Inés Arrimadas y Miquel Iceta reprochaban al ex Govern de Cataluña la "vergüenza" de que los presupuestos de la comunidad no contemplen ni un euro -"cero patatero"- para guarderías públicas y sí gasten en embajadas cuando el ex consejero de Justicia, Carles Mundó (ERC), admitió la realidad: "Contado así suena fatal".
En el debate electoral emitido por La Sexta este domingo, Mundó, representante del candidato de Esquerra, Oriol Junqueras -que se encuentra encarcelado- no podía disimular su animadversión por la aspirante de Ciudadanos. "Ni Mátrix ni puñetas", la interrumpía enfadado. Cada vez que los partidos constitucionalistas describían el Procés y sus consecuencias, como la fuga de empresas o el desprestigio internacional de Cataluña, Mundó reaccionaba airado. Sentía que estaban perdiendo la batalla del relato.
Tanto era así que dedicó su minuto final para pedir el voto con un mensaje negativo: "Votad en contra". Contra la actuación policial del 1 de octubre, contra el 155 y en contra de Rajoy. Tras dejar sin respuesta las principales preguntas de Arrimadas a los independentistas -qué ofrecen a los catalanes tras el desastre del Procés- Mundó hizo una de sus escasas menciones a su candidato: "ERC cumple sus compromisos y por eso Oriol Junqueras en la cárcel".
La sustitución de Marta Rovira por Mundó en este debate decisivo ofreció más solvencia pero la misma escasez de perspectivas: una apelación al diálogo de tú a tú con el Gobierno español que quedó desarbolada por Iceta cuando recordó la negativa de Puigdemont y Junqueras a abandonar la unilateralidad y convocar elecciones para evitar la aplicación del 155.
El representante de ERC -la primera fuerza según las encuestas seguida muy de cerca por Ciudadanos- no escatimó desprecios hacia su principal rival, Inés Arrimadas, la única mujer en el debate precisamente, según ella, por la falta de políticas de conciliación familiar puestas en marcha por los gobiernos catalanes hasta ahora.
"Usted es una candidata de laboratorio, un bluf, sólo sabe contar chascarrillos", la intentaba callar Mundó con una condescendencia paternalista que no logró sacar de sus casillas a la candidata de C's: "No falte al respeto", se limitó a contestarle.
La actitud de Mundó reflejaba claramente el nerviosismo de Esquerra Republicana de Cataluña ante la posibilidad de que un partido de nuevo cuño y no nacionalista como Ciudadanos le supere en votos. Motivos no le faltaban. Arrimadas se hacía con un debate y una campaña en la que el resto de partidos arremete contra ella.
Arrimadas habla como la gente: chiringuitos, barracones, Mátrix y "miedito" a la Justicia
Sonriente ante los ataques, sobria y solvente, la favorita en las encuestas ofrecía un proyecto con un lenguaje comprensible para la gente. Habló de los "chiringuitos" de las embajadas de la Generalitat, de los "barracones" en los que estudian los niños, del "Mátrix" en el que viven los independentistas y del estupor que causó en la ciudadanía que se "saltaran a la torera" las leyes y se pasaran "por el arco del triunfo" el estatuto de autonomía.
"Llegaba una sentencia del Tribunal Constitucional y se hacían una foto con ella para subirla a las redes sociales. Se estaban riendo de las resoluciones judiciales y eso la gente no lo hace. Cuando les llega una resolución judicial, la gente la abre con un poquito de miedito", explicó Arrimadas.
Como gran parte de la sociedad española, se declaró "cansada" del Procés y habló de la necesidad de contar con un presidente que gobierne para todos. Un "voto con el corazón", una "oportunidad" de pasar página y un proyecto "ganador" fue su propuesta.
Puigdemont fue el gran ausente del debate, su portavoz apenas lo citó
En medio de ese duelo, poco aportó el tercero en liza, Junts per Catalunya y su candidato, Carles Puigdemont, el gran ausente del debate. No sólo por su huida a Bruselas para evitar la cárcel, sino también por la falta de menciones durante el debate. Más que su representante en plató, el ex consejero Josep Rull, lo mencionó el candidato socialista, Miquel Iceta, y el de Catalunya en Comú-Podem, Xavier Domènech, que le interpeló en la distancia.
