Daniel Sirera, miembro del Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) a propuesta del PP, se ha convertido en los últimos meses en el particular Pepito Grillo de los medios públicos dependientes de la Generalitat desde un organismo que, como denuncia el propio Sirera, amenaza con pasar a ser otra correa de transmisión de los intereses soberanistas. El último resultado de ese papel se pudo ver la semana pasada, cuando el presidente de la entidad le impidió votar un acuerdo contra la actuación de Mónica Terribas -locutora estrella de Catalunya Radio- en la semana previa al 1-O. El Consejo Audiovisual Catalán -creado en 1997, aunque no es hasta el año 2000 que asume las competencias en la concesión de licencias de radio y televisión-, tiene como principios de actuación "la defensa de la libertad de expresión y de información, del pluralismo, la neutralidad y la honestidad informativas, así como de la libre concurrencia en el sector".
Pregunta.- ¿Cómo valora la pluralidad de los medios públicos catalanes?
Respuesta.- Últimamente TV3 esta dando voz a una determinada idea. Aquellos que quieren la independencia en Cataluña tienen amplios espacios para expresarse. La cadena se está haciendo eco no sólo de actos institucionales sino que está retransmitiendo en directo manifestaciones de entidades privadas independentistas y en cambio echo en falta un seguimiento equilibrado respecto a otro tipo de manifestaciones.
P.- Hubo un incidente especialmente destacado en los días previos al referéndum del 1 de octubre, cuando la directora del matinal de Catalunya Radio, Mónica Terribas, animó a los oyentes a denunciar los movimientos de la Policía y la Guardia Civil. Usted presentó una queja que ha sido desestimada por el CAC.
R.- Me parece sorprendente que en una radio pública, que pagamos todos y que por tanto tiene una misión de servicio público, se pueda tolerar que una presentadora pida a los ciudadanos que vayan denunciando o alertando en directo a través de la antena de los movimientos de los coches de la policía y la guardia civil. Y esto en el marco de una operación ordenada por un juez contra un referéndum que era ilegal. Una radio pública se supone que tiene un deber de neutralidad. Me parece impropio que se dedique a ir explicando a la gente por dónde se mueve la policía, poniendo sobre aviso a aquellos que están cometiendo un acto ilegal. Eso no es libertad de expresión: eso es dar cobertura a alguien que está delinquiendo. Que en Catalunya Radio se permita y que el CAC avale ese tipo de actuaciones dice muy poco de la calidad democrática de lo que está pasando.
P.- ¿El CAC se está viendo comprometido o bloqueado por la mayoría independentista?
R.- En el CAC siempre hay un voto de calidad del presidente que impide ni siquiera afearle la conducta a TV3. Desde que estoy en este organismo, el CAC nunca ha intervenido para decir que TV3 esté haciendo algo mal. Hemos visto cómo se ha disparado al Rey en un programa de televisión, hemos visto cómo se quemaba la Constitución en otro programa, cómo se han utilizado niños en programas a favor de la independencia, la misma actuación de la señora Terribas, y no pasa nunca nada. Por tanto yo creo que el CAC puede haberse convertido en un organismo que lo que trata de hacer es justificar lo que está haciendo TV3.
P.- ¿Cree justificado que la aplicación del artículo 155 de la Constitución sirva entre otras cosas para intervenir en los medios públicos dependientes de la Generalitat?
R.- Cuando un artículo de la Constitución faculta al Senado y al Gobierno a intervenir la propia Generalitat, lógicamente los medios de comunicación públicos no son ajenos a ello. Estoy seguro de que el Gobierno no debe estar satisfecho con esta decisión pero yo creo que no le ha quedado otra.
P.- ¿Cómo debería ser esa intervención?
R.- Los medios de comunicación deben transmitir un servicio público a los ciudadanos y que representar a todos. No sé cómo se debe intervenir, yo preferiría que fueran los propios medios públicos los que fueran conscientes de que están ejerciendo una labor pública, que no representan a una parte de la sociedad catalana sino a todos y que por tanto no pueden tomar partido por ninguna idea política o uno de los lados en conflicto, y en este caso creo que no está siendo así.
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