En el liderazgo, para llegar a lo más alto, hay que tener la adecuada combinación entre razón y corazón. En ese sentido, Josep Borrell es uno de los mayores talentos políticos de España. Ya no llegará a ser presidente del Gobierno, pero conservará siempre la idoneidad para haberlo sido. Es un honor recibirlo en mi casa, en mitad de la campaña electoral de unos comicios, los del 21-D, que figurarán entre los más relevantes de la historia de España.
Es comedido en sus respuestas porque, aclara, ha pasado los últimos ocho días en Chile y la distancia física le impone prudencia, pero ya metido en harina fija ideas-fuerza que constituyen una imprescindible hoja de ruta para entender lo que está en juego. Éstas son las claves de Josep Borrell, el hombre que alcanzó la fibra emocional de millones de catalanes y también del resto de los españoles tras las dos manifestaciones convocadas en Barcelona por Sociedad Civil Catalana:
Pregunta.- Gracias, en primer lugar, señor Borrell, porque acaba de llegar de Chile con un jet lag importante y nos está ya concediendo esta entrevista. Lo primero, ¿qué tal por aquel país? Allí este domingo hay unas elecciones importantísimas.
Los independentistas nunca serán conscientes del daño que han hecho a Cataluña"
Respuesta.- Son presidenciales, sí, y en una situación parecida a la catalana, con un voto muy fluido (indeciso) y mucha gente que no sabe si va a volver a votar a Piñera o si va a votar al candidato del conglomerado de centro-izquierda. Un conglomerado que va desde el Partido Comunista a la Democracia Cristiana. Y todo dependiendo de lo que hagan los que aquí serían Podemos, lo que allí denominan el Frente Amplio, que rondando un 20% estuvo a punto de ser quien pasara a la segunda vuelta. De si apoyan al candidato de centro-izquierda o no, como nos pasó aquí cuando Podemos no quiso apoyar al PSOE, a Pedro Sánchez en 2016, y dejó que gobernara Mariano Rajoy. Es la misma situación que en Cataluña.
Allí el problema no es territorial sino profundamente social: saber qué modelo de sociedad quieren los chilenos, si uno ultraliberal, como el que tienen ahora, donde la sanidad, la educación y las pensiones son puros productos de mercado, donde si no los puedes pagar no los tienes así te mueras; o si van poco a poco socializando esos bienes públicos que aquí consideramos derechos.
P.- Ya en nuestro país, refiriéndonos a Cataluña, ¿es consciente del impacto emocional que tuvieron sus discursos tras las dos manifestaciones apoyadas por los partidos que defienden la Constitución?
R.- No a los partidos, sino a la gente. Era una convocatoria ciudadana donde los partidos no eran los protagonistas, lo era la sociedad. Reconozco que uno no se da cuenta hasta que no recibe el eco. No oyes tu voz hasta que el eco te la trae. He estado estos días en América Latina y me han preguntado por aquello. Todos mis interlocutores, incluso la presidenta de Chile, mi amiga Bachelet, lo habían visto y celebrado. Es gratificante que mis palabras hayan tenido tanto eco.
España hubiera necesitado un partido de centro liberal, como en Europa, que es complemento natural de las minorías mayoritarias"
P.- En cambio, los candidatos que se juegan la presidencia de la Generalitat, ¿cree que están teniendo el mismo impacto? Porque usted llegó en aquellos dos discursos con sus palabras y con sus gestos al corazón de la gente, pero no sé si lo mismo les ocurre, insisto, a los candidatos. ¿Cómo los está viendo, en especial a Miquel Iceta?
R.- No quiero que suene a excusa, pero llevo ocho días fuera, algunos en plenos Andes, lo cual ha sido también una manera de salir del monotema y, aunque también llegaba allí el eco y la gente me preguntaba qué pasaría, que es eso del 155, incluso en alguna televisión donde he tenido que explicar que no es ninguna excentricidad y que está en todas las constituciones de todos los Estados con estructura descentralizada. De hecho, nuestro 155 está copiado del artículo 37 de la Constitución alemana, es una simple traducción al castellano.
Estamos en una situación de incertidumbre en la que, en lo que podríamos llamar el bloque -aunque a mi amigo Iceta no le guste usar este término, es lo que es-, el bloque independentista, hay gente que se ha radicalizado en su posición y dice que no se trata de elegir un president porque ya tienen uno que es Puigdemont al que habría, dicen, simplemente que reponer; y otros que han hecho la prueba del algodón y constatado, como Santo Tomás con el dedo en la llaga, que la independencia unilateral es inviable, que un Estado no se improvisa. Estos pueden buscar una vía como la que protagoniza el PSC y Miquel Iceta, buscando un acuerdo, una vía que no sea traumática porque la del trauma ya hemos visto a lo que conduce.
