"Pedro, has demostrado que tienes sentido de Estado". La alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, hacía esta afirmación este sábado por la mañana durante el congreso regional del PSOE de Castilla-La Mancha que revalidaba a Emiliano García-Page como secretario general. En territorio hostil, sentado tranquilamente junto a uno de sus mayores enemigos internos, Pedro Sánchez, -el que iba a pactar con los separatistas para convertirse en presidente del Gobierno, el que iba a romper España, según sus enemigos internos- "Pedro el cruel", en palabras de Felipe González, era ungido como hombre de Estado.
"Quiero agradecerte el apoyo que diste a unas medidas que, sin gustarnos a todos, eran necesarias. Muchas gracias", aseguraba minutos después Ángel Nicolás, presidente de la confederación de empresarios regional, en nombre también de la patronal nacional. No sólo los empresarios, el propio Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, ha reconocido públicamente el importante papel del dirigente socialista en la solución de la crisis catalana.
"Quiero dar las gracias al PSOE y a Ciudadanos y a sus máximos dirigentes Pedro Sánchez y Albert Rivera. Estas medidas las han compartido y muchas han sido planteadas por ellos estos días", aseguró en su comparecencia del viernes tras anunciar las elecciones autonómicas el 21 de diciembre, justo la fecha propuesta por el líder socialista para celebrar los comicios. Las horas de reuniones y conversaciones entre Rajoy, Sánchez y el Rey Felipe VI han facilitado un amplio consenso político y social sobre la respuesta al soberanismo y que emerja una nueva figura del líder de la oposición.
Esa aplicación "lo más breve posible y muy limitada" del artículo 155 de la Constitución y la aprobación de una comisión en el Congreso para poner en marcha la reforma de la Carta Magna han sido los dos grandes logros de Pedro Sánchez a cambio de su apoyo al Gobierno frente al desafío secesionista. "No podíamos permitirnos que nuestro respaldo fuera gratis, como en la investidura de Rajoy", explican desde la cúpula del PSOE, para explicar el giro del rechazo inicial a ese mecanismo a su aceptación final sin condiciones.
Este reconocimiento interno y externo acaba con la leyenda de Pedro Sánchez como político ambicioso, sin sentido institucional, capaz de sacrificar la unidad de España con tal de gobernar. Así lo describieron sus enemigos internos, capitaneados por Susana Díaz, para justificar su derribo de la Secretaría General del PSOE hace un año, en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016.
Así lo admitía abiertamente Miguel Ángel Heredia, hombre de confianza de la presidenta andaluza en el Congreso, en una charla ante militantes de las Juventudes Socialistas de Málaga el pasado 20 de noviembre. Se referían especialmente a las circunstancias que propiciaron el descabalgamiento de Sánchez de la secretaría general del PSOE. “Yo estaba allí, a mí no me lo han contado, yo tengo toda la información. CC.OO y UGT nos avisaron del acuerdo que tenía Pedro Sánchez con Podemos y los independentistas y tuvimos que actuar sobre la marcha para paralizar lo que había que paralizar”, manifestaba, como recogen unas grabaciones.
Felipe González advirtió de que intentaría liderar un 'gobierno Frankenstein'
"A mí me llama cuatro días antes Toxo y me dice que Tardá, el amigo de Rufián, que ya tenían el acuerdo cerrado, que lo había dado por hecho y por eso nosotros hacemos todo lo que hacemos aquella noche", aseguró Heredia para defender que Sánchez habría llegado a un supuesto acuerdo para alcanzar la Moncloa con ayuda de los separatistas. En un comunicado hecho público a través de Twitter, Toxo subraya que es “lamentable” que se le pretenda utilizar “para justificar el acoso y derribo de Pedro Sánchez”.
Más duro para la credibilidad de Sánchez fue el golpe asestado por Felipe González el 28 de septiembre del año pasado, cuando dio el pistoletazo de salida de su derribo en una entrevista en la cadena Ser. "Me siento frustrado, como si me hubieran engañado [...] el 29 de junio Pedro Sánchez me explicó que pasaba a la oposición [...] que votaría contra la investidura del Gobierno del PP, pero que en segunda votación pasaría a la abstención para no impedir la formación de gobierno", asegura, antes de advertir que "un gobierno Frankenstein no es bueno ni posible".
Con ese nombre se refería Alfredo Pérez Rubalcaba a la posibilidad de que Sánchez gobernara con el apoyo de Podemos y los partidos independentistas en el Congreso a cambio de celebrar un referéndum de autodeterminación en Cataluña, una opción que nunca estuvo en los planes del secretario general.
El apoyo de Pedro Sánchez sin ambages al Gobierno frente al desafío secesionista acaba con esa leyenda. "Frente a todos los que nos dijeron que el partido se iba a romper, aquí estamos los socialistas, unidos". "A los que decían que España se rompía, aquí está el PSOE defendiendo la unidad de España y la vigencia de la Constitución", aseguró ayer en Toledo.
En esa gestión de la crisis catalana, Sánchez también ha logrado mantener intactos los lazos de fraternidad con el PSC, dada su interlocución directa y continua con su primer secretario Miquel Iceta. Precisamente en las elecciones catalanas del 21 de diciembre se podrá conocer una primera valoración de la posición política del PSOE frente al secesionismo. De momento, las encuestas muestran que el PSC no sufre una factura severa por su posición de defensa del Estado de Derecho.
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