Ni un rasguño. La oposición en pleno en el Congreso no ha conseguido dañar a Mariano Rajoy con su comparecencia extraordinaria para explicar el caso Gürtel tras su declaración en la Audiencia Nacional. La unidad de los grupos políticos en la acusación al PP de corrupción y financiación irregular no ha logrado ese objetivo, aunque ha dejado clara cuál será la situación política en este nuevo curso: acoso y derribo al Gobierno del PP.
Ésas son las dos principales conclusiones de tres horas de pleno tedioso en el que Rajoy volvió a manejar los tiempos y los debates. El jefe del Ejecutivo negó a Pablo Iglesias, promotor de la comparecencia, cualquier protagonismo, y dejó a Podemos fuera de juego. Otorgó toda su atención a la portavoz socialista, Margarita Robles, como luego reconoció abiertamente, justificando su andanada sobre los GAL en que sus ataques la favorecían y la consolidaban políticamente como principal referente de la oposición parlamentaria.
Robles quería hacer gala de su 'oposición de estado' frente a la sobreactuación de Podemos
Sin ningún papel por delante, Robles quería hacer gala de la "oposición de estado", seria y rigurosa que pretende plasmar en el Congreso frente a la sobreactuación de Podemos. La portavoz socialista siguió el guión marcado por Pedro Sánchez para reiterar la petición de dimisión del presidente y reprocharle su falta de respuestas durante su declaración judicial.
Con dureza, Rajoy defendió su "derecho a la legítima defensa", tanto en la Audiencia como en el Parlamento, y reclamó la presunción de inocencia que otros portavoces defienden para otros dirigentes políticos. "Ir como testigo a un proceso judicial no es una deshonra", aseguró, recordando a Robles que la tribuna no es un juzgado ni ella una magistrada a la que no se le puede responder. Mientras reclamaba esa consideración personal, no esquivó el barro político al sacar a relucir la guerra sucia contra ETA y los vínculos de Podemos con Irán y Venezuela.
Rajoy reeditó el debate bipartidista sin concesiones a Podemos y Ciudadanos
Con su atención a la bancada socialista -dividida aún a la hora de apoyar a Robles- el presidente buscaba una reedición de los debates bipartidistas que dejan de lado a la nueva política: Ciudadanos con sus propuestas de limitación de mandatos y Podemos con la corrupción del PP como único discurso político.
Tras acercar posturas con Pedro Sánchez para hacer frente común al desafío independentista catalán, Rajoy dio todo el protagonismo político a un PSOE que camina de la mano de Podemos en el Congreso. De hecho, el pleno de la Gürtel ha sido la primera propuesta conjunta de ambos grupos tras el espacio de colaboración parlamentaria generada por Sánchez e Iglesias. Hasta la bancada de Podemos aplaude algunas intervenciones socialistas para mostrar esa nueva alianza parlamentaria.
En este caso, la iniciativa conjunta logró el apoyo de ERC, PDeCAT, Compromís, Bildu y el PNV, que fue quien decidió la comparecencia con sus votos en la Diputación Permanente. Frente a ellos, el resto de aliados presupuestarios del Gobierno -Ciudadanos, Coalición Canaria, UPN, Foro Asturias e incluso Nueva Canarias- se mostraban contrarios a la comparecencia.
La decisión de PNV de forzar el pleno de Gürtel tras aprobar los Presupuestos del Gobierno quiere demostrar su autonomía política y pone en evidencia la fragilidad de las alianzas del PP en la Cámara. Frente a esa debilidad, el bloque liderado por PSOE y Podemos se consolida, repleto de suspicacias mutuas, e inaugura una oposición sin concesiones con la moción de censura como posibilidad cierta en el horizonte.
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