Sin el 155 la situación económica sería mucho peor. El gobierno central ha hecho lo que tenía que hacer"
P.- ¿Qué opinión le merece este exilio del señor Puigdemont, organizado en mi opinión como propaganda política?
R.- Como propaganda y también como salvaguardia. No estoy en su piel, pero ha sido un poco esperpéntico y cómico. Cuando explico a mis amigos latinoamericanos, que medio Parlament se fue, cosa inédita en Europa, para no participar en una votación ilegal, que la otra mitad votó y declaró la independencia, que se dieron besos y abrazos entre ellos, que lloraron... y después se fueron de fin de semana… Que el lunes no volvió nadie y que ni siquiera arriaron la bandera de la potencia opresora que se quedó ondeando en el Parlamento de Cataluña… En fin… Uno hubiera esperado un poco más de épica. Que al día siguiente, al menos, se hubieran sentado en sus despachos esperando a que los desalojaran.
P.- Yo añadiría que hubiera sido deseable también algo de atención hacia los ciudadanos catalanes que han sido los grandes olvidados.
R.- Hubo mucha gente que se había creído esto de la República. Yo hablaba con amigos de mis amigos que decían: "Mi Govern lo tiene todo preparado, todo pensado. Pondremos en marcha la República". Y yo decía: "Vamos a ver, ¿de qué me habláis? ¿vais a conseguir un Estado de la noche a la mañana?". Pero mucha gente lo creía y mantienen también que la huida de Puigdemont a Bruselas es comparable a la de De Gaulle a Londres en 1940.
Las encuestas, en una situación de voto tan indecisa, tienen escaso valor predictivo"
P.- Hombre, la épica es considerablemente diferente.
R.- Sí, pero lo creen. Creen en la resistencia frente al invasor y cuando alguien te plantea el problema en esos términos... Desde ese momento el diálogo pierde interés porque ya no hay la más mínima racionalidad.
P.- Señor Borrell, aunque esto sea hacer algo de política ficción, las encuestas dan casi un empate técnico entre Ciudadanos, ERC y Junto per Catalunya y el PSC a cierta distancia. Todas coinciden, eso sí, en que ningún partido resultará triunfador absoluto. En una situación como ésta y con la falta de capacidad de negociación que observo, ¿qué cree que puede pasar a partir del día 22 de diciembre?
R.- Las encuestas tienen muy poca capacidad de predicción en una situación de voto como ésta, con tanta gente indecisa. Mis amigos sociólogos me remarcan que son muy poco fiables. Sí tengo claro que los independentistas perderán la mayoría parlamentaria, la social no la tuvieron nunca y esta vez la tendrán todavía menos, pero insisto, perderán la mayoría parlamentaria. Eso es un cambio de rumbo absoluto. Ahí entraremos en un juego de alta política en el que veremos de qué forma se configura un gobierno alternativo, aunque sea provisional y transitorio.
Iceta se está dedicando a vaciar la bolsa de votos de nacionalistas e independentistas"
P.- En ese juego de alta política será necesario contar con altos políticos. ¿Los tenemos entre los candidatos?
R.- Tanto el señor Iceta como la señora Arrimadas han dicho que habría que dar pruebas de generosidad y estar dispuestos a ceder lo que hiciera falta para evitar que volviera a haber un gobierno independentista o que hubiese un gobierno de confrontación, que podría darse si los comunes completasen la minoría independentista, que sería otro escenario no deseable.
P.- ¿Qué impacto puede tener usted en estas elecciones? ¿Qué peso puede tener su presencia, además de la que ya ha tenido, despertando de muchos del letargo con sus dos discursos?
R.- Ya habían despertado. Pero es muy importante que sigan despiertos hasta el día 21, porque si hemos llegado a la situación en la que estamos es porque ha habido al menos un 10% de la población catalana que ha estado ausente del juego político catalán y no se ha sentido parte del poble, ni le han considerado parte, mientras los políticos independentistas nunca han considerado parte de él a quienes no les votan. Esta vez todo el mundo tiene que ir a las urnas y creo que habrá una participación masiva. Yo insistiré en la medida en que pueda en que estamos en unas elecciones en las que nos jugamos el futuro y nadie puede quedarse en su casa, mucho menos aquéllos que, habiéndose quedado en casa en el pasado, han permitido llegar a la situación actual.
