Emmanuel Macron, defensor de la Francia liberal y europeísta, ha ganado el pulso a Marine Le Pen, adalid de la Francia proteccionista y eurófoba. A sus 39 años, Macron será el presidente más joven de Francia desde 1848. El fundador de En Marcha ha logrado en las elecciones presidenciales del domingo el 66,06% de los votos frente al 33,94% de la líder del Frente Nacional, con el 99,9% escrutado. Marine Le Pen reconoció el triunfo de Macron, quien dijo: "Se abre una nueva página, una página de esperanza y confianza".
La victoria de Macron en Francia alivia a Europa. De momento. Después del Brexit, y de la llegada al poder de Donald Trump en EEUU, los franceses han dado su voto de confianza al liberal Emmanuel Macron como dique de contención contra el populismo que encarna Marine Le Pen. La “candidata del pueblo” ha conseguido, sin embargo, 10,6 millones de votos, un récord para su formación ultraderechista.
En su primer mensaje a la nación, el presidente electo dijo que iba a empeñarse en acabar "con las divisiones que nos están minando" y aseguró que entendía la cólera de muchos franceses que han respaldado a Le Pen, a quien dirigió "un saludo republicano".
Afirmó contundente: "Defenderé Francia y sus valores... y también defenderé Europa y trataré de acercarla a sus ciudadanos". Añadió que en su empeño por devolver la esperanza a los ciudadanos "no se dejará detener por ningún obstáculo". Sus seguidores celebraron su llegada al Elíseo en la explanada del Louvre, ante quienes se presentó al compás del Himno a la Alegría. "Europa y el mundo nos contemplan.... Ha ganado la audacia", dijo. "Pueblo de Francia, no cederemos al miedo. No cederemos a la división. No cederemos a la mentira", sentenció.
El frente patriótico, la coalición de fuerzas contrarias a que llegue al poder la ultraderecha y que impidió el triunfo de el Frente Nacional en 2002, ha quedado reemplazado por una especie de alianza pragmática o de la razón, que ha congregado 20,7 millones de votos para respaldar a Macron y frenar el avance del populismo. En 2002, Jean-Marie Le Pen logró apenas un 18% de los votos. Su hija, Marine, roza el 34% de los votos, un resultado histórico con el doble de sufragios, si bien se queda lejos del Elíseo.
Marine Le Pen certificó que había ganado "el continuismo". También añadió: "La batalla prosigue" y anunció que el Frente Nacional dejaba paso a una nueva fuerza política, Los Patriotas, de cara a las legislativas de junio. "Nuestra alianza patriota y republicana es la primera fuerza de oposición al proyecto del nuevo presidente", añadió.
La participación ha sido de un 74,6%, la más baja desde las presidenciales de 1969
La participación ha sido de un 74,6%, la más baja desde 1969, cuando se enfrentaron el gaullista Georges Pompidou y el centrista Alain Poher. Los votos en blanco y los nulos casi fueron cuatro millones. Han influido diversos factores: los seguidores de Francia Insumisa, liderada por Jean-Luc Mélenchon, con casi un 20% de los sufragios en la primera vuelta, se decantaban por abstenerse o votar en blanco, debido a su rechazo a los dos candidatos.
Mélenchon ya piensa en hacerse fuerte en las legislativas de junio y de ahí su desmarque con respecto a Macron, pese al riesgo de la victoria de la líder ultraderechista. "El programa del nuevo monarca presidencial es una guerra contra las conquistas sociales", afirmó Mélenchon, que anticipa que hará una oposición feroz en la Asamblea.
Además, el domingo ha sido un día lluvioso en medio de un fin de semana festivo. A su vez, muchos daban por sentada la victoria de Macron por la distancia de 20 puntos en los sondeos. Finalmente la diferencia entre los dos candidatos fue de 32 puntos.
Le Pen ha hecho bandera de su rechazo a la UE durante la campaña electoral, jugó con la idea del Frexit y de la salida del euro, con lo que por primera vez el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se había manifestado claramente a favor de un candidato, Emmanuel Macron. El presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, felicitó a Macron y se alegró de "contar una Francia que contribuirá a cambiar Europa y acercarla a los ciudadanos".
