que su defensa no puede convertirse en un arma con tintes ideológicos, como en su opinión se ha hecho en Euskadi con una política lingüística al servicio del nacionalismo. Más aún, el ya militante de UPyD siempre ha abogado por retornar la competencia de Educación y Sanidad al Estado, una reivindicación que incide sobre dos de los ejes más valorados por el PNV, Osakidetza y su modelo educativo.
Otro de sus grandes frentes de crítica ha sido el relacionado con ETA y su entorno. Ha llegado a asegurar que una parte de la sociedad vasca está enferma por seguir respaldando a quienes aún no han condenado la violencia terrorista. A ello ha sumado su reiterado rechazo a los planes en favor de la paz y la convivencia llevados a cabo desde las instituciones públicas vascas que considera que no sólo no contribuyen a fijar un relato de "vencedores y vencidos", sino que dejan en un segundo plano a las víctimas del terrorismo.
Tentado para dirigir Ciudadanos en Euskadi
Maneiro ha llegado a convertirse en un quebradero de cabeza para el Gobierno vasco. Durante las sesiones plenarias de la Cámara sus intervenciones se convertían en denuncias y encontronazos permanentes, en ocasiones naturales y en otros algo forzados, hasta el punto de llegar a irritar al habitualmente templado lehendakari Urkullu. La labor de investigación y de detección de casos de irregularidades en la gestión o la petición exhaustiva de todo tipo de información ha sido una a lo largo de sus ocho años como parlamentario. El azote no ha cejado una vez fuera de la Cámara. Uno de sus últimos tuits cuestionaba el nombramiento de Bingen Zupiria "el vocero del PNV" como nuevo consejero de Cultura. Zupiria fue director del diario Deia, medio contra el que también arremetió Maneiro al denunciar el pago de noticias a soportes de este grupo afín al PNV, cuestión que se investiga en los tribunales.
Durante sus ocho años en el Parlamento Vasco fue el 'azote' incansable del PNV
Dos legislaturas convertido en el látigo solitario del nacionalismo no sólo le han desgastado a él. A medida que su nivel de crítica y enfrentamiento con el PNV crecía, la formación de Urkullu consolidaba sus posiciones mientras UPyD, acrecentaba sus problemas y diferencias internas. En 2016 Maneiro anunció que no presentarían candidatura a las elecciones vascas. UPyD perdía así su único representante en una Cámara parlamentaria tras su desaparición en el Congreso de los Diputados y la marcha de Rosa Diez de la formación que fundó. Poco antes Maneiro llegó a reconocer que desde Ciudadanos se le había sondeado para que liderara la formación de Albert Rivera en Euskadi. Hubo incluso movimientos para que UPyD y C´s se aliarán para presentar una candidatura conjunta en el País Vasco. No sólo rechazó pasarse a Ciudadanos sino que se dispuso a intentar reflotar UPyD a nivel nacional. Lo intentó convirtiéndose en su coordinador primero –tras la dimisión de Andrés Herzog- y en su máximo dirigente y rostro visible de la formación, después. Ahora ha decidido apearse de la locomotora magenta para que sea otro quien la conduzca con él como un pasajero más.
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