“Cuidado con esa, es amiga de los polis”. En los dos últimos meses, Clara, madre de un alumno del colegio Rius i Taulet de Barcelona, ha escuchado varias veces cómo otros padres susurran este comentario a su paso en la entrada del colegio. Le han hecho el vacío, denuncia, por haber mostrado su rechazo al independentismo. Su caso se suma a los que han llegado en avalancha a la Delegación de Educación en Cataluña desde el 1-O y que ya suman 350, según confirman fuentes del Ministerio.
A mi hijo de cinco años le han llamado Pedro Sánchez y le han dicho que su madre es una facha"
Clara protestó cuando en el chat de padres de la clase de cinco años, a la que va su hijo, comenzaron los mensajes de apoyo al referéndum del 1-O. “Se me ocurrió decir que no era el lugar indicado para hablar de este tema y se me echaron encima”, afirma esta madre, que prefiere protegerse bajo el nombre falso de Clara. “Desde entonces dejaron de hablarme y, lo que es peor, a dar de lado a mi hijo. Le han dicho varias veces que su madre es una facha y a él le han llamado Pedro Sánchez”, relata mientras se alegra, al menos, de que a los cinco años su hijo no entienda el significado de los términos.
Pero lo que más le duele a Clara, y por lo que está buscando plaza a mitad de curso en algún colegio privado (en los públicos ya le han denegado el cambio), es cómo los propios maestros han tratado a su hijo. “Los profesores han salido a la calle con los alumnos sin avisarnos a los padres. Los han usado de parapeto. Mi hijo preguntó una de las veces qué pasaba y le dijeron que estaban allí para protestar contra los policías, porque son malos y pegan. Llegó a casa llorando”.
Los profesores han salido a la calle con los alumnos sin avisarnos a los padres. Los han usado de parapeto"
Por lo sucedido, esta madre redactó una carta en la que pedía expresamente a la directora que “no expusieran a su hijo a ninguna manifestación o protesta sin su consentimiento” y que se mantuvieran imparciales. La respuesta de la directora del colegio fue que “las actividades que se realizan en el colegio no tienen intención política” y que “lamentaba profundamente que se hubiera sentido incómoda”.
La directora de Rius i Taulet, un colegio en la zona alta del céntrico barrio de Gracia, en Barcelona, es Isabel Sánchez. Sánchez es la directora de la Asociación de directivos de la educación pública de Cataluña (Axia), que pidió a la Consellería de Enseñanza de la Generalitat que les cesara temporalmente de sus cargos el fin de semana del 1-O. Lo pidieron para garantizarles que no perderían su trabajo ni serían acusados de desobediencia, prevaricación o malversación de fondos públicos.
“Mi hijo había tomado tanto miedo a la policía que tuve que pedir un día a la Guardia Urbana de Barcelona, que estaba a la entrada del colegio, que le hablaran y le tranquilizaran. Le trataron muy bien y después fueron los que pusieron una denuncia anónima por mí". Esta madre dice que ha preferido no denunciar mientras su hijo continúa en el centro, en el que ya le dijeron hace unos meses que el menor “hablaba demasiado castellano”.
“Mi hijo tiene solo cinco años y han conseguido que cada vez quiera contarme menos de lo que hacen en el colegio. Pero sé que le hablan de ello, porque el otro día le pregunté si sabía por qué sus profesores llevaban lazos amarillos y me dijo que por los presos políticos”, afirma.
Estas madres denuncian que los profesores acuden al colegio con lazos amarillos y camisetas con mensajes independentistas
Clara no entiende que muchos de los maestros del colegio lleven desde octubre vistiendo camisetas con mensajes pro independencia y lazos amarillos. Tampoco Ana y María, otras dos madres que tampoco quieren revelar sus verdaderos nombres, que llevan a sus hijos a la Escuela Sant Salvador d'horta, en el pueblo gerundense de Santa Coloma de Farners. “Eso es adoctrinamiento pasivo”, se queja María, que denuncia también que las vallas del propio colegio están siempre llenas de lazos amarillos. “Yo una noche me harté y me fui a quitar todos los lazos, pero al día siguiente los volvieron a poner, desde el propio Ayuntamiento”, añade Ana.
