Alejandro Villanueva es un pionero. Es el left tackle de los Pittsburgh Steelers, una de las franquicias con más solera de la NFL, la liga de fútbol americano estadounidense. Alejandro nació en Meridian, una localidad del estado de Mississisppi, en el sureste del país, pero sus padres son españoles, de ahí el nombre castellano.
El domingo, Alejandro, ya famoso por su profesión, elevó su figura hasta abrir los noticiarios de la televisión norteamericana. Apenas unos días antes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo unas incendiarias declaraciones criticando a los jugadores de la NFL que no se levantaban cuando sonaba el protocolario himno previo a cada partido, como señal de protesta ante la violencia racista. Con palabras fuera de tono, la reacción de la liga no se hizo esperar.
Este domingo fueron prácticamente todos los equipos que no respetaron el himno como Trump considera que debe hacerse. Los Dallas Cowboys y su multimillonario dueño, Jerry Jones, se arrodillaron abrazados, mientras que los Oakland Raiders se sentaron en el banquillo de forma conjunta. Los Pittsburgh Steelers, el equipo de Alejandro Villanueva, optaron directamente por quedarse en el vestuario antes del partido que les enfrentaría a los Chicago Bears, que se resolvería en la prórroga a favor de los propios Bears.
El único jugador de los Steelers que no estuvo en los vestuarios fue Villanueva, algo que ha provocado mucha polémica. El jugador ha pedido disculpas rápidamente "por avergonzarme y avergonzar a mi entrenador y mis compañeros" al estar de pie fuera de la caseta, y no como había determinado todo el equipo que debía hacerse. Según ha explicado Alejandro, salió a ver la bandera desplegada en el campo y el himno le pilló cerca de los vestuarios, pero decidió no moverse para no faltar al respeto a los acordes nacionales.
"He hecho que mis compañeros y mi entrenador quedaran mal, y eso es mi culpa exclusivamente. Es culpa mía", dijo el jugador de origen español nada más acabar el partido.
Fama nacional
Alejandro Villanueva es un jugador vital para su equipo. En verano firmó una extensión con el conjunto del este de EEUU durante cuatro años más a razón de seis millones de dólares anuales, y su posición es la más importante de cara a proteger al quarterback de la plantilla, el veterano Ben Roethlisberger.
Pese a ello, Alejandro no es un estrella ni un jugador franquicia. Cumple con su labor, es titular y está afianzado en el puesto, pero su nombre no suele aparecer en las portadas de las publicaciones deportivas de tirada nacional. Pese a ello, en 24 horas se ha convertido en una suerte de fenómeno nacional.
Desde el domingo pasadas las 19 horas de la tarde su camiseta, con el número 78 a la espalda, es la más vendida en la tienda oficial online de la NFL. En la cruzada que ha emprendido Trump contra la NFL, Alejandro ha pasado a ser una suerte de símbolo sin pretenderlo, una condición de la que es muy posible que quiera huir a toda costa.
Pasado militar
Cuando los Steelers pusieron sus ojos en el jugador de origen español, éste no venía de una carrera universitaria rutilante, como viene siendo tradición en el deporte norteamericano. Mientras muchos de sus compañeros y rivales disfrutaban de una vida cómoda en el estrellato colegial, Alejandro servía en el ejército y pasaba hasta tres veces por Afganistán.
Alejandro nació en Meridian mientras su padre, funcionario de la OTAN, estaba destinado en una base militar de dicha ciudad. Graduado en la legendaria West Point a los 21 años, alcanzó el grado de capitán en el ejército de tierra y no consiguió un contrato en su actual equipo hasta el año 2014.
"No tengo nada que decir sobre las palabras del comandante en jefe y sus decisiones", ha explicado a la prensa estadounidense. "No tengo nada que comentar sobre lo que el presidente ha dicho", reafirmó.
El año pasado la línea ofensiva de Pittsburgh, en la que Villanueva ocupa la posición más importante y más complicada, fue una de las mejores de la liga, permitiendo a su corredor, Le'Veon Bell, ser uno de los jugadores con más yardas de toda la competición.
Sin embargo, su nombre va a quedar ligado a este acto que, como él ha dicho, fue involuntario. En una guerra mediática en la que los símbolos tienen una importancia vital, Alejandro Villanueva se ha convertido en una suerte de icono para los seguidores de Donald Trump. Su labor, en cualquier caso, seguirá siendo la misma: batallar en las trincheras para proteger al jugador más importante su equipo.
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