Una familia vasca intenta desde hace más de tres años que la autoridad central jurídica del Reino Unido cumplimente la comisión rogatoria solicitada por la Fiscalía de la Audiencia Nacional y se proceda a la exhumación de un cadáver para que, mediante las pruebas de ADN, pueda confirmarse que es el vizcaíno Miguel Ángel Martínez Santamaría (Erandio, 1960) la persona enterrada bajo tal identificación en el cementerio londinense de Gunnersbury.
Desde hace casi 12 años, Blanca Martínez Santamaría libra una batalla en los despachos para tratar de conocer las causas del fallecimiento de su hermano y si fue correctamente identificado debido al estado de descomposición que presentaba el cuerpo, ante las sombras que arroja esta muerte y los deficientes trámites administrativos posteriores. Ella aventa el caso en medio de la indignación que ha supuesto en España la tardanza de las autoridades británicas en confirmar si una de los ocho víctimas mortales tras el atentado terrorista del pasado sábado en Londres era Ignacio Echeverría, para lo que tuvieron que transcurrir cuatro días. "Si en un caso tan mediático y dramático como el de Ignacio Echeverría, 48 horas después del atentado su familia desconocía aún su paradero, imagínense lo que puede vivir una familia si su desaparecido o la muerte de su familiar no es noticia ni importante", se lamenta.
La única certeza que tiene Blanca es que su hermano abandonó la casa familiar de Algorta -barrio del municipio vizcaíno de Getxo- el 28 de abril de 2005 para iniciar unas vacaciones por Europa. No hubo viaje de vuelta. Según la tesis de la Policía sueca, Miguel Ángel Martínez Santamaría habría muerto supuestamente ahogado tras arrojarse desde un ferry que cubre el trayecto entre Helsinki (Finlandia) y Estocolmo (Suecia) semanas antes de que su cuerpo apareciera flotando en aguas próximas al barrio de Lidingö, en la capital sueca. El tiempo transcurrido no ha logrado despejar las numerosas dudas que envuelven este caso, una por encima de todas: ¿lo mataron para robarle los órganos?
La aparición del cuerpo tuvo lugar el 22 de septiembre de 2005. La hermana del fallecido sitúa ahí el origen de la cadena de despropósitos que, más de una década después, les impide tener la certeza de que la persona identificada como Miguel Ángel Martínez Santamaría es realmente él. No se presentó ninguna autoridad judicial ni forense para proceder al levantamiento del cadáver, no se hicieron fotografías de ese acto ni de la autopsia y no se permitió a la familia identificarlo visualmente, denuncia Blanca Martínez Santamaría.
"En la exploración externa e interna, el cadáver presentaba estado cadavérico, retención de agua, hematomas en tejidos blandos zona costal derecha, diafragma y cápsula suprarrenal derecha, seguramente en relación con la caída/salto desde un lugar elevado; por los demás, órganos internos bastante normales, aunque en estado cadavérico. Se le realiza un estudio odontológico", detalla la autopsia realizada por la forense sueca Petra Rästen-Almqvist cinco días después de la aparición del cuerpo. A éste se le atribuyó la identidad de Miguel Ángel Martínez Santamaría al encontrarse una fotocopia de su DNI "mojada y doblada" en un bolsillo del pantalón que vestía, lo que cuestiona abiertamente la familia. "La Policía y la Fiscalía me han dicho que es imposible que esa fotocopia hubiera estado en el agua, habría estado más destrozada", denuncia. Otra incógnita más.
Un examen 'post mortem' realizado en Londres reveló que al cuerpo le faltaba el corazón
Según cuenta Blanca, su hermano deseaba que, en caso de morir, fuera enterrado en el nicho donde reposaban los restos de su antigua novia en un cementerio de Londres, ciudad en la que había vivido varios años. El cadáver se trasladó a la capital inglesa sin salvoconducto mortuorio y sin que, en el certificado de defunción, se detallara el motivo de la muerte. "No se puede repatriar un cadáver, según la ley, sin que se conozca la causa de fallecimiento. Y, en la inscripción de la defunción de la Embajada de España en Suecia, esa casilla aparece en blanco", comenta. Sea como fuere, el cuerpo sin vida de Martínez Santamaría llegó al Reino Unido el 4 de noviembre de 2005 y, dos semanas después, tuvo lugar el entierro en Gunnersbury.
