El primer lunes de la república fue, sobre todo, un día de desconcierto entre cuadros, electores e incluso funcionarios catalanes. A la espera de que el ya ex president Carles Puigdemont aclare su viaje a Bruselas -se espera una comparecencia esta martes a las 12.30-, los defensores de la república que durante años han llenado las manifestaciones y las urnas -reales y ficticias- del independentismo, han visto cómo la defensa de la IV República se reducía a un tuit del conseller Josep Rull y una fotografía en Instagram que no era del día. Ni siquiera se ha arriado la bandera española del Palau de la Generalitat, aunque fuera momentáneamente.
Con medio gobierno aparentemente a la fuga buscando asilo en Bruselas, Oriol Junqueras, líder de ERC, se erige como el último bastión de la república. El destituido vicepresidente de la Generalitat asistió primero a la ejecutiva de su partido, para dejarse ver después en el Parlament y concluir en la Conselleria de Economía. Un recorrido que lo ha confirmado como la máxima autoridad institucional en Cataluña junto a Carme Forcadell, que acudió a la Cámara para reunirse allí con sus abogados ante la inminente querella de Fiscalía.
El propio Junqueras acudió anoche a TV3 para desmentir la sensación de vacío político en Cataluña. Aseguró que el Govern sigue trabajando, aunque no quiso explicitar si se da por cesado o sigue siendo vicepresidente de la Generalitat, pero su mayor dificultad fue justificar el viaje de Puigdemont a Bruselas. "Lo que hace el Govern es trabajar en todos los ámbitos" entendiendo Bruselas como ámbito de trabajo de la Generalitat. Una situación que él mismo contrastó con sus reuniones en Barcelona con los consellers Jordi Turull, Josep Rull, Raül Romeva y Carles Mundó. En otras palabras, dejó claro que los pesos pesados del ejecutivo seguían en Barcelona bajo su mando.
Junqueras insistió además en algo que ya había avanzado la ejecutiva de su partido: ERC defenderá la república en las urnas el 21 de diciembre. El independentista argumentó que "nosotros somos los campeones de la democracia" afeando una vez más la actuación del Gobierno el 1-O. "Los enamorados de las urnas no se desenamoran porque las urnas las pongan otros" añadió. Junqueras confirmó así la vía del independentismo para justificar su candidatura a unas nuevas elecciones autonómicas, apuntada antes el portavoz de ERC, Sergi Sabrià: "El Gobierno ha decidido jugar la partida en nuestro terreno, el de las urnas".
En otras palabras, los republicanos, que se saben ganadores de unas elecciones autonómicas según todas las encuestas, han aceptado el envite de Rajoy. Concurrir a las elecciones y ganarlas, para formar un nuevo gobierno liderado, esta vez sí, por Oriol Junqueras. Un estrategia que puede permitirles deshacerse de la tutela de las entidades independentistas -ANC y Ómnium- que han condicionado toda la legislatura, si optan por presentarse con sus siglas, aunque seguirán beneficiándose de su capacidad de movilización ciudadana.
Mientras, en la sede del PDCat se limitaban a asegurar que irán a las elecciones -lo ha dicho su coordinadora general, Marta Pascal, en un tono retador a Mariano Rajoy- a la espera de ver cómo concluye la visita de Puigdemont a Bruselas. En el partido del ex president el desconcierto es absoluto. Algunas voces aventuran la posibilidad de que Puigdemont anuncie desde Bruselas una candidatura de unidad para recuperar el gobierno catalán, una opción que parece más un deseo que una variable factible, habida cuenta de qué consellers le han acompañado a la capital europea, pero lo único claro es que ha actuado de espaldas al partido. O por lo menos, a su dirección formal.
"Esperando una llamada de Madrid"
El quiebro en el discurso independentista para adaptarse al nuevo escenario de campaña electoral ha coincidido con un desembarco del Gobierno asumido con pasmosa naturalidad en la administración autonómica. "Estoy esperando una llamada de Madrid" era la frase más repetida este lunes en las consellerias de la Generalitat por altos funcionarios que han visto como el Govern se replegaba sin oponer aparente resistencia.
Joaquim Forn ya se despidió de su equipo en el Departamento el jueves, según han reconocido funcionarios de Interior, y el representante de la Generalitat ante la Unión Europea, Amadeu Altafaj, hizo pública una carta en la que aceptaba su cese apenas unas horas antes de que se hiciera pública la visita de Puigdemont a Bruselas que él mismo habría gestionado. El resto de los miembros del Govern optaron por el silencio y evitaron personarse en sus consellerias durante la mañana, ante la atención de los medios de comunicación.
Paradójicamente, sólo la escisión independentista de la antigua Unió, Democratas de Catalunya, se ha sumado a la CUP y ha emitido un comunicado exigiendo al Govern que "despliegue la república y haga efectiva la independencia". El grupo de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado la presentación de una moción, a votar el jueves, en defensa de la república. Estas han sido las dos máximas muestras públicas de apoyo a la independencia proclamada hace apenas tres días.
Un recorrido tan escaso en la resistencia al 155 que algunas fuentes advierten que la situación vivida hoy en Cataluña se parece demasiado a "la calma antes de la tempestad" y temen que la comparecencia de Carles Puigdemont sirva este martes para que el independentismo se saque un nuevo conejo de la chistera.
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