ERC ha decidido romper amarras. Sólo una hipotética mayoría absoluta del bloque independentista le podría obligar a mantener viva una alianza que ya no quiere. La quiebra de ese bloque es indisimulable desde que el procés comenzó a hacer aguas por todos los lados y se ha incrementado a raíz de la campaña electoral. El cabeza de lista de Junts pel Catalunya, Carles Puigdemont, no ha dudado en jugar con el ventajismo político que le da su fuga a Bruselas frente a un Oriol Junqueras encarcelado que no puede pedir directamente el voto a los ciudadanos.
Los republicanos "han decidido que el día después van a romper con la CUP y con Junts Pel Sí", aseguran fuentes solventes desde Cataluña. Y atribuyen a esta decisión algunos signos inequívocos como el apartamiento de Marta Rovira de la campaña, el protagonismo cada vez mayor del ex consejero de Justicia Carles Mundo -considerado un moderado en el ecosistema de ERC- o la aclaración de su portavoz en el Congreso, Joan Tarda, de que a partir de ahora no hay más vías que las bilaterales, dando por muerta y enterrada la unilateralidad. La mutación pasa también por enviar cartas a Mariano Rajoy, duras, pero pidiendo diálogo "y manteniendo a Rufián calladito", en alusión al controvertido portavoz adjunto que lo mismo aparecía en las sesiones de control al Gobierno con una fotocopiadora o unas esposas policiales.
Sólo la "presión de la Asamblea Nacional Catalana, de Omnium Cultural y de los hiperventilados", le obligaría a mantener una alianza de la que reniega
El rechazo de ERC a una lista conjunta con sus antiguos compañeros de Gobierno fue el primer signo inequívoco de que algo estaba cambiando en la formación de Oriol Junqueras más allá de una contienda donde era necesario medir la fuerza de los votos de unos y de otros. La manifestación en Bruselas del pasado día 7 retrató la incomodidad de los dirigentes de Esquerra allí desplazados a una concentración que Puigdemont pretendió convertir en un acto de adhesión a su persona por mucho que allí se hablara de los presos políticos.
Pero los planes de ERC por tomar distancias no sólo con respecto a la CUP, a la que ha sufrido y padecido durante dos años de gobierno autonómico, sino con los ex convergentes puede resultar baldía en caso de que el bloque independentista volviera a sumar mayoría absoluta. En ese caso, "la presión de la Asamblea Nacional Catalana, de Omnium Cultural y de los hiperventilados", le obligaría a mantener una alianza de la que ahora reniegan.
Es cierto que lo más probable es que ni un bloque ni otro alcancen los 68 diputados de la mayoría absoluta, lo que le permitiría a ERC jugar a la transversalidad de una fórmula de gobierno con el PSC o En Comú Podem, aunque el cabeza de candidatura socialista, Miquel Iceta, asegura por activa y por pasiva que nunca pactará con una de las formaciones que ha llevado a Cataluña al borde del precipicio.
Arrimadas podría ceder la presidencia de la Generalitat a Iceta a cambio de controlar el gobierno autonómico
Se abre en todo caso tras el 21-D un proceso de meses, muchos meses, que puede ir agotando todos los plazos antes de que se abra el riesgo claro de una repetición electoral. Desde las filas de En Comú Podem ya han dejado claro que esa perspectiva no les asusta si lo que se pretende es que acepte pactos con una ERC "que insista en vías unilaterales, cosa que no parece, y presente a Junqueras como a un héroe", pero tampoco con Iceta si va acompañado de Inés Arrimadas o Xavier García Albiol. "Ya le hemos dicho a Iceta que ni se le ocurra una operación como la de Pedro Sánchez con Ciudadanos. Que no piense que nos temblarán las piernas", adviertes los "comunes" ante la posibilidad de una repetición electoral. Con la misma vehemencia afirman tajantes que "no vamos a investir a Arrimadas aunque se vista de lagarterana".
¿Y qué pasará si es el bloque constitucionalista el que suma una improbable mayoría absoluta? Pues que tampoco hay que dar por hecho que la candidata de Ciudadanos sea presidenta de la Generalitat aunque resulte la más votada de las tres fuerzas políticas. Es más. El PP preferiría investir antes a Iceta que a Arrimadas por una cuestión de estrategia política y defiende que la situación es tan inédita que esta vez no funciona el criterio de la lista más votada. Pero la sorpresa puede venir incluso del partido liderado por Albert Rivera.
Y es que al margen de que repitan por activa y por pasiva que no respaldarán a ningún presidente que tenga menos votos que ellos "los votantes de los tres partidos tienen tantas ganas de provocar un vuelco que antes renuncian a que el más votado sea al que ponga al presidente". De hecho, los medios consultados aseguran que nos es en absoluta descartable en ese caso un escenario en que Arrimadas ceda la presidencia a Iceta "a cambio de controlar el 80 por ciento del Gobierno" con las consejerías más importantes.
El futuro gobierno de Cataluña va a necesitar, en todo caso, de fórmulas muy, muy imaginativas.
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