A las 16.08 horas del viernes 19 de junio de 1987, un coche-bomba de ETA estalló en el corazón de Barcelona y un escalofrío empezó a recorrer el país de punta a punta. La banda terrorista acababa de provocar la mayor matanza en toda su historia: 21 personas murieron y 45 resultaron heridas por la explosión provocada en una de las plantas del aparcamiento subterráneo del centro comercial Hipercor de la avenida de la Meridiana. El comando Barcelona logró su objetivo aquella calurosa tarde de junio, pero puede que aquel día empezara el principio del fin de Euskadi Ta Askatasuna.
El día antes se había celebrado la festividad del Corpus, Felipe González llevaba a cabo un viaje oficial en Brasil al principio de su segunda legislatura, los Reyes se encontraban en Francia visitando el Salón de la Aeronáutica y el Espacio de Le Bourget, Severiano Ballesteros arrancaba con buen pie su participación en el Open de EEUU que se disputaba en San Francisco, la Monumental de Barcelona seguía ofreciendo corridas de toros, los periódicos se hacían eco aquellos días de la subasta de joyas de Brigitte Bardot y la televisión programaba Los hijos del capitán Grant, la película dirigida por Robert Stevenson basada en la novela de Julio Verne.
En el imaginario colectivo permanece bien fresco tres décadas después el recuerdo de aquel atentado sanguinario protagonizado por los secuaces de Santiago Arróspide, más conocido como Santi Potros y entonces máximo responsable de la banda. Aquella acción estremeció a toda España e hizo que miles de ciudadanos se echaran a la calle para mostrar su repulsa al terrorismo etarra, que ya entonces se había cobrado demasiadas vidas y que hoy supuestamente camina hacia su disolución tras escenificar recientemente su desarme.
Para mantener viva la llama del recuerdo de aquellas víctimas, el Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo y la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT) han organizado la exposición Una mirada a Hipercor, 30 años después del atentado, en la que, mediante un recorrido con fotografías cedidas por la Agencia EFE, se rememorará a las víctimas, la respuesta social y política y el juicio a los responsables de aquella masacre. La muestra la inaugurará el próximo 19 de junio el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, y podrá verse hasta el 24 de septiembre en el Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona.
"ETA quiso imponer por la fuerza su demanda de un País Vasco independiente. Para ello no dudó en llevar el terror a diversos puntos de España. Hoy ETA está inactiva, en buena medida gracias a la labor policial y judicial. Pero las consecuencias del empleo de la violencia, visibles sobre todo en la persona de sus víctimas, son irreversibles. Esta exposición está dedicada a ellas", proclaman los organizadores de la muestra, que exhibirá también noticias de la prensa de la época y se recordará en un in memoriam a las 54 víctimas mortales de la organización terrorista en Cataluña.
Una muestra fotográfica en Barcelona recordará a las víctimas al cumplirse las tres décadas de aquel sanguinario atentado
La sucesión de imágenes que se mostrarán es la crónica luctuosa de aquella triste jornada: los bomberos en plenas labores de rescate de las personas que se encontraban dentro del centro comercial, el amasijo de hierros en que quedó reducido el vehículo que contenía los explosivos, la visita de los Reyes a Barcelona para condenar el atentado, los funerales por las víctimas, las protestas ciudadanas en la calle los días posteriores al atentado... son algunas de las fotografías que podrán contemplarse y con la que la organización pretende que quede apuntalada en la memoria colectiva aquella trágica jornada.
"Para nosotros es un hecho muy importante que siempre se recuerde la barbarie terrorista. Con esta exposición, al menos que la gente que la visite vea los horrores de un atentado terrorista. Por eso nos gustaría que los institutos y colegios puedan llevar a los críos. En este país falta pedagogía y relato exacto de lo que es un atentado terrorista y sus consecuencias. De un tiempo a esta parte se intenta pasar página y que no haya vencedores ni vencidos. Hay que hacer un relato veraz para que próximas generaciones no lo olviden", sostiene José Vargas, presidente de la ACVOT desde 2009 y víctima del atentado. Este emigrante, agente comercial ya jubilado e hijo de un electricista que trabajaba en las Minas de Riotinto (Huelva), compraba con su mujer e hijo cuando estalló el coche-bomba.
Vargas ha denunciado que el Ayuntamiento de Barcelona -gobernado por Barcelona en Comú- les haya negado el centro cultural en que se reconvirtió la antigua fábrica de Fabra i Coats -en el distrito de Sant Andreu, cerca del lugar del atentado- para llevar a cabo esta exposición en recuerdo de las víctimas, lo que les ha llevado a buscar un edificio propiedad del Ministerio de Cultura. "El espacio que le pedíamos es el que el Ayuntamiento le cede a Arnaldo Otegi, ese 'hombre de paz', para que pueda dar sus conferencias y sus mítines. Les dije que si lo hubiera pedido Otegi no sólo se lo hubieran dejado sino que encima le ponen la alfombra roja", censura.