Hubiera esperado más épica de los catalanes. Proclamaron la República, lloraron, se abrazaron… y se fueron de fin de semana"
P.- Desde el punto de vista económico, ¿cómo ve la situación en Cataluña? ¿Considera que la huida de estas ya más de tres mil empresas es una huida definitiva o temporal?
R.- Sin el 155 la situación económica sería mucho más grave. Sé que atribuirle algún mérito a la aplicación del 155 es anatema -ironiza-, pero yo no tengo ningún escrúpulo en reconocer que el gobierno español no tenía otra solución que hacer lo que hizo, no tengo ningún complejo en decir: "Oiga, ¿qué quiere usted que haga un gobierno en esa tesitura?"
En segundo lugar, gracias a la estabilización que ha proporcionado la convocatoria de elecciones, la fuga de empresas no ha continuado en número ni en intensidad porque de momento solo han desplazado la sede social. Pero no lo segundo que hubiera sido desplazar la sede fiscal; y tampoco lo tercero, que hubiera sido desplazar los centros productivos. A pesar de todo, buena parte del daño ya está hecho. Los independentistas no son conscientes del daño que le han hecho a Cataluña. No son conscientes de la responsabilidad y de la culpa que cargan sobre sus hombros porque han deteriorado la confianza y ésta, cuando se rompe, tarda en volver.
El consumo está cayendo, los bancos han perdido muchos depósitos, aunque, insisto, sin el 155 la cosa hubiera sido mucho peor y la gente está esperando ver qué ocurre. A medio plazo, todo esto tendrá consecuencias sobre el empleo y el crecimiento en Cataluña. Inevitablemente.
P.- Le pediría ahora, señor Borrell, una palabra sobre los candidatos.
R.- Uff, eso se me da fatal (risas)...
P.- Entonces, al menos, hágame unas consideraciones sobre el candidato del PSC, sobre Miquel Iceta.
R.- Iceta pretende jugar el papel de gran pontífice, en el sentido etimológico del término, pontífice como creador de puentes. Y ya se sabe que los puentes se construyen con el punto más próximo de la otra orilla. Eso es lo que está intentando hacer. Vaciar la bolsa de nacionalismo e independentismo.
P.- La obra parece titánica.
R: Más que titánica es de finezza.
P.- Como la de Andreotti en Italia… ¿la hemos tenido alguna vez en España?
R.- No. Nunca hemos tenido finezza. Nunca hemos tenido coaliciones ni grandes acuerdos parlamentarios. No los hemos necesitado y cuando no hemos tenido mayorías las hemos completado con el peaje pagado a los nacionalistas vascos o catalanes. A costa incluso de la estructura del Estado porque las transferencias no se han hecho por su racionalidad, sino por el peaje que había que pagar a unos y a otros. Hubiera hecho falta un partido de centro liberal, como hay en Europa, que es el complemento natural y no territorial de las minorías mayoritarias. Pero no lo hemos tenido.
P.- Como en Alemania. Por cierto, señor Borrell, ¿cómo ve la situación en aquel país?
R.- Europa está esperando a Alemania. París está pendiente de Berlín. Macron ha hecho una serie de propuestas para relanzar la Unión Europea y está esperando a ver quién en Alemania recoge el guante. Es sintomático que Schultz, que yo creo que no tendría inconveniente en ser vicecanciller, haya puesto como condición para una hipotética gran coalición que se acepten los planteamientos de Macron en materia de integración, de ministro de hacienda de la zona euro... Está por ver que sea aceptable para Merkel, pero es bueno que se ponga como condición de una hipotética gran coalición. También es importante recordar que en Alemania, este tipo de acuerdos, el partido socialdemócrata los somete al voto directo de sus militantes. Algo que aquí, cuando lo propuso Pedro Sánchez, fue anatematizado porque varios de sus compañeros de partido le acusaron de podemización. Pues mire por dónde el SPD resulta que es un partido podemizado porque somete al voto directo de los militantes los acuerdos de gobierno. Y estará por ver que esta vez, los militantes digan que sí.
P.- El resultado en Cataluña, ¿influirá sobre la estabilidad del gobierno central?
R.- Sí, naturalmente, aunque, si estabilidad se refiere a que el gobierno acabe o no la legislatura, no veo por qué eso tendría que significar una razón para que el señor Rajoy anticipase las elecciones. Pero el presidente del Gobierno tiene en su mano la potestad de hacerlo, si cree que le conviene. Si le conviene, lo hará.
Acompaño a Josep Borrell con la sensación, siempre agradable, de haber aprendido algo importante. No tengo duda de que su papel en la campaña electoral será relevante y su voz, clara y sincera, seguirá emocionando a todos.
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