Marcelino Camacho falleció en octubre de 2010, a los 92 años, aclamado como referente del sindicalismo democrático en España. Murió el primero de los tótems de un movimiento hoy descafeinado, pero que durante décadas ha arrojado al panorama político personalidades fuertes, asentadas sobre liderazgos sólidos y longevos, que les permitieron erigirse en iconos populares y actores clave en el desarrollo democrático.
Esta semana, en El Independiente hemos contado la reconversión de Cándido Méndez, ex secretario general de UGT, que ahora ayuda al Padre Ángel con sus desayunos benéficos en la iglesia de San Antón. Pero de los demás, ¿qué fue?
Nicolás Redondo, el sindicalista que nunca descansa
Lo dice su partida de nacimiento pero lo desmiente su día a día. En apenas cinco meses cumplirá 90 años y hará más de dos décadas que abandonó su responsabilidad al frente de la Unión General de Trabajadores (UGT). Pero a Nicolás Redondo Urbieta no le ha dado ni por el voluntariado ni por el dominó o los viajes subvencionados. El histórico dirigente sindical que luchó y padeció en el franquismo, que se hizo referente en las luchas obreras de las acerías navales del País Vasco o que pudo haber disputado el liderazgo del PSOE a un joven Felipe González, sigue casi tan activo como entonces.
En su entorno aseguran que no para. En el sindicato, en su sindicato, las consultas, los cruces de documentación y las comidas de trabajo con este referente de la UGT no han dejado de producirse. El actual secretario general de la UGT, Pepe Álvarez, y Redondo hablan con frecuencia. El bastón que ahora le acompaña es más una precaución que una necesidad. No lo necesitaría, pero el cuerpo no camina al mismo ritmo que lo hace la mente lúcida de este vasco de la Margen Izquierda, que vive hoy en el mismo municipio que vio nacer a Patxi López, y en cuyo entorno bebió la lucha sindical en la que aún hoy sigue enfrascado.
No perdona cada día la lectura de tres periódicos, incluso prensa francesa que devora con facilidad
Cada mañana no perdona la lectura de tres periódicos, incluso prensa francesa que devora con facilidad. Es el dominio del francés que le quedó de su infancia, cuando en plena Guerra Civil fue evacuado como otros muchos niños vascos: su destino Francia. La pasión por aquel país aún le lleva hoy a enviar recortes del Le Monde a los líderes de la UGT para conocer cómo se libra allí la defensa de los derechos de los trabajadores para desactivar las reformas laborales. Su agenda incluye tres o cuatro viajes mensuales desde Portugalete a Madrid para mantener reuniones o participar en actos internos de la UGT.
Ahora a Nicolás Redondo le gusta más escuchar que hablar. “Ya no hace intervenciones públicas. Es muy autocrítico consigo mismo, y quizá algo vanidoso con estas cosas, por eso prefiere escuchar”, asegura divertido su hijo, Nicolás Redondo Terreros. Casi a diario su padre le remite un informe, a modo de repaso de actualidad, sobre los últimos acontecimientos que inciden en sus grandes inquietudes, la situación de la socialdemocracia, de la izquierda española y la vida sindical y sus desafíos.
Después, un paseo por la calle, un café con los amigos antes de regresar a casa. Vive solo. Una soledad buscada y a la que se ha acostumbrado. Tanto que prefiere que la asistenta que le ayuda con las tareas domésticas esté lo menos posible en casa, prefiere no coincidir. Nicolás también ha intensificado su vida familiar, mucho más activa que cuando se lo impedían las batallas en el ring político y laboral. “Ahora le gusta hacer cosas que antes no podía hacer tanto. Esta más con sus nietos, le gusta conocer cómo van sus estudios y ahora la relación familiar es habitual”, asegura su hijo.