Liberal con vocación social, Macron también se ha presentando como un europeísta, convencido de la necesidad de una Europa fuerte en consonancia con Alemania, uno de sus destinos prioritarios tras asumir el poder. El presidente saliente, François Hollande, se despide el lunes de la canciller alemana, Angela Merkel. "Es una victoria para una Europa fuerte y unida", dijo Merkel al saber que Macron será el nuevo presidente de Francia.
El triunfo de Macron prueba que la nueva política no tiene por qué ser monopolizada por la contestación y la protesta"
“El triunfo de Macron es un hito que no hay que infravalorar. Tiene en sus manos romper tres techos de cristal: primero, emanciparse del bipartidismo. Es una prueba de que la nueva política no tiene por qué ser monopolizada por la contestación y la protesta. En segundo lugar, frena al populismo y el autoritarismo, con más mérito en el caso francés tras la desdiabolización de Le Pen. Y si le va bien en las legislativas, logrará renovar una parte de la clase política”, explica Didac Gutiérrez-Peris, investigador en el instituto ViaVoice de París.
Macron ha logrado una proeza sin precedentes en Francia. Hace tres años apenas era conocido por sus conciudadanos. En agosto de 2014 fue nombrado ministro de Economía, Finanzas e Industria y dos años más tarde, en agosto de 2016, dejó el cargo.
Cuando todavía era ministro del gobierno socialista de Manuel Valls, el 6 de abril del año pasado, fundó En Marcha, el movimiento político que le ha servido de plataforma para llegar al Elíseo. Con 250.000 afiliados, es jurídicamente un partido político pero no cuenta con representantes en la Asamblea Nacional.
El ascenso político de Emmanuel Macron ha sido meteórico. En el camino han quedado quienes parecían los favoritos para suceder a Hollande, cuya caída libre en popularidad le llevó a renunciar a presentarse a la reelección. La decisión de Hollande es también insólita en la V República.
Sobre el papel, y dada la crisis de popularidad de Hollande, tenía todo a su favor el candidato de los Republicanos para llegar al Elíseo. Tras una criba en las primarias en la que resultó vencedor el menos esperado, François Fillon, su estrella se apagó debido al escándalo de los empleos ficticios, el llamado Penelopegate.
Los socialistas a su vez, inmersos en una profunda crisis de identidad, eligieron a un candidato, Benoît Hamon, que no convencía a parte de su establishment, que acabó apoyando a Macron. Los partidos tradicionales han quedado sepultados en estas elecciones presidenciales y esperan un balón de oxígeno en las legislativas.
Sus prioridades son: la reforma laboral, la educativa, una ley de moralización pública, acelerar la construcción europea y agilizar trámites de las empresas
La carrera de Macron empieza en realidad ahora. Ha de hacer frente al mayor de los desafíos: acometer las reformas que ha prometido a una sociedad, que él mismo reconoce que está encolerizada como nunca antes.
Las principales medidas que quiere poner en marcha son: reforma laboral (reformular el derecho de desempleo, por ejemplo, y el sistema de jubilaciones); agilizar los trámites burocráticos para las empresas; ley de moralización pública (impedir que los altos cargos empleen a sus parientes); acelerar la construcción europea y reforma educativa (reducir el número de alumnos en primaria).
Para poner “en marcha” el país necesitará contar con la mayoría suficiente en la Asamblea Nacional, y parte de cero. Requiere candidatos fuertes para las 577 circunscripciones en juego en las legislativas del 11 y 18 de junio. Su portavoz, Philippe Aghion, reconocía en una reciente entrevista radiofónica, que “habrá que ir muy rápido, aprovechando el calendario político de la elección para poner en marcha las reformas desde el principio” y no descartó actuar por decreto.
Macron ha dicho que quiere “presidir, no gobernar” y que su labor se centrará en política europea, el papel de Francia en el exterior, defensa y educación. También ha asegurado que, aunque muchos de los votos que ha recibido el domingo son por rechazo a su rival, nada le detendrá “en su camino a la refundación política”.
Desde el Elíseo habrá de tener en cuenta la fractura de la sociedad francesa, si quiere evitar que degenere en desgarro y en estallido social. Macron, cuya historia personal tiene rasgos de epopeya contemporánea, como la de Obama, hace frente a un desafío patriótico. "Para restaurar el brillo de Francia hay que restaurar la confianza de los franceses. Vengan de donde vengan. Vivan donde vivan. Sean quienes sean. Y confiar en ellos es darles el poder para hacer, para actuar". Palabra de presidente de la República.
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