El nacionalismo que alumbró el Brexit ha hecho saltar las chispas por Gibraltar entre un Reino Unido, donde hay quienes siguen alentando el imperialismo, y una España, que ve en el apoyo europeo una ocasión histórica para denunciar la pervivencia de la última colonia en Europa, un territorio que por seguir en la UE. En las antípodas de los nostálgicos de cualquier imperio, en la UE hay 1,2 millones de británicos –308.821, en España según cifras oficiales– que se consideran europeos y se ven forzados a dejar de serlo. Luchan por sus derechos junto a los ciudadanos de la UE en el Reino Unido, cerca de tres millones. De momento, están en el limbo, mientras los nacionalistas flirtean con tambores de guerra.
La ira anti española se despertó en el Reino Unido por un párrafo en el borrador en el que el Consejo Europeo exponía su posición sobre el Brexit: “Después de que el Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la UE y el Reino Unido será aplicable en el territorio de Gibraltar sin el acuerdo entre el Reino de España y el Reino Unido”. Es decir, la UE reconocía poder de veto sobre la cuestión de Gibraltar a España. Un triunfo de la diplomacia española, que cuenta por primera vez con el claro apoyo de la UE en esta reivindicación histórica.
Fue el ex líder tory Michael Howard quien más lejos fue en sus bravatas. En declaraciones a Sky News, dijo: “Esta semana se cumplen 35 años desde que otra mujer primer ministro envió una fuerza militar a través de medio mundo para defender la libertad de otro pequeño grupo de ciudadanos británicos en contra de otro país de habla hispana”. Las Malvinas antes. Gibraltar ahora. Un vicealmirante de las Malvinas aseguraba en el Telegraph que los británicos aún “a medio plazo machacarían” a España.
Desde el gobierno británico el titular de Defensa, Michael Fallon, hablaba de proteger Gibraltar “hasta las últimas consecuencias” y el ministro de Exteriores, Boris Johnson, prometía que el Reino Unido “seguiría como una roca en su apoyo a Gibraltar”.
Los mayores animadores de la trifulca nacionalista fueron, como en la campaña del Brexit, los diarios sensacionalistas, con The Sun en cabeza. “Quiten sus manos de nuestra roca”, titulaba esta semana este periódico leído por millones de británicos. Y regalaba un póster dentro del Peñón con la frase: “Nuestra Roca no se toca”. En un editorial, firmado por el director Kelvin Mackenzie, se apelaba al boicot con medidas concretas como cerrar el espacio aéreo a los vuelos españoles o expulsar a los 125.000 españoles residentes en el Reino Unido.
'The Sun' regala un póster del Peñón de Gibraltar bajo el lema en español: "Nuestra Roca no se toca"
Desde España, el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, decía flemático que “alguien estaba perdiendo los nervios en el Reino Unido”, e invocara el temple inglés para afrontar la situación. Fue la primera ministra, Theresa May, la que empezó a mostrar cordura cuando al preguntarle, evocando a Winston Churchill, si prefería el chauchau al bum bum (To jaw-jaw is better than war-war), aclaró con cierto humor que sin duda mejor hablar. En su encuentro este jueves con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, May dijo en Downing Street que el Reino Unido no va a negociar la soberanía de Gibraltar "sin el consentimiento de su pueblo".
"Reino Unido se ha dado cuenta con la reacción de la UE sobre Gibraltar de que ha perdido influencia. Para los británicos es muy doloroso ver que la UE se pone del lado de España y que ha de enfrentarse a la maquinaria europea. El mensaje es que el Brexit es un error y que mejor que sea suave", afirma Vicente Palacio, director del departamento de política exterior de la Fundación Alternativas.
Según Giles Tremlett, experimentado periodista británico residente en España desde hace 25 años y miembro de British in Europe, esta algarabía político mediática “es parte del mismo fenómeno nacionalista que alentó el Brexit. Los mismos políticos y medios que sacaron a Gibraltar de la UE son los que ahora están enfurecidos… Son viejos políticos conservadores que no están en activo, no se trata de May, pero sí representan cierta manera de pensar, que también encarna The Sun”.
Gibraltar votó en contra del Brexit masivamente: 19.322 a favor de quedarse en la UE y sólo 823 en contra
Gibraltar votó en contra del Brexit masivamente: 19.322 gibraltareños estaban a favor de quedarse en la UE y sólo 823 se manifestaron en contra. Saben de los perjuicios que podría ocasionarles esta ruptura. En otras consultas anteriores optaron por seguir siendo británicos (99,64% a favor) en 1967 y se manifestaron en contra de la cosoberanía en 2002 (98,97%).
