El comisario Marcelino Martín-Blas, el mando al que el juez que instruye el caso del pequeño Nicolás puso a investigar los hechos tras su destitución como responsable de la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional, fue la persona clave en la filtración de las grabaciones en las que Fernández Díaz y el entonces director de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, intercambian información sobre supuestos casos de corrupción que afectaban a familiares de políticos independentistas catalanes en vísperas de la consulta secesionista del 9-N.
El reparto de papeles en el escándalo del espionaje en el despacho oficial del Ministerio de Interior está ya definido. Si Eugenio Pino -ex número dos de la Policía- fue la persona que convenció al ministro de la conveniencia de grabar las reuniones en su despacho oficial, el inspector José Ángel Fuentes Gago quien conminó a De Alfonso a trasladarse a Madrid para reunirse con Fernández Díaz y Enrique García Castaño -responsable de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO)- el encargado de proporcionar la minigrabadora, Martín-Blas fue decisivo para que las cintas llegaran a Público. Este diario difundió el contenido de las conversaciones días antes de los comicios generales del pasado 26 de junio, en los que el entonces titular de Interior concurría como número uno por Barcelona en la lista del PP al Congreso de los Diputados.
Entonces estalló el escándalo, si bien el origen se remonta al otoño de 2014. Los días 2 y el 16 de octubre de aquel año, en pleno órdago soberanista, el entonces titular de Interior recibió en su despacho a Daniel de Alfonso, al que grabó el ministro para blindarse ante la posibilidad de que su invitado pudiera desdecirse de lo afirmado en privado. De Alfonso había sido propuesto para el cargo por la antigua Convergència y tenía fama de grabar las conversaciones.
Pino entregó las grabaciones a Martín-Blas cuando ambos aún colaboraban en la investigación a los Pujol
Según la investigación de este periódico, Eugenio Pino entregó las cintas a Martín-Blas para que las custodiara en su condición de jefe de la Unidad de Asuntos Internos. La relación entre jefe y subordinado era en aquellos momentos muy estrecha, como demuestra el hecho de que ambos llegaron a viajar a Andorra en el marco de la investigación dirigida por el grupo especial de la Policía con la que se trataba de descubrir el patrimonio oculto de la familia Pujol en bancos del Principado.
Aquella confianza se quebró definitivamente en marzo de 2015, cuando el DAO propuso al entonces director general de la Policía, Ignacio Cosidó, la destitución del comisario como responsable de Asuntos Internos por enviar al juez del caso del pequeño Nicolás un informe "falso a sabiendas" -al identificar erróneamente al comisario José Manuel Villarejo como la persona que aparecía junto a Francisco Nicolás Gómez Iglesias en un parque madrileño- y por haberse reunido el 20 de octubre de 2014 con agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sin autorización.
En un escrito enviado al juzgado que instruye la citada causa el pasado 5 de septiembre, Pino añadía un tercer motivo para justificar la salida de Martín-Blas como jefe de dicha unidad: hacer "caso omiso" a la orden que le había dado para que no se volviera a reunir con una periodista de Público, que "estaba publicándolo todo de este asunto [el caso protagonizado por Gómez Iglesias] con un detalle que sólo podía obtener" de él. Se trataba de uno de los redactores que firmó las informaciones sobre el contenido de las conversaciones mantenidas entre Fernández Díaz y Daniel de Alfonso, que vieron la luz justo un año y medio después de que se produjeran los encuentros.
El ex responsable de Asuntos Internos encargó una transcripción de las cintas a un funcionario de su unidad
Existe otro indicio que permite ver la mano de Marcelino Martín-Blas en la operación para que se conociera el contenido de las conversaciones. Fuentes policiales han asegurado a este diario que, cuando Pino le entregó las grabaciones, el comisario encargó a un funcionario adscrito a Asuntos Internos una transcripción de las mismas. Todo quedó en un cajón hasta que, año y medio después de su recepción, se filtró.
Todas las fuentes consultadas por este periódico afirman sin dudas que Martín-Blas desempeñó un papel estelar en la filtración de las cintas. De él también sospechó Daniel de Alfonso, como sostuvo en la entrevista concedida a este diario.
Muy posiblemente no fue la persona que entregó físicamente las grabaciones, pero sí fue el eslabón decisivo en la cadena para que llegaran al medio de comunicación en un momento clave: las vísperas de las últimas elecciones generales y días antes de la jubilación de Eugenio Pino, la persona que lo había destituido como comisario jefe de Asuntos Internos.
Fuentes policiales consultadas por este periódico no tienen dudas de que el comisario Martín-Blas es un colaborador asiduo del CNI, organismo al que señalan algunas fuentes como el último eslabón antes de que las cintas llegaran al citado medio de comunicación. Este extremo lo desmiente el organismo que dirige Félix Sanz Roldán, que niega cualquier vinculación con el escándalo de las grabaciones y su posterior filtración.
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