María y Ana tienen dos hijas de nueve años que comparten clase y son casi los únicos que no quieren sumarse a las manifestaciones. “Un día en el patio un señor cuyo balcón daba al patio del colegio descolgó una estelada gigante. Los niños se pusieron a gritarle que muy bien y como nuestras hijas no gritaban, sus compañeros, de nueve años, empezaron a llamarlas ‘fascistas de mierda’ y ya no les hablan. Los profesores ven todo eso, ven cómo gritan consignas independentistas y no hacen nada, al contrario, les animan a que sigan”, afirma María.
Dos madres de Sant Salvador d'horta afirman que el autobús de ruta escolar llevó pegados varios días carteles de los jordis y lazos amarillos
Estas madres aseguran que el posicionamiento del profesorado se extendió incluso al autobús de ruta escolar, que durante unos días llevó pegados carteles de los jordis y consellers encarcelados y lazos amarillos. “Los padres pusimos el grito en el cielo por esto y lo quitaron”, asegura Ana.
“Al día siguiente del referéndum les maestros les mandaron apuntar los resultados de la votación en la agenda escolar. Una agenda, además, que trae el mapa de Cataluña y el de Europa, pero no el de España”, asegura María, que añade que todos los libros de sus hijos comparten una visión “fantasiosa del Estado catalán, que define los países catalanes con parte de Aragón e ignoran a España”. Son de la editorial La Galera, responsable del polémico Abecedario de la Independencia.
Estas madres han llevado sus casos a la organización Sociedad Civil Catalana, que está analizando todos las denuncias que les llegan para plantear una estrategia conjunta en las próximas semanas. “A mi hija le está afectando mucho todo esto. Mi marido es andaluz y yo catalana y en casa nunca hemos hablado de nacionalismo, defendemos la unión. Mi hija mayor ha llegado a pedirnos que nos vayamos de Cataluña, y nos lo estamos planteando”, afirma María.
Los hijos mayores de María y Ana acuden juntos al instituto Santa Coloma de Farners, donde también se han sentido marginadas por no compartir la ideología independentista. "Cuando empezaron las manifestaciones de universitarios, un grupo de alumnos de cuarto de ESO pidió hacer huelga y el colegio la aprobó. Yo envié un escrito diciendo que mi hija iba a asistir a clase y me respondieron que habría muy pocos profesores. Algo sin sentido cuando la huelga era de alumnos, no de profesores", denuncia María.
Algunos centros, como un instituto de San Pol de Mar, enviaron directamente una carta a los padres para autorizar a los alumnos a hacer huelga "contra la represión franquista y el 155". Un post en el blog de la editorial La Galera - la misma del abecedario de la independencia - animaba a hablar en la clase sobre lo sucedido el 1-O, tras condenar en el texto "la violencia provocada por policías y guardias civiles" y la "dignidad de quienes han defendido pacíficamente la democracia" desde los colegios de Cataluña.
Mi hija ha llegado a pedirnos que nos vayamos de Cataluña, y nos lo estamos planteando”
Tanto la hija de María como la de Ana se marcaron cuando el día de la manifestación no quisieron ponerse la estelada que les ofrecieron sus compañeros de clase. "Ese día las llamaron fachas mientras sus profesores miraban hacia otro lado", denuncian sus madres. En el instituto, el grupo genera aún más presión a los adolescentes, que tienen miedo a sentirse excluidos. "Si mi hija por lo que sea falta a clase y pide los apuntes en el grupo de whatsapp, nadie se los da. Está sufriendo mucho, ayer llegó a casa y reventó a llorar", lamenta María.
El lamento es compartido por Ana y Clara: "A los que no somos independentistas y nos atrevemos a decirlo nos aíslan, está surgiendo mucho odio. Y si los profesores no están ahí para pacificar, sino que aúpan a quienes insultan y atacan, ¿qué va a ser de nuestros hijos?"
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