Sigue unido 'como si fueran hermanos' con quien fuera su mano derecha, Antón Saracibar
No ha descuidado sus viejas amistades del sindicato, son frecuentes sus encuentros con quien fue su mano derecha en la UGT, Antón Saracibar, “siguen unidos como si fueran hermanos”, o con Enrique Múgica y Pablo Castellano entre los que gusta abordar la situación del sindicalismo, del PSOE. Ahora es más crítico con la situación que él vivió hace cuatro décadas. “Siempre lo ha sido pero es cierto que ahora quizá lo es un poco más. Cree que la socialdemocracia está en crisis y que los sindicatos tienen un papel que recuperar. Con todo ello sí tiene cierta pesadumbre pero lejos de desanimarle le motiva más para moverse y aportar sus opiniones”.
Al terminar el día Nicolás Redondo ‘padre’ vuelve a conectarse a la vida. Sus problemas de tensión ocular no le impiden seguir con vocación los informativos televisivos antes de cenar. La jornada no termina aún. Antes de acostarse aún queda la lectura del último artículo o el libro recomendado o la escritura de una carta o una reflexión. Así es el día a día del histórico sindicalista de la UGT que nunca se jubiló.
Antonio Gutiérrez, un autónomo desencantado con la izquierda
Los padres de Antonio Gutiérrez se enteraron de que tenían un hijo comunista por boca de la Guardia Civil, en 1966, cuando contaba 15 años y ya militaba en el partido. Fue la primera detención de un currículum que hoy recuerda con orgullo: "Decidí ser un delincuente cuando la libertad era un delito". Un principio que no abandonó nunca y que le hizo forjar un historial conflictivo: acumuló despidos hasta que se hizo fuerte en Comisiones Obreras, a la sombra de Marcelino Camacho, al que sustituyó en la secretaría general en 1987, en un puesto que ocupó hasta el año 2000.
Parte de su popularidad se fraguó en el éxito masivo de la huelga del 14 de diciembre de 1988, el primer gran toque de atención a las políticas de Felipe González, al que Gutiérrez se refiere hoy con aún menos cariño que entonces: "El origen de la desnaturalización de la socialdemocracia es el cesarismo de Felipe González, y el cesarismo tiende a la mediocridad intelectual y al oportunismo político, acusado y descarado".
Fue crítico con las políticas de Felipe González, y lo sigue siendo ahora. No obstante, su liderazgo en CCOO alejó al sindicato de la órbita del PCE
No obstante, su etapa al frente de CCOO fue un tránsito desde la órbita del PCE a la del PSOE. Él mismo abandonó la militancia comunista en 1991, lo que le granjeó enemistades entre el sector crítico del sindicato -formado, entre otros, por el propio Marcelino Camacho- y él mismo acabó como diputado independiente en el Grupo Socialista del Congreso entre 2004 y 2011. Allí el crítico fue él: votó en contra de la reforma de la Constitución y de la reforma laboral. "Fui el único".
Aquellas indisciplinas le costaron sanciones como las que hoy sacuden al partido y, tras dos legislaturas presidiendo la comisión de Economía del Congreso, abandonó la política para no volver. Se reincorporó a su puesto en Caja Madrid, justo cuando la entidad, presidida entonces por Rodrigo Rato, ejecutaba un ERE "muy ventajoso". Cuarenta y cinco días por año. "Me insistieron para que me apuntase", recuerda, pero no lo hizo, influido por su pasado en Comisiones, donde Marcelino Camacho había impulsado que, al no considerarse el sindicato como una empresa, tampoco hubiera empleados ni, por tanto, cotizaciones a la Seguridad Social. Diez años de vacío que lastran ahora su cotización para el cálculo de la pensión.
Dos años después, otro ERE se lo llevó por delante, pero éste ya con la reforma laboral, contra la que él votó, aprobada. Veinte días por año, 37.700 euros y apuntado al paro con 62 años. Desde entonces es un autónomo dependiente de la Fundación Telefónica, que asesora a startups y se ha propuesto "no ejercer de ex, porque en las sombras sólo habitan los fantasmas que hacen fantasmadas".
