Fue la quinta ocasión en la que una bomba destrozaba su empresa. Tampoco entonces nadie llamó, nadie le apoyó. Pese a todo, Martín Ceballos volvió a levantarse, a desoír las súplicas de su familia que la urgían a marcharse de Euskadi. “No soy de los que tira la toalla, más bien de los últimos que se baja del barco”, ha vuelto a afirmar este viernes para justificar su empeño en hacer frente a la amenaza de ETA. Incluso asegura que de todo aquello también sacó una lección positiva, “esa lucha creo que me ha hecho más fuerte”. Ahora, mucho tiempo después, y seis años más tarde desde aquel anuncio de ETA de cese de su actividad criminal, Martin se atreve a expresar que siempre echó de menos “el reconocimiento social” de los vascos, de sus convecinos. Lo cree injusto “éramos empresarios que pese a la amenaza terrorista seguíamos invirtiendo aquí”.
Y él tuvo más suerte. El padre de Cristina Berazadi nunca imaginó que aquellas vacaciones que en abril de 1976 estaba a punto de emprender no llegarían. ETA se encargó de arrebatárselo de modo cruel. “No supe lo que pasaba hasta mucho después”. Lo que pasaba era que ETA acababa de secuestrar a su padre. Sólo 18 días más tarde lo convirtió en el primer empresario asesinado por la banda. “La que más sufrió fue mi madre, le afectó a la salud. Yo no he podido hablar mucho de aquello y siempre he preferido escribir para superar el trauma”.
"Llegué a la conclusión de que no podía seguir odiando"
Luego vendrían otros 48 empresarios que corrieron la misma suerte y otros más de medio centenar de secuestrados. A Joxe Mari Korta una bomba oculta en el coche le arrebató la vida al salir de trabajar. Su hijo Andoitz no tardó en confirmar su mal presagio, el mismo que tantas veces había evitado. Sí, aquel estruendo iba dirigido a su padre, a quien fue el secretario general de los empresarios vascos, Adegi. Han pasado 17 años desde el asesinato de su Aita y asegura que ellos, al menos, dentro del dolor, sí sintieron el calor y apoyo social de las instituciones, “no quiero ni imaginar cómo lo pasaron las víctimas que no contaron con ese apoyo”.
Ser víctima y superar el odio es tarea compleja. Iñaki García Arrizabalaga, hijo de Juan Manuel García Cordero, delegado de Telefónica en Guipúzcoa asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas, lo reconoce. Cuando ETA asesinó a su padre “no llamó ni el Gobierno vasco, ni la diputación, ni el ayuntamiento, ni la iglesia… nadie”. De nuevo la soledad como castigo añadido a los asesinatos etarras en aquellos años de plomo. Hoy García Arrizabalaga está convencido de que tantos años después ha logrado superarlo, “llegué a la conclusión de que así no se puede vivir, el odio te va transformando, te altera las relaciones sociales y no te deja avanzar, el odio te obliga a militar 24 horas”.
Cuando mataron a mi padre no llamó ni el Gobierno vasco, ni la diputación, ni el ayuntamiento, ni la iglesia… nadie”
Todos ellos han relatado sus experiencias en un emotivo acto que este viernes 20 de octubre han celebrado los empresarios vascos en Bilbao. Un autoreconocimiento y recuerdo a tantos compañeros y sus familias que padecieron directamente la amenaza de ETA -49 asesinados, 52 secuestrados y miles de extorsionados. Muchos de ellos han revivido emocionados sus días más oscuros mientras observaban en los vídeos proyectados la letanía de nombres de compañeros asesinados, secuestrados o las imágenes de las cartas en las que ETA reclamaba el ‘impuesto revolucionario’ con el que financiar sus atentados.
Convocados por las patronales vascas, han coincidido en recordar con dolor la “soledad del empresario” en aquellos años en los que no hubo respaldo institucional ni social y que incluso padecieron el “señalamiento” por algunos sectores. Especialmente duros fueron los años 1980 y 81, en los que ETA se cebó con los empresarios.
Tampoco ha faltado el recuerdo para quienes fueron víctimas largos secuestros, como los 341 días de cautiverio que padeció José María Aldaya y en los que su familia tuvo que ver pintadas con el lema “¡Aldaya, paga y calla!” exigiéndole el pago del rescate. O los 116 días de secuestro que sufrió Julio Iglesias Zamora y cuya imagen con el diario Egin como prueba de vida se ha vuelto a ver.
En nombre de todos ellos la hija de Angel Berazadi, Cristina Berazadi, la de Inaxio Uria, María Uria y el hermano de Joxe Mari Korta, Cándido Korta, han recibido un reconocimiento ampliamente aplaudido por los más de 300 empresarios vascos que han participado. Han estado acompañados por representantes de los principales partidos políticos e instituciones vascas, a excepción de EH Bildu, que no ha sido invitada al acto. Tres minutos de aplausos continuados han servido de terapia reparadora para quienes durante casi 40 años soportaron en silencio la extorsión de ETA.
Urkullu: "Habéis sido un ejemplo, gracias de corazón"
Miguel Lazpiur dirigió Confebask entre 2005 y 2011. Recuerda cómo al mismo tiempo que él debía hacer frente a su propia situación personal de amenaza terrorista, “tenía que actuar como consejero espiritual de otros muchos empresarios que me venían a ver para que les aconsejara cómo actuar ante la amenaza y extorsión de ETA”. El actual presidente de la patronal vasca, Roberto Larrañaga aún se emociona al recordar el clima de “sufrimiento, rechazo y soledad” en el que muchos empresarios vivieron aquel tiempo, “había muchos silencios, soledad”. Ante sus compañeros ha proclamado orgulloso que a pesar de todo ese sufrimiento “el empresariado vasco resistió” y fue capaz de seguir creando riqueza en Euskadi y situarla en elevados niveles de desarrollo.
El presidente de los empresarios recuerda que pese a ETA y "la soledad" el empresariado vasco "resistió"
El acto lo ha cerrado el lehendakari Iñigo Urkullu. Lo ha hecho reconociendo la soledad en la que en muchos casos las instituciones vascas dejaron a los empresarios. Hoy se ha referido a ellos en términos elogiosos, “habéis sido un ejemplo” y les ha dado las gracias “solemnemente” por haber resistido a un “sufrimiento injusto”: “Gracias haber seguido en vuestras empresas generando riqueza, gracias de todo corazón”. Urkullu ha terminado su intervención apelando al recuerdo, a no olvidar lo sucedido para que no se vuelva a repetir. “ETA nunca debió haber existido”, ha dicho “y ahora no tiene ni presente, ni futuro, tiene una enorme deuda con el pueblo vasco. Debe disolverse de modo unilateral y efectivo”.
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