Gemma Vasquez, quien impulsó en Gibraltar la campaña Stronger in Europe, se declara “decepcionada” por el veto español y por el apoyo de la UE. “Sabíamos que España usaría el tema de Gibraltar y lamentamos que los Veintisiete apoyan su posición. A nosotros no nos ayuda el nacionalismo de las dos partes, pero buscamos soluciones con Inglaterra. Menos hablar de guerra y más hablar de soluciones”, señala Vasquez, quien insiste en que la convivencia entre gibraltareños y la población española del Campo es excelente.
“El día 24 de junio los más preocupados eran los trabajadores españoles transfronterizos”, agrega. Hay una convivencia de hecho que resulta imposible trasladar al plano político por un choque de identidades nacionales que se remonta a la guerra de Sucesión, que terminó con el Tratado de Utrecht en 1713 por el que España cedió Gibraltar al imperio británico. Apenas siete kilómetros cuadrados, unos 32.000 habitantes, en un enclave estratégico, donde las condiciones fiscales son muy ventajosas. No hay IVA, sino una tasa de importaciones del 12%, y el impuesto de sociedades es de un 10% desde 2011.
El portavoz de la Asociación de Trabajadores españoles en Gibraltar, Juan José Uceda, pide a los políticos de uno y otro lado que dejen fuera la rabia y no conviertan a la gente en carne de cañón. “Es cierto que los nacionalistas británicos han culpado al inmigrante y han forzado la salida del Reino Unido de la UE, pero muchos españoles ven Gibraltar como una espina clavada. La realidad es que hay una gran simbiosis. Hasta 220 camiones con mercancías españolas cruzan cada lunes a Gibraltar. Un 25% del PIB de la zona depende de Gibraltar, nuestra mayor fábrica”, explica Uceda. Unos 12.000 trabajadores, de ellos unos 7.000 españoles y de otras nacionalidades, cruzan cada día a trabajar al Peñón.
Giles Tremlett, que dice sentirse europeo, británico y ahora aspira a ser español, reconoce que “el Brexit ha regalado una posición ventajosa a España sobre Gibraltar que no ha tenido en muchísimos años, pero es difícil que funcione. Para conseguirlo, habría que seducir a los gibraltareños, que son los que van a decidir. Y hacerlo con zanahorias, no con palos. Si España va en plan agresivo, no conseguirá nada”.
Según Palacio, el gobierno español está actuando con prudencia: "Querrá conseguir un acuerdo muy pragmático que favorezca a la población, pero a la vez reforzar la seguridad y acabar con lo que es de hecho un paraíso fiscal".
Sin embargo, el ministro principal, Fabian Picardo, ha comparado a España con un marido rencoroso que quiere sacar partido del divorcio, y considera “inaceptable” que tenga derecho de veto a cualquier acuerdo sobre Gibraltar. Picardo lo tiene claro: “La gente de Francia es francesa, la de Alemania, alemana, y la de Gibraltar, británica”. El problema es que ya no es europea, y eso tendrá sus efectos.
Los españoles no estarán solos frente a Londres. Los intereses de los españoles son los de todos los europeos", dice el líder del PPE
Los parlamentarios europeos también han decidido mantener el derecho de veto de España sobre cualquier acuerdo sobre Gibraltar. “Los españoles no estarán solos frente a Londres. Los intereses de los españoles son los de todos los europeos”, dijo el líder del Partido Popular Europeo, Manfred Weber. El euroescéptico, Nigel Farage, puso el grito en el cielo y advirtió que esta disputa sobre Gibraltar “puede romper el acuerdo”.
Para el secretario general del PPE, Antonio López-Istúriz, "la soberanía sobre el Peñón de Gibraltar es una reclamación histórica y legítima de España. Gibraltar es una de las pocas colonias que quedan en el mundo y, recordemos, un paraíso fiscal que no es parte constitucional del Reino Unido". López-Istúriz cree que "el Brexit ha puesto de manifiesto de manera clarividente esta situación para el resto de Estados Miembros, algo que España ha venido denunciando durante mucho tiempo"
Según el eurodiputado del PSC, Javi López, “el Brexit solo se entiende dentro de la ola de repliegue identitario soberanista que vive el mundo occidental, por lo que no es de extrañar la respuesta airada de los tabloides y de algunos dirigentes británicos alrededor de la soberanía de Gibraltar. Es asombroso que frente a estas negociaciones tan complejas y duras el debate público se centre ahora en Gibraltar”.
Efectivamente, las negociaciones de divorcio entre la UE y el Reino Unido deberían empezar por mitigar las consecuencias negativas para los ciudadanos. El Parlamento Europeo, como enfatiza López, ha marcado sus condiciones y la primera de ellas es la protección de los derechos de los ciudadanos bajo el principio de reciprocidad.