No es el único reproche que hace. También lamenta que la Casa del Rey les haya ya comunicado que Don Felipe no acudirá al acto conmemorativo del trigésimo aniversario. "Días después de tomar posesión de su reinado, el actual Rey tuvo un encuentro con las asociaciones de víctimas y le comenté que el XXX aniversario de Hipercor nos gustaría que pudiera tener un encuentro con las víctimas del terrorismo en Cataluña y me contestó que sí, que lo concretara con su gabinete. Después de un año de preparación, el pasado día 24 su jefe de gabinete me dijo que no vendrá. Ha sido una desilusión total y ha causado un profundo malestar entre las víctimas", declara.
Aquella acción del 'comando Barcelona' le costó la vida a 21 personas, entre ellas cuatro niños
No era la primera vez que ETA dejaba marcada su garra asesina en Cataluña. Meses antes de que el Ford Sierra cargado con 27 kilogramos de amonal y 200 litros de líquidos incendiarios que había sido robado días antes en San Sebastián provocara la matanza de Hipercor, el comando Barcelona -liderado por Rafael Caride Simón, Letxo, e integrado también por Domingo Troitiño Arranz y Josefa Ernaga Esnoz- ya había consumado cuatro atentados en la comunidad catalana que se saldaron con tres muertos, 28 heridos y cuantiosos daños materiales. Primero fue una acción en el cuartel de la Policía Nacional en Belchite (14 de octubre de 1986), a la que siguió la explosión de una furgoneta-bomba junto a la garita de la Guardia Civil en el puerto de Barcelona (27 de marzo de 1987), el estallido de una bomba al paso de una patrulla de guardias civiles en Barcelona (12 de abril) y, justo una semana antes del atentado de Hipercor, hizo explotar varios artefactos en el polígono petroquímico de Tarragona sin que en esa ocasión se registraran víctimas mortales.
De los 21 fallecidos el 19 de junio de 1987, 15 eran mujeres y seis hombres con edades comprendidas entre los 9 y los 67 años. El parte de víctimas incluye cuatro niños que no pasaban de los 16 años, entre ellos las hermanas Cabrerizo Mármol. Todos eran clientes o trabajadores de este centro comercial contra el que ETA atentó por equivocación: pensaba que Hipercor era una compañía francesa, el objetivo de su acción.
En 2003, la Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional condenó a 790 años de cárcel a Santiago Arrróspide, Santi Potros, por ordenar el atentado y a Rafael Caride Simón como ideólogo y ejecutor de la acción terrorista que se cobró 21 asesinatos y provocó lesiones a 44 personas. La pena impuesta incluía la obligación de indemnizar a los familiares de los fallecidos y a los heridos, siendo confirmada por el Tribunal Supremo un año después.
El 15 de junio de 2012, uno de los supervivientes del atentado de Hipercor, Roberto Manrique, visitó a Caride Simón en el centro penitenciario de Álava y mantuvo un cara a cara con la persona que pudo haberlo asesinado 25 años antes. Con anterioridad ya se había sentado con el terrorista otra víctima, que pudo hablar con el etarra que lideró el comando Barcelona durante tres horas en el penal de Navalcarnero (Madrid), adonde Caride Simón había sido trasladado con motivo de una comparecencia en la Audiencia Nacional.
Las víctimas denuncian que el Ayuntamiento de Barcelona les ha negado un espacio para la muestra
Manrique relató el encuentro en una entrevista publicada por Faro de Vigo: "Me contó durante un cuarto de hora su historia personal, diciéndome que había estado muchos años en Vigo en el sindicato de CC OO y en la lucha antifranquista y que, al estar controlado por la policía por razones de ideología, tanto él como otros compañeros se vieron obligados a marcharse de Galicia. Se fue al País Vasco y, como quería continuar con su lucha antifranquista y protrabajadores, se metió en el sindicato LAB. Y allí llegó un momento que, una de dos, o hacías política o te pasabas al otro bando, que es peor todavía. Caride me dijo que, para su desgracia, se equivocó y entró en ETA".
Caride Simón fue uno de los presos etarras que se acogió a la llamada 'vía Nanclares', programa de reinserción que toma el nombre de la prisión alavesa de Nanclares de Oca y que promovió el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Para poder acogerse a los beneficios penitenciarios previstos, el recluso tenía que renegar públicamente de ETA y del uso de la violencia, así como pedir perdón a las víctimas y comprometerse a reparar el daño mediante el pago de la responsabilidad civil.
El papel de la izquierda 'abertzale'
Junto con el histórico Jon Urrusolo Sistiaga, firmó años atrás una carta en la que acusaban a la izquierda abertzale de "bloquear" el acceso a beneficios penitenciarios de algunos presos de la banda. En opinión de ambos etarras, había algunos reclusos que "podrían salir ya a la calle pero no se lo van a plantear porque los comisarios políticos que controlan el colectivo mantienen bloqueadas esas posibilidades".
El ejecutor del atentado de Hipercor permanece en la cárcel desde 2000 y ya ha disfrutado de varios permisos penitenciarios. Pese a haber sido condenado a 790 años sólo cumplirá 30, con lo que en teoría no saldría hasta 2030. Entonces tendría 85 años. Habrá pasado el tiempo, pero será difícil que se olvide aquella trágica tarde de junio de 1987 en la que estalló un coche-bomba cuando centenares de familias hacían la compra en el centro comercial ajenas a la tragedia que iba a ocurrir.
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