El nacionalismo es cosa de ricos y uno de los problemas de la izquierda ha sido confundir nacionalismo con progresismo"
No ha vuelto al Congreso, aunque Podemos se lo propuso antes de las elecciones del 20 de diciembre de 2015. "Se lo agradecí mucho pero les rechacé", confiesa, aunque sí colaboró en la elaboración de su programa económico junto a Nacho Álvarez. Declinó la oferta por dos motivos. Una decisión personal, "no formar parte de la dirección de ningún partido", y un escollo ideológico: "Tenemos una diferencia insalvable, que es la autodeterminación. El nacionalismo es cosa de ricos y uno de los problemas de la izquierda ha sido confundir nacionalismo con progresismo".
Pero su crítica va más allá: "Basar una estrategia en dar miedo es bastante infantil e insustancial, una izquierda transformadora debe conseguir que los adversarios la respeten, no que la teman". El que fue uno de sus referentes hoy está, en toda su transversalidad, desencantado: "Hace mucho tiempo que la izquierda está en política pero no la hace".
José María Fidalgo, de CCOO a colaborar con FAES
La sombra de José María Fidalgo, el ex secretario general de CCOO, es alargada. Por su característica altura de ciprés y porque, a diferencia de otros líderes sindicales como Cándido Méndez, no ha acabado de salir del entorno mediático y ha sembrado el camino de cierta polémica.
Tras la pérdida del liderazgo en el sindicato en 2008, que pasó a manos del actual secretario general Ignacio Fernández Toxo, Fidalgo retornó poco después, hasta su jubilación en 2013, a su puesto en el Hospital de La Paz, donde había trabajado como médico adjunto de Traumatología en la Ciudad Sanitaria. Pero en un plano más público, Fidalgo, al que un trabajador de Sintel abrió una brecha en la manifestación del Primero de Mayo de 2003, no ha dejado de asomar la cabeza como tertuliano, primero en Onda Cero, entre 2010 y 2015, y desde entonces en la Cadena Cope, de la mano del periodista Carlos Herrera.
Fidalgo ha sido acusado de traición desde parte de la izquierda y el mundo sindical
En estos años, como el día de aquella agresión, Fidalgo ha sido acusado de traición desde parte de la izquierda y el mundo sindical. Al tiempo que hablaba en las ondas, daba de qué hablar por una supuesta deriva política hacia la derecha. Y es que Fidalgo ha colaborado con la fundación FAES, próxima al PP, y no ha escondido su amistad con dirigentes populares. Incluso participó en un foro del PP en 2011 y dos años más tarde presentó, junto al ex ministro de Industria, Asuntos Exteriores y Ciencia y Tecnología, Josep Piqué, unas memorias del ex presidente del Gobierno José María Aznar.
“En España hay vicios. Uno de ellos es que la gente sólo habla con los que piensan igual”, declaró en su defensa en uno de estos foros. “No estoy al servicio de nadie”, ha reiterado también en varias ocasiones. Con esas credenciales, Fidalgo también sonó como candidato de UPyD a las elecciones a la Asamblea de Madrid en 2011. Y es que Fidalgo no es un hombre de ciertos apegos. De hecho, ha renunciado siempre a comprar una vivienda y aún hoy vive de alquiler.
En España hay vicios. Uno de ellos es que la gente sólo habla con los que piensan igual", declaró en su defensa
En paralelo, el ex secretario general de CCOO creó, por encargo de la Federación de Sanidad de CCOO y junto a un grupo de expertos, el IEBUGS (Instituto de Estrategia y Buen Gobierno de las Prestaciones Sanitarias y Sociales) en 2009. Su objetivo era realizar análisis, encuentros y seminarios con profesionales sobre la problemática de la sostenibilidad de los sistemas sanitarios. Además, ha colaborado desde esos años con el IE Business School, para el que ha organizado el Foro Negocia, que aún está en funcionamiento y que pretende generar conocimiento acerca de la naturaleza, los límites y la finalidad de la negociación.
Actualmente, el ex dirigente de CCOO es miembro del patronato de la Fundación Arquitectura y Sociedad y como miembro de una comisión convocada por la patronal de las aseguradoras Unespa ha participado en dos informes sobre los retos del envejecimiento de la población para el Estado del Bienestar.
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