“Queremos seguir siendo europeos”
El tsunami que supondrá el Brexit afecta muy directamente a unos cinco millones de personas que ven trastocada su identidad europea. Unos tres millones de ciudadanos de los Veintisiete que viven en el Reino Unido y más de un millón de británicos que residen fuera. En realidad, estas cifras son sólo orientativas porque en España se reconoce a poco más de 300.000 británicos y oficiosamente se habla de que superan ampliamente el medio millón.
También es cierto que muchos británicos residen a caballo entre los dos países. Los pensionistas británicos, hasta ahora, unos 100.000, podían cobrar aquí y beneficiarse de la cobertura sanitaria, que luego abonaba el Reino Unido. Un total de 110.373 viviendas están a nombre de británicos en España. Habrá que ver qué pasa a partir del Brexit.
British in Europe es una plataforma que aúna a todas las asociaciones de británicos en los Veintisiete. Trabajan conjuntamente con los europeos en el Reino Unido, como Españoles en el Reino Unido-Surviving Brexit, y hacen frente común porque sus objetivos son los mismos: gozar de los mismos derechos que tenían hasta ahora y que haya reciprocidad.
Una de estas asociaciones en España es Eurocitizens, que en este mes de abril ha alcanzado sus primeros 400 socios. Nació fruto de la inquietud y de la incertidumbre que rodeaba el referéndum del Brexit. La mayoría de los británicos que viven en países de la UE no pudieron votar en la consulta, y podrían haber decantado la decisión hacia la permanencia. El sí al Brexit venció por algo más de un millón de votos.
“Hasta que no pierdes la ciudadanía europea no te das cuenta de lo que implica. Afecta a toda tu vida, a los permisos de residencia y de trabajo, la convalidación de títulos académicos, acceso a empleo en el sector público, sanidad… Tenemos los mismos derechos que los nacionales salvo el derecho a voto en las nacionales y autonómicas”, explica Michael Harris, escritor galés residente en España desde hace 35 años, portavoz de Eurocitizens.
Hasta que no pierdes la ciudadanía europea no te das cuenta de lo que implica. Afecta a toda tu vida", dice Harris
“Por un referéndum tendencioso que se ganó por la mínima no sabemos si podremos seguir viviendo donde estamos o si podremos mantener el puesto de trabajo. Todo por una guerra civil en el partido conservador. Podemos ser una moneda de cambio”, señala Harris, que confía poco en las promesas de los políticos que aseguran que los ciudadanos serán prioritarios.
Giles Tremlett, miembro de British in Europe, ya se ha entrevistado junto a representantes de Españoles en el Reino Unido, con el jefe negociador de la UE para el Brexit, Michel Barnier, y quiere hacerlo en breve con la vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sánez de Santamaría. “Están de acuerdo todos en que somos la prioridad, junto con financiación y fronteras, pero si no hay acuerdo final, el Reino Unido deja la Unión y nosotros también. Si pasa eso, seríamos como cualquier inmigrante de otro país”, señala Tremlett.
Para los 50.000 británicos que llevan en España más de diez años reclaman un trato similar a los sefardíes, por ejemplo, un caso especial a la hora de conseguir la nacionalidad española. “Tenemos raíces aquí y hemos pagado nuestros impuestos durante años. Nos expulsan de nuestra condición de europeos”, remarca el periodista.
En la primera reunión de Eurocitizens una vez que Theresa May ha presentado la carta a la UE para invocar el artículo 50 y proceder a la salida de la UE hay unas 70 personas, y la mayoría superan los 50 años. Buscan cómo darse a conocer más, sobre todo entre los jóvenes. Van a organizar mesas redondas, eventos educativos y culturales. Empiezan a rodar con ganas y con el objetivo de seguir siendo europeos.
Jon Sullivan, de 25 años, es el más joven y se encarga de redes sociales. “Los más jóvenes somos muy europeístas pero es una cuestión generacional que no haya aquí más gente. Yo vengo con mi padre, que está muy implicado. No les ha llegado el mensaje a muchos. Pero llegará. Yo me siento sobre todo europeo, ni británico ni español. Yo borraría las fronteras”.
Es el futuro de sus hijos lo que más preocupa a Camilla Hillier-Fray, secretaria de Eurocitizens. “Ser ciudadana europea es (aún) parte de mi identidad. Mis padres me educaron en la convivencia, tolerancia y progreso y así he educado a mis hijos: cuando eran pequeños no sabían si eran británicos o españoles, y yo les decía que no tenía importancia porque eran europeos”. Ahora estos europeos de nacimiento y vocación pueden quedarse sin su verdadera patria.
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