ERC y JxCat siguen negociando un programa de básicos común para las elecciones del 21-D. Unas negociaciones que van "por el buen camino" según Marta Pascal (PDCat) y que sólo necesitan acabar de perfilarse para presentarse con la "máxima coordinación", asegura Marta Rovira (ERC). Esa es la teoría.
La práctica, apuntan algunas fuentes, se aleja de ese discurso conciliador y habla de dos partidos que han entrado ya en competencia por el mismo electorado independentista y cuyos intereses, por lo menos hasta el 21-D, son contradictorios. Todos necesitan presentarse como representantes del gobierno cesado en aplicación del artículo 155, pero sólo unos tienen al ex president en sus filas.
Es por ello que el programa conjunto de las candidaturas independentistas tardará en hacerse efectivo. Esa es, por lo menos, la intención de la candidatura que lidera el ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que vive su momento más dulce con el crecimiento en las encuestas y no quiere atarse ahora a una Esquerra que hace apenas una semana les cerró la puerta de la lista única en las narices.
De hecho, ambas candidaturas pueden compartir sin demasiados problemas los nueve puntos hechos públicos el martes vía filtración a un digital soberanista. Todos están de acuerdo en exigir la "liberación de los presos" y poner fin a la intervención de la Generalitat, y tanto ERC como el PDCat se han manifestado de acuerdo en lo peliagudo, renunciar a la unilateralidad con la que se convocó el referéndum del 1-O y se proclamó la república para volver a la vía del diálogo institucional.
Las resistencias del PDCat y el entorno del ex president tiene dos explicaciones. Por un lado, de orden político, puesto que la concurrencia en dos candidaturas enfrentadas electoralmente obliga a distinguir la oferta programática; del otro, en términos de gestión, puesto que todavía tienen que fijar su programa electoral, que en opinión de Puigdemont no puede ser un calco del preparado en los últimos meses por el PDCat, puesto que la suya es una candidatura "más transversal".
"¿Has oído en los dos últimos días a algún dirigente de JxCat hablar del programa conjunto?", inquiere una fuente próxima a la candidatura para ejemplificar el escaso entusiasmo que despierta ahora esta propuesta, en un momento de construcción del proyecto tejido en torno a Carles Puigdemont. Un proyecto que según las últimas encuestas publicadas empieza a ganarle terreno a ERC, que hasta hace apenas dos semanas -hasta que se anunció la candidatura de Puigdemont- se daba como segura ganadora de los comicios del 21D.
Una actitud que contrasta con la de Esquerra, cuyo portavoz en el Congreso, Joan Tardà, proponía recientemente que las tres candidaturas independentistas -unos y otros incluyen siempre a la CUP en la estrategia, aunque los antisistema lo rechacen- concurran con un eslogan electoral compartido.
"¡Puigdemont, president!"
La presencia de Puigdemont y la renuncia a las siglas del PDCat permite a JxCat presentarse como la defensora de lo que muchos electores independentistas siguen considerando el "gobierno legítimo de Cataluña", un elemento de enganche emocional que puede ser clave para movilizar a esos 200.000 votantes soberanistas que, según los analistas, optarían por la abstención tras la frustración generada por el fiasco de la proclamación de independencia.
Uno de los gritos más coreados y unánimes en las manifestaciones de los últimos días es "¡Puigdemont, president!" a pesar, paradójicamente, de que se organicen para reclamar la liberación de los miembros de Govern y las entidades soberanistas encarcelados por orden de la Audiencia Nacional. Y en este contexto, parece evidente que a ojos del electorado la lista de Puigdemont es la que más claramente permite ofrecer la restitución del Govern depuesto por aplicación del 155.
Existe además una motivación técnica a las resistencias de JxCat. Los integrantes del equipo de Puigdemont necesitan primero estructurar la candidatura, y todavía tienen que redactar un programa electoral, que el resto de los partidos que concurren a las elecciones, incluida ERC, llevan meses preparando. La obsesión del ex president por distinguirse de su partido obliga a diseñar también un programa electoral "más transversal" apuntan sus colaboradores.
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