Con ocasión de la Internacional Socialista, viajo estos días a Nueva York, una ciudad cosmopolita y abierta que fue golpeada por el terrorismo yihadista hace casi 16 años. El impacto fue tan grande que nos marcó para siempre a todos: recordamos, sin dudarlo, qué hacíamos y dónde estábamos aquel 11 de septiembre de 2001, una huella indeleble en nuestra memoria individual y colectiva.
Algo parecido pasa por mi cabeza al pensar en Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua, de cuyo asesinato por ETA se cumplen 20 años esta semana. Es imposible olvidar aquellos días de angustia previa ante un secuestro con amenaza de muerte, consumada 48 horas después con tanta vileza como cobardía. Del dolor y de la indignación de tanta gente de bien que salió a las calles en Euskadi y en el conjunto de España tras el asesinato de Miguel Ángel y durante su secuestro, nació el que conocimos como Espíritu de Ermua, un sentimiento compartido, integrador e irreversible de rechazo cívico a la organización terrorista. Hubo muchos atentados antes y los hubo después, pero aquella fecha fatídica de julio de 1997 representa en nuestro recuerdo un punto de inflexión contra ETA y a favor de sus víctimas. Nada volvió a ser ya igual, singularmente en el País Vasco.
El PSOE siempre estuvo frente a ETA, la combatió hasta su final y reconoció y apoyó a sus víctimas impulsado la vigente ley, aprobada en 2011 por todos los grupos parlamentarios
Hoy honramos a Miguel Ángel con el corazón igualmente encogido y con el mismo sentimiento de incomprensión de entonces y nuestro afecto y cariño se extiende a todas las víctimas del terrorismo, de todos los terrorismos, con independencia de su origen o naturaleza. Miguel Ángel tenía solo 29 años cuando fue asesinado. Tenía toda la vida por delante. Cada historia es única e irrepetible. Víctimas inocentes siempre. Por eso es fundamental que guardemos ese recuerdo que incluye a todas las víctimas y a sus familias. Memoria, verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición nos siguen reclamando con toda razón. Por pura humanidad, una exigencia moral a todos nosotros que no debemos perder de vista jamás. Por las víctimas del terrorismo y por las víctimas de crímenes y violaciones de derechos humanos en general.
El PSOE siempre estuvo frente a ETA, la combatió hasta su final y reconoció y apoyó a sus víctimas impulsado la vigente ley, aprobada en 2011 por todos los grupos parlamentarios. Como Secretario General escribo, con emoción, estas líneas que quieren rendir un homenaje a Miguel Ángel y ser una expresión de cariño a su familia. También una forma de tributo hacia todas las víctimas, más de un millar en nuestro país, de las cuales casi 900 fueron causadas por ETA. Ausencias irrecuperables todas, un vacío injusto y doloroso en sus seres queridos y en toda la sociedad española. Nada vale más que la vida humana. Nada. Ningún proyecto político merece la pena si no parte de esta premisa fundamental de la cultura de la civilización, que no debe olvidarse nunca para que la política tenga sentido. Todas las ideas, siempre que no impliquen odio, abuso o dominación, pueden defenderse con la palabra y contrastarse en las urnas. Nada, sin embargo, es posible con violencia o contraviniendo la ley; casi todo, si se hace en paz y democráticamente.
No olvidaremos a las víctimas. Ni a Miguel Ángel ni a ninguna otra persona que haya sufrido la sinrazón de la violencia. Como decía el poeta, si algún día “el eco de su voz desaparece, pereceremos
Seguiremos juntos frente al terror, frente a la violencia fanática, venga de donde venga, hoy singularmente la yihadista, y apoyando a sus víctimas, sin polémicas, haciendo una política de Estado que nos concierne y obliga a todos, estemos en la oposición o en el gobierno. Esta es mi voluntad que le expresé hace unos días al presidente del gobierno y que renuevo en este artículo. Y lo haremos con lealtad, como lo hemos hecho siempre, con respeto y desde la defensa de nuestros grandes valores: la democracia, la legalidad y los derechos humanos. Unos derechos que son de todos, del conjunto de los ciudadanos que no deben ver sacrificadas sus libertades y de las víctimas del terror que deben ser reparadas y reconocidas como merecen.
Este es mi compromiso. Seguiremos trabajando hoy y en el futuro, desde donde nos sitúen en cada momento los ciudadanos, por un mundo mejor, por una Europa y una España más libre y justa, que combata eficazmente el terrorismo y el fanatismo sin perder de vista esos grandes principios éticos, políticos y jurídicos que nos definen.
Y no olvidaremos a las víctimas. Ni a Miguel Ángel ni a ninguna otra persona que haya sufrido la sinrazón de la violencia. Porque, como decía el poeta, si algún día “el eco de su voz desaparece, pereceremos”.
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