Josep Rull empezó el debate sin responder las preguntas de la moderadora, la periodista Ana Pastor. No pudo explicar qué ofrece ERC a los catalanes después de constatadas las grandes mentiras del Procés: era inviable, tenía un coste económico y ningún apoyo en el exterior. Tampoco cómo cumpliría la promesa de sacar de la cárcel a los líderes de la ANC y Omnium Cultural Jordi Sánchez y Jordi Cuixart.
Estas elecciones deciden si el presidente de Cataluña lo elige Rajoy o el pueblo", alega ERC
"Estas elecciones no son normales, decidimos si al presidente de Cataluña lo elige Rajoy o el pueblo de Cataluña. Elegimos entre nación e imposición; entre instituciones o 155; entre libertad o prisión y o exilio; entre Puigdemont o Rajoy", fue su principal argumento.
Al negar los perjuicios económicos para Cataluña derivados del Procés, Rull indignó a un Miquel Iceta centrado, que no iba contra nadie y que insistía en su perfil transversal y presidenciable. El candidato socialista recordó que el Govern contaba con una previsión de superávit en caso de independencia de sólo 248 millones de euros. "No me digáis que habéis montado este follón por 248 millones cuando hemos perdido mucho más en términos de empobrecimiento", reprochó.
Todo el mundo sabe que intentamos evitar el 155 hasta el último momento", recuerda Iceta
Cuando el representante de Puigdemont describió a JxCat como el partido del diálogo y la negociación, frente a la imposición del 155, Iceta tampoco se pudo contener: "Todo el mundo recuerda cómo me ofrecí hasta el último momento para mediar con Puigdemont. Todo el mundo sabe que intentamos evitar el 155 hasta el último momento. Todos recuerdan cómo decidió convocar elecciones y cómo le convencieron para que no lo hiciera. Los suyos le fallaron y se echó para atrás. Ahora resulta que los responsables somos todos los demás, no ellos", advirtió.
Sin aspavientos, Iceta volvió a ahuyentar el fantasma del tripartito y a negarse a coaliciones con ERC, aunque no a un diálogo parlamentario que le permitiera gobernar en minoría. Consideró "un desastre" el Procés y abogó por un cambio que permita la colaboración entre bloques con él de presidente.
Mucho más ambiguo en su planteamiento de negociaciones postelectorales fue Domènech, que primero anunció que no bloquearía una investidura para luego matizarse a sí mismo. Es decir, no aclaró si facilitará un gobierno constitucionalista, uno independentista o si su veto a Arrimadas provocará una repetición electoral tras el 21-D.
El candidato de Ada Colau y Pablo Iglesias centró sus intervenciones en la necesidad de implementar políticas sociales, desde reducir las listas de espera sanitarias hasta rebajar las matrículas universitarias, manteniendo siempre la equidistancia de Podemos entre el independentismo y el constitucionalismo.
Entre datos del paro y la precariedad juvenil lanzó un mensaje a Puigdemont: lamentó su marcha a Bruselas y la aplicación del 155 antes de reprocharle que dejara de gobernar para todos. Por ese motivo, JxCat "no puede estar en el futuro en el gobierno de este país", explicó, antes de abogar por un "cambio posible y real que sirva de preludio para echar al PP del Gobierno".
Esa intención incendió al candidato popular, Xavier García Albiol, que hasta entonces hacía campaña por todo el bloque constitucionalista más que por sí mismo. "No nos van a echar, no nos van a quitar", advirtió contundente. Más que como candidato, Albiol ejerció de defensor del Gobierno de Rajoy. Dedicó más tiempo a defender la aplicación del 155 que a explicar medidas de su programa como la creación de un Silicon Valley en Cataluña.
Sin ningún protagonismo quedó el representante de la CUP, Vidal Aragonés, que centró todas sus intervenciones en las propuestas sociales de su partido, como la "expropiación inmediata" de los pisos vacíos para ser vendidos a los trabajadores por un precio equivalente al 30% de sus sueldos. Sus promesas de atención a los más desfavorecidos quedaron comprometidas por el apoyo al Gobierno de Puigdemont que creó 40 tipos impositivos nuevos y no dedicó ni un euro a escuelas infantiles públicas, como le recordaron Arrimadas e Iceta.
Como Rull, el representante de la CUP negó que la declaración de independencia hubiera provocado el cierre ni la fuga de 3.000 empresas de Cataluña.
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