El Brexit ya está oficialmente en marcha. La primera ministra británica, Theresa May, ha activado el proceso que los ciudadanos autorizaron a través del referéndum del 23 de junio del año pasado y por primera vez en la Historia uno de los países miembros de la Unión Europea dejará de serlo.
May ha enviado oficialmente la solicitud a las autoridades europeas de la activación del famoso artículo 50 del Tratado de Lisboa, que regula el procedimiento para abandonar la unión. De este modo se inicia un proceso de negociaciones que puede durar hasta dos años. Durante ese periodo, Reino Unido y Bruselas tendrán que establecer los términos de su relación.
Este es el documento que el embajador británico en la capital europea ha entregado a las autoridades continentales. Se trata de la notificación oficial que firmó en la noche del martes la primera ministra británica.
En su comparecencia ante el Parlamento, May ha afirmado que "el Gobierno ha seguido el mandato democrático del pueblo británico", a la vez que ha explicado que el proceso "está en marcha", y ha advertido de que "no hay vuelta atrás".
"Nuestros mejores días están por llegar", ha dicho la premier en su comparecencia ante el resto de parlamentarios, alegando que esta es una "oportunidad única para que Gran Bretaña se pregunte que tipo de país queremos ser. Quiero que el Reino Unido salga de este periodo de cambio más fuerte, más justo y más seguro. Un país próspero que sea un imán para el talento internacional".
Según avanzaba en su intervención, May ha sufrido varias interrupciones por los gritos y comentarios del resto de la cámara. En todo momento ha tratado de transmitir que es un momento idóneo para que el país que dirige comience a construir nuevos lazos con otros estados fuera de la UE, a la vez que ha insistido en que "vamos a hacer todo lo que podamos por ayudar a la prosperidad y el éxito" de la Unión Europea.
Del mismo modo, y tal y como se preveía, será este jueves cuando se publique la normativa por la que algunas competencias que ahora tiene Bruselas pasarán a estar bajo los designios del Gobierno británico, aunque todavía hay que aclarar cómo puede afectar esto a territorios como Escocia.
En su intervención ante la Cámara de los Comunes, May ha pedido hacer de este "un momento exitoso" advirtiendo de que sólo lo podrán hacer "todos juntos". "Podemos hacer un país que nuestros hijos y nietos se enorgullezcan de llamar casa", ha alegado.
Respuesta europea
Apenas unos instantes después de que la premier británica terminara su discurso en el Parlamento, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha dicho que "no hay razón para pensar que este es un día feliz, ni en Bruselas ni en Londres".
En una corta intervención ante los medios, el polaco ha afirmado que "no hay nada que ganar con este proceso. Se trata de controlar los daños", a la vez que ha informado de que su tarea ahora es proteger a los Estados miembros y a la Comisión Europea.
"Hasta que el Reino Unido se vaya, la ley europea se seguirá aplicando en su terriotorio", ha advertido Tusk. Para finalizar, el presidente del Consejo Europeo se ha dirigido directamente a Reino Unido y ha reconocido que "lo único que puedo decir es que ya os echamos de menos. Gracias y adiós".
Una de las primeras autoridades en responder con dureza a May ha sido el vicepresidente del Comité de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, Markus Ferber, que ha dicho que "lo único que el Gobierno británico ha dejado claro desde el referéndum es que no tienen nada cercano a un plan". Ferber es miembro del Ejecutivo de la canciller alemana, Angela Merkel, que se juega ahora su futuro al frente del país germano.
La activación del proceso va a tener rápidas consecuencias en materia económica. La agencia de calificación estadounidense Moody's confía en que "Reino Unido llegará a un acuerdo para preservar la mayoría, pero probablemente no todas, de sus relaciones comerciales actuales. Sin embargo, el acuerdo llevará años de negociación y hay claros riesgos a la baja" para la economía británica.
Por su parte, en Berenberg, uno de los principales bancos de inversión de Alemania, sostienen que el impacto del Brexit será más grave para la economía británica que para la europea. Según sus estimaciones la tasa de crecimiento de Reino Unido se desacelerará desde el 2,2% previo al proceso de separación al 1,8% en caso de una salida amistosa o incluso hasta el 1,5% en caso de una ruptura dura. Para la economía europea apenas supondrá la pérdida de entre 0,02% y 0,04% en su tasa anual de crecimiento, según la entidad germana.
Duras conversaciones
Durante los próximos dos años ambas partes tendrán que dirimir en qué términos se establecerá el acceso del Reino Unido al mercado común europeo. Hasta la fecha, tanto el gobierno británico como las autoridades continentales han defendido posturas encontradas que van a dificultar el acuerdo. De hecho, las autoridades del país aún venden su pertenencia a la unión como una ventaja para los inversores.
Reino Unido pretende tener un acceso preferencial al mercado común pero al mismo tiempo desea recuperar una soberanía total en cuestiones de gran importancia como el libre transito de personas y su autonomía presupuestaria. Sin embargo, Europa sostiene que la libertad de movimientos de los ciudadanos es una condición indispensable para acceder de forma preferente a ese mercado.
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