La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, ha hecho llegar a Mariano Rajoy su pleno respaldo para, con los instrumentos constitucionales necesarios, devolver a Cataluña a la senda de la legalidad estatutaria, marcando claras distancias con Pedro Sánchez, cuya estrategia no comparte. La decisión del líder del PSOE de reprobar a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, por la actuación policial del 1 de octubre, o la exigencia de diálogo con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha puesto a prueba otra vez las costuras de un partido y de un grupo parlamentario profundamente dividido.
Díaz, con interlocución directa con Rajoy al margen de Ferraz, está dispuesta "a dar instrucciones distintas de voto a sus partidarios tanto en el Congreso como en el Senado" y así lo ha trasladado a Moncloa, aseguran fuentes gubernamentales. No se trata sólo de los parlamentarios andaluces, sino de muchos que no apoyaron en su momento a Sánchez e, incluso, hicieron campaña a favor de la andaluza en las primarias socialistas.
De hecho, el Ejecutivo considera que el PSOE "está desactivado" ante una crisis en la que "le va a salir muy caro no respaldar a Mariano Rajoy", dicen en el Grupo Popular, salvo que quiera dejarse algún jirón en el camino. Es más, la reprobación de la vicepresidenta puede dar una foto fija nada halagüeña para los socialistas, no por el apoyo de Unidos Podemos sino, muy probablemente, por el de los independentistas de ERC y PDCat, además de otras formaciones políticas como Bildu.
Cada vez son más las voces críticas socialistas con la estrategia de Pedro Sánchez
Las distintas fuentes consultadas por El Independiente aseguran que la presidenta de la Junta de Andalucía no ha ocultado a Sánchez su posicionamiento, a pesar de las llamadas al orden de éste, y va adquiriendo adeptos conforme pasan los días. No son solo el presidente de la Comunidad de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, o el diputado y ex presidente autonómico de Castilla-La Mancha, José María Barreda, los que han marcado distancias con las instrucciones de Ferraz.
También el ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra ha reclamado la aplicación sin ambages del 155, a pesar de las reticencias de la dirección federal de su partido, al que se han unido un grupo de históricos contrarios a la apelación al diálogo con Puigdemont que hizo Sánchez a Rajoy tras reunirse el lunes de la semana pasada. Moncloa ve todos estos movimientos con evidente satisfacción tras el distanciamiento de Sánchez respecto a las futuras decisiones del presidente del Gobierno si se produce una declaración unilateral de independencia (DUI).
Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón y Asturias son algunos de los territorios donde Sánchez puede perder pie a cuenta de la gestión de la crisis catalana, salvo que, finalmente, el independentismo se estrelle contra el muro de la evidencia y de la fuga de empresas y bancos y opte por dar marcha atrás.
El Grupo Parlamentario del PSOE ya se ha dividido dos veces en un año
No sería la primera vez que se rompe la disciplina del grupo parlamentario del Congreso. De hecho, ya ocurrió de forma dramática para el socialismo español en la votación de investidura de Rajoy en octubre del año pasado, que aceleró la renuncia de Sánchez a su escaño. Pero volvió a ocurrir recientemente, el 9 de septiembre, cuando cuatro diputados afines a Susana Díaz se negaron a votar en contra de una moción de Ciudadanos en respaldo del Ejecutivo para afrontar la mayor crisis institucional de España desde la Transición.
Tres de ellos, todos andaluces -Gregorio Cámara, Antonio Pradas y José Juan Díaz Trillo- aseguraron haberse equivocado. En cambio, la ex portavoz parlamentaria Soraya Rodríguez no quiso ocultar que lo había hecho de manera muy consciente. Se trató, en definitiva, de una clara "advertencia" a Sánchez, tal y como reconocieron sotto voce los críticos al secretario general del PSOE. Hay en el Congreso 20 diputados socialistas andaluces y en la Cámara Alta son 14 los senadores andaluces electos de este partido más 5 por designación autonómica, en total 19. Pero los poderes y los valedores de la "baronesa" andaluza se extienden más allá de los límites geográficos de su Comunidad.
Y es que el mismo día en que se volvió a dividir el Grupo Parlamentario se visualizó un sector de "díscolos" mucho más amplio, que hicieron del patio del Congreso su ágora particular. Entre ellos estaban Antonio Hernando, José María Barreda, José Miguel Camacho, Pablo Bellido, Ciprià Ciscar, Artemi Rallo, Óscar Galeano y Ricardo Cortés.
Díaz se sumó a una moción de Ciudadanos de apoyo al Gobierno de Rajoy idéntica a la que el PSOE rechazó en el Congreso
Desde la Junta de Andalucía desmienten que la presidenta autonómica esté pensando en forzar una ruptura de los Grupos socialistas en el Congreso y Senado ante el desafío catalán, admitiendo que "ella tiene un posicionamiento muy claro que no oculta" y que pasa por el respaldo total al Estado de Derecho sin hacer ascos al 155. Pero provocar una rebelión en el Congreso y Senado "es una línea roja que no se traspasaría en ningún caso, es que ni se lo plantea", afirman tajantes. Insisten en que no está, "en absoluto", en esa tesis, aunque ello choque con la realidad de que ya ha roto, y hecho romper, esa unidad de voto. Lo dejó claro cuando se sumó pocos días después en la Cámara autonómica a una moción idéntica de Ciudadanos que, esta vez sí, respaldaron todos los socialistas andaluces.
Y aunque Rajoy no necesitaría de los votos socialistas en el Senado para sacar adelante la aplicación del 155 con el que intervenir competencias de la Generalitat, dado que tiene una amplísima mayoría absoluta en la Cámara Alta, siempre ha sido su deseo ir de la mano de los socialistas.
Las instrucciones de Génova a sus barones y alcaldes
Rajoy preferiría tener a Sánchez de su parte para formar junto a Albert Rivera un frente constitucionalista sólido. Por eso en su momento Génova dio instrucciones a sus presidentes autonómicos y alcaldes para que no presentaran mociones de apoyo al Gobierno central si éstas no contaban con el apoyo del PSOE, contra la estrategia de Ciudadanos. Eso también se traduce en la ausencia de críticas públicas a Sánchez, aunque el descontento con éste es indisimulable.
La comparecencia parlamentaria de Rajoy la próxima semana y el debate de la reprobación de Sáenz de Santamaría la siguiente, servirán para evaluar el estado de las relaciones entre ambos partidos, aunque en los próximos días, con otra comparecencia, la de Puigdemont el martes en el Parlament, todo se puede precipitar.
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