La investigación abierta por un juez de Londres para determinar la identificación y la causa de la muerte, obligatorios en el Reino Unido, se cerró el 22 de marzo de 2006 con una conclusión sorprendente: sus pulmones eran normales, pero no se pudo concretar de qué murió Miguel Ángel Martínez Santamaría por ausencia del corazón. Así se detalla en el examen post mortem, conocido cuando el cuerpo llevaba enterrado cuatro meses. La familia española interpuso una denuncia en Suecia por tráfico de órganos, pero asegura desconocer si se han investigado los hechos.
La Policía sueca dio por terminada la investigación el 12 de enero de 2006, una vez conocido el resultado final de la autopsia realizada en el país escandinavo tras el hallazgo del cuerpo y de que se hubiera constatado la inexistencia de pruebas que apuntaran a un homicidio. El fax enviado a la Policía española era concluyente: "El caso está cerrado. Se trata de un suicidio".
Todos los intentos realizados por la familia para que se reabra el caso en Suecia a la vista del dictamen del examen post mortem realizado en Reino Unido han sido infructuosos y las incógnitas siguen planeando 11 años y ocho meses después. "Durante mi investigación, no encontré nada que indicara un manejo ilegal o incorrecto del caso por parte de la Policía o forense. Ciertamente lamento que usted considere que las respuestas que le dieron directamente las autoridades suecas sean oscuras y contradictorias. No obstante, debemos negar la reapertura de la investigación finalizada por mi oficina. De acuerdo a nuestra legislación, debería solamente bajo circunstancias muy especiales investigar casos en los que los acontecimientos tuvieron lugar hace más de dos años", respondió el Defensor del Pueblo sueco a Blanca Martínez Santamaría en 2009 tras su segunda queja por la presunta negligencia policial.
Esta mujer ha llamado a muchas puertas y ha pisado muchos despachos en la batalla que libra para conocer si el cuerpo que le entregaron como si fuera el de su hermano es realmente el de él. Ha entregado un dossier de 257 páginas a la Embajada de España en Estocolmo, al Ministerio de Asuntos Exteriores, al Gobierno Vasco, al Parlamento Europeo, a Amnistía Internacional, a la Policía española y al Defensor del Pueblo del País Vasco... Y la gran incógnita sigue sin resolverse.
A la vista del escaso avance, a principios de 2014 solicitó a la Fiscalía Superior del País Vasco que requiriera una copia íntegra del expediente de Miguel Ángel Martínez Santamaría a la Policía sueca y a la Embajada de España en Londres, así como una comisión rogatoria a las autoridades judiciales de Londres para que se pueda proceder a la exhumación del cadáver a fin de que se le practiquen las pruebas de ADN. El caso se derivó a la Fiscalía de la Audiencia Nacional por ser el órgano competente.
El Tribunal de Estrasburgo, próxima puerta
Desde hace casi tres años, la Audiencia Nacional espera que las autoridades judiciales del Reino Unido cumplimenten la comisión rogatoria y accedan a exhumar el cuerpo supuestamente de Miguel Ángel Martínez Santamaría para que pueda llevarse a cabo la prueba de ADN y la familia pueda al fin descansar: conocer si el cuerpo enterrado con la identidad de Miguel Ángel corresponde verdaderamente al de éste. Hasta que no se cierre definitivamente el caso en España no pueden acudir al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, una de las escasas puertas que les queda por llamar después de casi 12 años de lucha.
"Si eres víctima de un delito o desaparición en el extranjero no esperes que nadie defienda tus derechos. No esperes nada de tu embajada, Ministerio de Asuntos Exteriores o Policía. Dirán que no tienen competencias (incierto) y te convertirás en un don nadie", concluye Blanca Martínez Santamaría, que exige que los países cumplan la directiva europea sobre víctimas de delitos violentos. "Estamos mandando a nuestros hijos a Europa y si pasa cualquier cosa, ¿estamos protegidos o dependemos del interés del país donde ocurra?", se pregunta en voz alta.
Los restos de Miguel Ángel Martínez Santamaría, hincha del Athletic y que cumpliría 57 años el próximo 18 de agosto, yacen supuestamente en un nicho del cementerio londinense de Gunnersbury. La familia dice que no cejará hasta tener la confirmación de que quien está allí enterrado es su ser querido. Por su memoria y para evitar que otros pasen por el mismo calvario que ellos. Después de casi 12 años, la burocracia no les ha aburrido. Y eso ya es un pequeña victoria.
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